Al igual que todo avance tecnológico, la automatización agrícola puede tener consecuencias sociales y ambientales negativas. Por lo tanto, si bien se prometen los beneficios mencionados, es posible que estos no se produzcan automáticamente y dependan de una gestión adecuada. Los factores estructurales de la agricultura y de la economía en general pueden obstaculizar la adopción inclusiva y sostenible de la automatización agrícola. La fragmentación de las tierras, por ejemplo, es una grave limitación en muchas regiones y puede hacer que la automatización agrícola sea económicamente inviable. La falta de infraestructura adecuada, como carreteras, conectividad y electricidad, también puede condicionar la adopción y excluir a los productores que trabajan en zonas más desfavorecidas y remotas. En determinadas condiciones, la automatización agrícola puede desplazar la mano de obra rural y tener consecuencias negativas para el medio ambiente, como la degradación de las tierras y la pérdida de biodiversidad. Estas dificultades se presentan en las secciones siguientes y se examinan más detalladamente en los capítulos 2 y 4.
Desigualdad en cuanto a la capacidad
Es posible que los beneficios que promete la automatización agrícola no se distribuyan de forma equitativa entre los productores y otras partes interesadas, exacerbando las desigualdades sociales y creando nuevas desigualdades al favorecer a actores ya poderosos en la producción de alimentos48, 49. Este puede ser el caso, en particular, si las empresas tecnológicas —que ya son grandes y tienen un poder de mercado considerable— retienen y poseen los datos, que pueden utilizar de maneras que no se ajustan a las políticas de protección de datos, lo que conduce a la creación de monopolios de datos50. Las desigualdades también pueden verse exacerbadas si los productores más grandes, más ricos y con más instrucción tienen mayor capacidad (por ejemplo, fondos, infraestructura rural, competencias) para invertir en nuevas tecnologías o para reciclarse y adquirir nuevas competencias. De hecho, muchos agricultores pueden carecer de la capacidad básica para manejar las tecnologías de automatización digital o entender su funcionamiento. Un buen profesional agrícola no es necesariamente un experto en tecnologías digitales, y lo mismo ocurre con los agentes de extensión y los proveedores de servicios. La creación de capacidad y la adaptación de la agricultura son esenciales para la adopción de equipo automatizado y su correcta utilización; los agricultores pueden aprovechar todo el potencial de la automatización únicamente si cuentan con la capacidad necesaria15.
En este sentido, las mujeres suelen estar más marginadas que los hombres en cuanto a las oportunidades de instrucción18 y tienen menor acceso a financiación51. Los hombres suelen hacerse cargo de la compra y la venta de los cultivos y poseer y manejar los nuevos equipos, reduciendo el control de las mujeres sobre los ingresos producidos y relegándolas a las tareas que requieren más mano de obra, como el deshierbe y el trasplante52. Asimismo, los jóvenes rurales, especialmente las mujeres, enfrentan importantes obstáculos para obtener educación y capacitación de calidad, así como para acceder a las tierras, el crédito o los mercados53.
Perturbaciones del mercado laboral
Según datos comprobados recientes de otros sectores, la automatización puede aumentar la demanda de puestos de trabajo mejor remunerados que requieren educación secundaria, en los que los seres humanos tienen una ventaja comparativa sobre las máquinas (por ejemplo, gestión y análisis de datos), pero reducir la demanda de puestos de trabajo que implican tareas rutinarias (por ejemplo, la siembra y la cosecha)54, 55. A medida que los países se desarrollan, las cifras del empleo total en la agricultura disminuyen; sin embargo, todavía hay aproximadamente entre 300 y 500 millones de trabajadores asalariados que dependen de trabajos agrícolas56. En muchos países, la proporción de la mano de obra en la agricultura sigue siendo elevada —por ejemplo, en Burundi (86 %), Somalia (80 %), Malawi (76 %), Chad (75 %), Níger (73 %) y Uganda (72 %)— y esto va a menudo acompañado de elevadas tasas de analfabetismo, pobreza y desigualdad de género.
En estos países, una reducción de las necesidades de mano de obra directa por unidad de producción puede crear desigualdades o agravar las ya existentes. Por este motivo, en algunos contextos, la automatización agrícola puede ser poco atractiva e inviable desde el punto de vista político. En última instancia, las repercusiones en la mano de obra y los salarios estarán determinadas por una serie de factores, como la capacidad para generar puestos de trabajo nuevos y más atractivos u opciones alternativas de empleo decente fuera del sector agrícola. También dependerán de si los efectos de escala —cuando los agricultores amplían la escala de su producción y aumentan sus ingresos— superan los efectos de sustitución cuando la mano de obra es expulsada del sector57. Sin embargo, con políticas y un entorno legislativo y reglamentario adecuados, la automatización agrícola puede crear oportunidades económicas, fomentar empleo decente que proporcione un ingreso vital adecuado y condiciones de trabajo razonables, así como atraer nuevamente a los jóvenes al sector agrícola.
Preocupaciones relacionadas con el medio ambiente
Existe la preocupación de que, si no se gestionan bien, algunos tipos de automatización agrícola, especialmente aquellos que dependen de maquinaria pesada y de gran tamaño, pueden poner en riesgo la sostenibilidad y la resiliencia del medio ambiente, ya que contribuyen a la deforestación, al monocultivo de tierras agrícolas, a la pérdida de biodiversidad, a la degradación de las tierras, a la compactación y erosión del suelo, a la acumulación de salinidad y al mal funcionamiento de los sistemas de drenaje58. Aunque estas preocupaciones deben considerarse con seriedad, muchas pueden evitarse o reducirse al mínimo con políticas y legislación adecuadas. Además, determinados avances recientes en la maquinaria y el equipo de automatización —especialmente el equipo pequeño basado en la IA— pueden invertir algunos de los efectos negativos en el medio ambiente de la maquinaria de automatización antigua (véase el Capítulo 3).
Las posibles oportunidades, dificultades y consecuencias de la automatización agrícola dependen de la tecnología específica que se utilice y de su diseño, así como del grado en que se ajuste a las condiciones locales y se adapte a la realidad local. Además, el nivel de desarrollo socioeconómico, junto con las limitaciones institucionales y políticas, determina la combinación de tecnologías adecuadas que probablemente se adopten. En consecuencia, los efectos —positivos y negativos— de la automatización de la agricultura dependen en gran medida del contexto. Es importante evaluar si las condiciones ambientales, sociales y políticas son las adecuadas en cada país o región antes de proponer soluciones de automatización concretas. No todas las tecnologías de automatización se adaptan a todos los contextos, y puede ser necesario considerar versiones adaptadas.