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UZBEKISTÁN. Una vendedora callejera vende diferentes variedades de manzanas junto a la carretera en la región rural de Jizzakh.
© FAO/Lazizkhon Tashbekov

En este informe se hace un seguimiento periódico de los progresos realizados en los planos mundial, regional y nacional hacia la consecución de las metas de poner fin tanto al hambre como a la inseguridad alimentaria (meta 2.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible [ODS]) y a la malnutrición en todas sus formas (meta 2.2 de los ODS) en el contexto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Este año, la evaluación mundial del estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en 2022 refleja un momento particular de la historia. En 2022, el mundo estaba comenzando a recuperarse de la pandemia de la COVID-19 cuando estalló la guerra en Ucrania, que sacudió los mercados de productos básicos y de energía. La pandemia, la posterior recuperación económica, la guerra en Ucrania y el aumento de los precios de los alimentos, los insumos agrícolas y la energía, debido en parte a la guerra, han tenido efectos diferentes en las distintas regiones y poblaciones, con distintas repercusiones en el hambre y la inseguridad alimentaria. Si bien las nuevas estimaciones que se presentan en el Capítulo 2 indican que el hambre ya no estaba aumentando a nivel mundial en 2022, este indicador seguía estando muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia de la COVID-19. Además, aún se estaban desencadenando crisis alimentarias en muchas partes del mundo. Numerosos grupos de población no se beneficiaron de la recuperación económica, soportaban el peso de los precios más altos de los alimentos, los insumos o la energía o padecieron ambas situaciones a la vez. Por estos motivos, aún estamos muy lejos de cumplir las metas del ODS 2.

Más allá de la evaluación mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición en 2022, en este informe se proporciona un análisis exhaustivo de los principales factores causantes de estas tendencias, que están poniendo a prueba nuestros esfuerzos por alcanzar los ODS en el contexto de la Agenda 2030. En ediciones anteriores de este informe, se ha destacado en repetidas ocasiones que la intensificación de los principales factores causantes de la inseguridad alimentaria y la malnutrición —esto es, conflictos, fenómenos climáticos extremos, situaciones de desaceleración y debilitamiento de la economía y una creciente desigualdad—, que a menudo se dan de forma combinada, nos está alejando de cumplir las metas del ODS 2. No cabe duda de que estas amenazas continuarán, lo que exige que sigamos actuando con firmeza, adoptando medidas audaces encaminadas a aumentar la resiliencia frente a ellas. Sin embargo, en el análisis también deben tenerse en cuenta otras megatendencias importantes a fin de comprender plenamente los desafíos y las oportunidades para alcanzar las metas del ODS 2.

Una de esas megatendencias, y el tema central del informe de este año, es la urbanización. A medida que aumenta la urbanización, las zonas rurales y urbanas están cada vez más interrelacionadas y la distinción espacial entre ellas se vuelve más fluida. El crecimiento de la población en las ciudades pequeñas y medianas y los pueblos de las zonas rurales ahora tiende cada vez más puentes entre el cinturón rural y las grandes metrópolis1, 2. La pauta cambiante de las aglomeraciones de población a lo largo de este continuo rural-urbano está impulsando cambios a lo largo de los sistemas agroalimentarios, creando a la vez desafíos y oportunidades para garantizar que todas las personas tengan acceso a dietas asequibles y saludables. Con miras a superar los desafíos y aprovechar las oportunidades, se requerirán medidas e intervenciones en materia de políticas fundamentadas en una clara comprensión de la manera en que interactúan el continuo rural-urbano y los sistemas agroalimentarios.

Aunque las tasas de urbanización varían entre los países, y la tasa de cualquier país determinado suele estar relacionada con la etapa de transformación estructural en que se encuentre, la urbanización está, en general, acelerándose. Para 2050, se prevé que casi siete de cada 10 personas vivan en ciudades; no obstante, incluso hoy, esta proporción es ya de aproximadamente el 56 %a. En los países de ingresos bajos y medianos, la población urbana registra un crecimiento tres veces más rápido que el de la población rural (3,08 % en comparación con el 0,89 % anual, entre 2015 y 2020)3. Se prevé que, para 2030, la población urbana de estos países superará los 4 000 millones de personas; esto es, su tamaño se habrá duplicado con creces desde el año 2000. En contraste, se prevé que la población rural de los países de ingresos bajos y medianos registrará un aumento mucho menor, de por lo menos 3 000 millones para 2050, cifra solo ligeramente superior a los 2 950 millones del año 2000. Si bien las poblaciones rurales siguen aumentando rápidamente en algunas regiones, como en las tierras áridas de África, están disminuyendo en la mayoría del resto de regiones, con América Latina y Europa entre ellas.

Las zonas que experimentan actualmente la urbanización más rápida son aquellas en las que el vínculo entre la urbanización, el crecimiento económico y la transformación estructural es más débil, entre las que se incluyen regiones como el África subsahariana y Asia meridional, que registran los números más elevados de personas en situación de hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición. Se prevé que estas dos regiones experimenten los aumentos de urbanización más rápidos, y que a la vez hagan frente a las mayores dificultades en lo que respecta a la pobreza, la inseguridad alimentaria y el acceso a dietas asequibles y saludables. Se prevé que el tamaño de la población urbana del África subsahariana prácticamente se cuadruplique para 2050 y alcance los 1 300 millones de personas, en comparación con 306 millones en 20104. Al mismo tiempo, es de esperar que la población rural aumente con menor rapidez, aunque registrando un sólido aumento: de 540 millones en 2010 a 909 millones en 2050. Se prevé que la población urbana aumente un 83 % en Asia (de 1 900 millones a 3 500 millones de personas) y que la población rural disminuya 540 millones (de 2 300 millones a 1 800 millones). Sin embargo, se estima que la población urbana de Asia meridional aumente a más del doble, con un crecimiento del 120 % (de 555 millones a 1 300 millones).

La urbanización surge debido a una combinación de factores de expulsión rurales (por ejemplo, pobreza, distribución no equitativa de las tierras y desplazamiento forzado debido a catástrofes o conflictos) y a factores de atracción urbanos (por ejemplo, empleo urbano, salarios más altos, mejores servicios sociales y oportunidades educativas), que varían según el país y el contexto específico. Esto conduce a un aumento de la demanda y el suministro de alimentos, cambios en el uso de la tierra directos e indirectos y relaciones más complejas en el mercado agroalimentario entre los productores, los elaboradores y distribuidores de los segmentos intermedios de la cadena de suministro y los consumidores5. Si bien la vida en las zonas urbanas se ha relacionado a menudo con niveles de vida más elevados en general, estas zonas también pueden presentar lamentables focos de pobreza en comparación con las zonas rurales, y sus servicios suelen encontrarse al límite. Esto puede dar lugar a una falta de acceso a dietas asequibles y saludables, así como a aumentos de la pobreza y la inseguridad alimentaria y múltiples formas de malnutrición.

A lo largo de todo el continuo rural-urbano, la mayoría de los alimentos que se consumen se compran en mercados. Por ende, el tipo de dieta que consumen los hogares se ve determinado por el costo y la asequibilidad, que a su vez dependen de la estructura de los sistemas agroalimentarios, incluidas las cadenas de suministro de alimentos y de valor añadido. Estos factores deben tenerse en cuenta al formular políticas e inversiones eficaces destinadas a garantizar que las poblaciones rurales, periurbanas y urbanas tengan acceso a dietas asequibles y saludables. Se requerirá un enfoque de las políticas que vaya más allá de la compartimentación sectorial y las fronteras administrativas para configurar la manera en que las regiones se urbanizan y afectan a los sistemas agroalimentarios a lo largo del continuo rural-urbano.

Después de presentar las principales tendencias de la evaluación mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición, y el costo y la asequibilidad de una dieta saludable en el mundo (Capítulo 2), en el presente informe se analizan los vínculos entre la urbanización y los sistemas agroalimentarios cambiantes a lo largo del continuo rural-urbano.

En la primera parte del Capítulo 3 se examinan los factores, modelos y dinámicas de la urbanización desde la perspectiva del continuo rural-urbano. Se presenta un marco conceptual que muestra las vías a través de las cuales la urbanización está afectando a los sistemas agroalimentarios y, a la vez, facilitando u obstaculizando el acceso a dietas asequibles y saludables, con implicaciones para la seguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas.

Si se observa este proceso, una de las transiciones fundamentales que se destaca tiene lugar a través de la interacción entre la oferta y la demanda de alimentos, así como los cambios resultantes en la alimentación de las personas a lo largo del continuo rural-urbano. Para comprender mejor este proceso, en el Capítulo 4 se presenta un nuevo análisis centrado, precisamente, en la manera en que la urbanización está cambiando la demanda de alimentos, en el que se utiliza un exclusivo conjunto de datos mundiales de zonas de influencia urbanas-rurales (URCA) combinado con datos georreferenciados de estudios de los hogares. A continuación, se presenta otro análisis de una selección de países en el que se exploran las diferencias en el costo y la asequibilidad de una dieta saludable, así como en la inseguridad alimentaria y las distintas formas de malnutrición a lo largo del continuo rural-urbano.

Por último, sobre la base de las perspectivas de los capítulos anteriores, en el Capítulo 5 se señalan las políticas, las nuevas tecnologías y las inversiones relacionadas que pueden adaptarse para hacer frente a los desafíos y aprovechar las oportunidades que la urbanización conlleva para garantizar el acceso a dietas asequibles y saludables para todas las personas a lo largo del continuo rural-urbano. En este capítulo se describen las instituciones y los mecanismos de gobernanza necesarios para lograr un enfoque más coherente e integrado para la puesta en práctica de estas políticas y soluciones.

Estos oportunos datos comprobados y recomendaciones resultan pertinentes para la Nueva Agenda Urbana, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2016, así como otros procesos mundiales, entre ellos la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios y el establecimiento de la Coalición de Sistemas Alimentarios Urbanos en 2021. También se consideran altamente pertinentes para los esfuerzos tendientes a lograr otros ODS demás del Hambre cero, entre ellos no solo el ODS 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), sino también el ODS 1 (Fin de la pobreza), el ODS 3 (Salud y bienestar), el ODS 10 (Reducción de las desigualdades) y el ODS 12 (Consumo y producción responsables).

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