En el presente informe se aborda en profundidad una realidad de la agricultura, a saber: el sector está experimentando un profundo cambio tecnológico a un ritmo cada vez más rápido. Nuevas tecnologías, inimaginables hace tan solo unos pocos años, están surgiendo con rapidez. En el ámbito de la producción ganadera, por ejemplo, las tecnologías basadas en el marcado electrónico de los animales, así como robots de ordeño y sistemas de alimentación de aves de corral, están extendiéndose cada vez más en algunos países. La orientación del sistema mundial de navegación por satélite (GNSS) permite automatizar la producción de cultivos, mediante el uso de guiado automático para tractores, distribuidoras de fertilizantes y pulverizadores de plaguicidas. Tecnologías aún más avanzadas están apareciendo ya en el mercado en todos los sectores. En la producción de cultivos, se están empezando a comercializar máquinas autónomas, como robots de deshierbe, mientras que vehículos aéreos no tripulados, comúnmente denominados drones, reúnen información tanto para la gestión de cultivos como para la aplicación de insumos. En la acuicultura, la adopción de tecnologías de alimentación y seguimiento automatizados es cada vez mayor. En el ámbito de la actividad forestal, la maquinaria para la corta y el transporte de madera constituye actualmente uno de los principales objetivos de las iniciativas de automatización. Muchas de las tecnologías más recientes facilitan la agricultura de precisión, una estrategia de gestión que emplea la información para optimizar la utilización de los insumos y recursos.

Los recientes adelantos tecnológicos pueden resultar asombrosos y sorprendentes e inspirar el deseo de aprender más. Sin embargo, es importante recordar que el cambio tecnológico no es un fenómeno nuevo y, lo que es crucial, no todos los actores de los sistemas agroalimentarios tienen acceso a él. La FAO viene estudiando este tema desde hace decenios. Lo que vemos hoy en día no es más que un punto de consolidación —por el momento— de un largo proceso de cambio tecnológico en la agricultura que se ha ido acelerando a lo largo de los dos últimos siglos.

Este proceso ha permitido aumentar la productividad, reducir el trabajo pesado en las tareas agrícolas, liberar mano de obra para otras actividades y, en última instancia, mejorar los medios de vida y el bienestar humano. La maquinaria y el equipo han mejorado y a veces han asumido las tres etapas clave que conlleva toda actividad agrícola, a saber, el diagnóstico, la toma de decisiones y la ejecución. La evolución histórica revela cinco categorías de tecnologías: la introducción de herramientas manuales; el uso de la tracción animal; la mecanización motorizada desde la década de 1910; la introducción de equipo digital desde la década de 1980; y, más recientemente, la introducción de la robótica. La automatización a la que se hace referencia en el presente informe comienza realmente con la mecanización motorizada, que ha automatizado considerablemente el componente relativo a la ejecución de las actividades agrícolas. Las tecnologías digitales más recientes y la robótica permiten la automatización gradual también del diagnóstico y la toma de decisiones. Como se señala en el presente informe, esta evolución está en curso, pero no todos los productores agrícolas en todos los países se encuentran en la misma fase.

Es cierto que existe una preocupación generalizada por las posibles repercusiones socioeconómicas negativas del cambio tecnológico que permite ahorrar mano de obra, en particular el desplazamiento de puestos de trabajo y el consiguiente desempleo. Estos temores se remontan al menos a comienzos del siglo XIX. Sin embargo, si miramos al pasado, los temores de que la automatización que aumenta la productividad de la mano de obra dejará forzosamente a las personas sin trabajo de manera masiva simplemente no se ven corroborados por la realidad histórica. Esto se debe a que la automatización de la agricultura forma parte del proceso de transformación estructural de las sociedades en virtud del cual el aumento de la productividad de la mano de obra agrícola libera gradualmente trabajadores agrícolas, permitiéndoles incorporarse a actividades rentables en otros sectores como la industria y los servicios. Durante esta transformación, la proporción de la población empleada en la agricultura lógicamente disminuye, mientras que se crean puestos de trabajo en otros sectores. Esto viene por lo general acompañado de cambios dentro de los sistemas agroalimentarios, en los que los sectores de las fases anteriores y posteriores evolucionan y se crean nuevos puestos de trabajo y nuevas oportunidades empresariales. Por este motivo, es fundamental reconocer que la agricultura constituye una parte esencial de los sistemas agroalimentarios más amplios.

En el informe se ponen de manifiesto los posibles beneficios de la automatización agrícola, que son numerosos y pueden contribuir a la transformación de los sistemas agroalimentarios, haciéndolos más eficientes, productivos, resilientes, sostenibles e inclusivos. La automatización puede aumentar la productividad de la mano de obra agrícola y la rentabilidad de la agricultura. Puede mejorar las condiciones laborales de los trabajadores agrícolas. Puede generar nuevas oportunidades de emprendimiento en las zonas rurales, que podrían resultar especialmente atractivas para la juventud rural. Puede ayudar a reducir las pérdidas de alimentos y mejorar la calidad de los productos y su inocuidad. Puede también aportar beneficios en lo que se refiere a la sostenibilidad ambiental y la adaptación al cambio climático. Soluciones recientes que abarcan la agricultura de precisión y la introducción de equipo en pequeña escala, que a menudo es más adecuado para las condiciones locales que la mecanización motorizada asociada al uso de maquinaria pesada, pueden mejorar la sostenibilidad ambiental y la resiliencia al cambio climático y otras perturbaciones. Gracias a estos numerosos beneficios, la automatización agrícola también puede contribuir a alcanzar varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

No obstante, en el presente informe también se reconocen los riesgos y problemas relacionados con la automatización agrícola. Como ocurre con cualquier cambio tecnológico, la automatización de la agricultura conlleva perturbaciones de los sistemas agroalimentarios. Si la automatización es rápida y no se ajusta a las condiciones socioeconómicas y del mercado laboral locales, puede producirse efectivamente un desplazamiento de mano de obra —el resultado común que ha de evitarse—. Además, la automatización puede aumentar la demanda de trabajadores altamente cualificados y, al mismo tiempo, reducir la demanda de trabajadores no cualificados. Si los grandes productores agrícolas prósperos tienen más facilidad de acceso a la automatización que los productores más pequeños y pobres, se corre el riesgo de que la automatización agrave las desigualdades, algo que debe evitarse a toda costa. Si la automatización, sobre todo la mecanización basada en maquinaria pesada, no se gestiona debidamente y no se adapta bien a las condiciones locales, puede poner en peligro la sostenibilidad agrícola. Estos riesgos son reales y se reconocen y analizan en el presente informe.

Sin embargo, como también se indica en el informe, decir no a la automatización no es el camino a seguir. La FAO cree realmente que sin avances tecnológicos y un aumento de la productividad, no existe ninguna posibilidad de liberar a cientos de millones de personas de la pobreza, el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Rechazar la automatización puede suponer condenar a los trabajadores agrícolas a un futuro de productividad baja y remuneración escasa por su trabajo perennes. Lo que importa es la manera en la que el proceso de automatización se lleva a cabo en la práctica, no si este se produce o no. Debemos velar por que la automatización se realice de modo que sea inclusiva y promueva la sostenibilidad.

A lo largo de todo este informe, la FAO transmite el concepto de un cambio tecnológico responsable para que la automatización agrícola sea un éxito. ¿Qué entraña esto?

En primer lugar, la automatización debe formar parte de un proceso de transformación agrícola que discurra paralelamente a cambios de mayor alcance en la sociedad y los sistemas agroalimentarios, los facilite y se vea facilitada por estos. Para ello, es esencial que la adopción de la automatización responda a incentivos reales. Así pues, las tecnologías que ahorran mano de obra pueden impulsar el proceso de transformación agrícola si responden a una creciente escasez de mano de obra y un aumento de los salarios rurales. Por otro lado, si se crean de forma artificial incentivos para la adopción de la automatización o de tecnologías de automatización específicas, por ejemplo, a través de subvenciones públicas —particularmente en contextos en los que la mano de obra es abundante—, la introducción de la automatización puede ser muy perjudicial y tener repercusiones socioeconómicas y en el mercado laboral negativas. Sin embargo, también es importante que las políticas públicas no obstaculicen la automatización, ya que esto podría condenar a los productores y trabajadores agrícolas a un futuro de productividad y competitividad perennemente bajas. En el presente informe se sostiene que la función que corresponde a los gobiernos es crear un entorno propicio que facilite la adopción de soluciones de automatización convenientes, en lugar de incentivar directamente soluciones específicas en contextos en los que podrían resultar inadecuadas o impedir de cualquier modo la adopción de la automatización.

Para mantener la coherencia con los ODS, la automatización ha de ser inclusiva. Debe ofrecer oportunidades para todos, desde los pequeños productores hasta las grandes explotaciones comerciales, y a grupos marginados como mujeres, jóvenes y personas con discapacidad. Deben superarse los obstáculos que dificultan la adopción de la automatización, sobre todo en el caso de las mujeres. Poner soluciones técnicas adecuadas a disposición de todas las categorías de productores supone hacer que las tecnologías sean neutrales respecto de la escala, esto es, hacerlas aptas para los productores de todas las escalas, o accesibles a todos a través de mecanismos institucionales tales como servicios compartidos. Potenciar las competencias digitales mediante educación y capacitación es asimismo esencial para facilitar la introducción y evitar brechas digitales basadas en la desigualdad de conocimientos y habilidades.

Para mejorar la sostenibilidad y ser realmente inclusivas y transformadoras, las soluciones de automatización deben adaptarse al contexto local, no solo en lo que respecta a las características de los productores, sino también a las condiciones biofísicas, topográficas, climáticas y socioeconómicas locales. Este informe es realista y no ofrece una única solución válida para todos los casos. La solución tecnológica más avanzada no es necesariamente la más apropiada en todas partes y para todos. Como muestran las pruebas presentadas, en algunas situaciones, tecnologías sencillas como maquinaria pequeña e incluso equipo de mano pueden generar importantes beneficios para los pequeños productores y hacer posible la producción en terrenos accidentados. Incluso existen situaciones en las que los productores podrían ser capaces de pasar directamente a soluciones tecnológicas más avanzadas. Resulta esencial que los propios productores agrícolas elijan las tecnologías más adecuadas a sus necesidades y que los gobiernos, por su parte, creen el entorno propicio que les permita hacerlo.

Por último, en el presente informe también se sostiene que la automatización agrícola debe contribuir a una agricultura más sostenible y resiliente. En el pasado, la utilización de maquinaria pesada a gran escala ha tenido a menudo efectos negativos en la sostenibilidad ambiental. Para hacer frente a este problema, es necesario adaptar la mecanización a maquinaria más pequeña y más ligera. Al mismo tiempo, la agricultura digital y la robótica que facilitan la agricultura de precisión ofrecen soluciones más eficientes en cuanto al uso de los recursos y más sostenibles desde un punto de vista ambiental. La investigación técnica y agronómica aplicada puede ayudar a encontrar soluciones que pueden conducir a nuevos avances hacia la sostenibilidad ambiental.

En el presente informe se analizan en detalle estas cuestiones y se presenta un examen objetivo y en profundidad de la automatización agrícola, se disipan los mitos infundados que la rodean y se sugieren formas de avanzar con vistas a la adopción de la automatización agrícola en diferentes contextos nacionales y locales. Se señalan esferas en las que sería fundamental realizar intervenciones en materia de políticas e inversiones para conseguir que la automatización agrícola contribuya al desarrollo inclusivo y sostenible.

La FAO cree firme y estratégicamente en la tecnología, la innovación y los datos, apoyados por la gobernanza, el capital humano y las instituciones adecuados, como aceleradores transversales e intersectoriales clave en todas sus intervenciones programáticas para acelerar las repercusiones y, al mismo tiempo, reducir al mínimo las desventajas. Sin duda, estos aceleradores catalizarán la transformación agrícola en todos los contextos. Tengo la esperanza de que este informe de la FAO pueda contribuir de manera constructiva al debate sobre políticas en esta esfera de gran relevancia para la consecución de los ODS.

Qu Dongyu
Director General de la FAO

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