La participación y la implicación plenas y en condiciones de igualdad de mujeres y hombres y el correspondiente reparto de beneficios, es decir, la igualdad de género, en el sector de la pesca y la acuicultura son fundamentales para el logro de la sostenibilidad y la inclusividad (FAO, 2020m).
Aunque las mujeres constituyen la mitad de la fuerza de trabajo global en la totalidad de las cadenas de valor de la pesca y la acuicultura, donde ejercen funciones esenciales, les corresponde un porcentaje desproporcionadamente alto de la fuerza laboral dedicada al empleo informal, peor remunerado, menos estable y que exige un menor nivel de aptitudes. En la acuicultura representan el 18 % de la fuerza de trabajo en el sector primario; en la pesca la proporción es del 18 %, y en los distintos componentes de la cadena de valor anteriores y posteriores a la captura, cerca del 50 %. Además de conformar la columna vertebral de las economías rurales (FAO, 2020m), las mujeres contribuyen de forma apreciable a la seguridad alimentaria y la nutrición de los hogares al tiempo que se ocupan de las tareas domésticas y los cuidados. Las funciones que ejercen las mujeres suelen verse influidas por los contextos sociales, culturales y económicos en los que viven, y a menudo encuentran obstáculos en función del género que estorban su capacidad de actuar (es decir, su capacidad de elegir y de actuar en consecuencia) y les impiden beneficiarse plenamente de la función que ejercen en el sector.
“Género” no hace referencia a hombres y mujeres (algo que se denomina “sexo”, entendido como características biológicas que distinguen a hombres, mujeres y personas intersexuales), sino a una construcción social propia de un contexto y un momento específicos. Hace referencia a los atributos y oportunidades sociales que se asocian al hecho de ser hombre y mujer. Así pues, género se refiere a las funciones, comportamientos, actividades y atributos que una determinada sociedad en un momento dado considera apropiados para los hombres y las mujeres. Además, hace referencia a la relación entre hombres y mujeres, por separado y entre sí, y determina lo que se espera, se permite y se valora en una mujer o un hombre en un contexto dado.
Estas expectativas condicionadas por el género determinan, en general, la interacción entre mujeres y hombres y el grado en que se benefician de su interacción en la totalidad de la cadena de valor de la pesca y la acuicultura. Esta manera de entender la función y los beneficios encuentra un matiz crucial en el concepto de interseccionalidad. Debe tenerse en cuenta que las intersecciones entre distintas dimensiones sociales (no solo el género, sino también la clase, la edad, la etnia, la raza, la casta, la religión y la orientación sexual), que representan los distintos componentes de la identidad, pueden desembocar en desigualdades interseccionales y combinadas, no solo entre mujeres y hombres, sino también en el ámbito de un grupo de mujeres o de hombres.
Debe incluirse la interseccionalidad en el análisis como base de la ubicación social de las personas y su grado relativo de acceso al poder o de opresión y vulnerabilidad, lo cual contribuye a su vez a determinar la función que cumplen en el sector de la pesca y la acuicultura (Williams et al., eds., 2012). De no tenerse en cuenta estas intersecciones, podrá excluirse inadvertidamente a los grupos más vulnerables y se correrá el riesgo de afianzar y agravar las desigualdades en las comunidades pesqueras y acuícolas (Ferguson, 2021).
Al igual que las mujeres no conforman un grupo homogéneo, las distintas funciones que cumplen las mujeres en la totalidad del sector de la pesca y la acuicultura presentan grandes variaciones que van de la recolección de mariscos y algas marinas, la pesca en pequeña escala y la reparación de redes a la elaboración y comercialización de productos pesqueros y acuícolas10 (Recuadro 32). Sin embargo, es sistemática la dinámica de género que favorece a los hombres por encima de las mujeres, así como el control ejercido a partir de funciones basadas en el género (FAO, 2017). Aunque las mujeres soportan una triple carga de trabajo y a menudo sufren violencia de género (Siles et al., 2019), en el sector de la pesca y la acuicultura es frecuente que:
- tengan un acceso limitado a servicios de información, divulgación y financieros, a infraestructura, a protección social y a empleo decente;
- tengan un acceso limitado a recursos físicos y de capital;
- se vean excluidas de los puestos decisorios y directivos;
- perciban menos beneficios de sus actividades y tengan menos derechos y privilegios, y
- tengan un control limitado de los mercados, la fijación de los precios y la interacción con las cadenas de valor.
RECUADRO 32 ACTIVIDADES EMPRESARIALES DE MUJERES QUE HAN TENIDO ÉXITO
PROYECTO DE ACUICULTURA EN FILIPINAS: FORTALECIMIENTO DE PEQUEÑOS EMPRESARIOS ACUÍCOLAS-EL CASO DE UNA ASOCIACIÓN DE MUJERES EN FILIPINAS
En Filipinas, el Club de Mejoras Rurales de Binmaley, pequeña asociación de mujeres especializada en la cría y la elaboración del chano, pasó a ocupar un lugar central en la correspondiente cadena de valor y en la economía local. La asociación, que ofreció a las mujeres la oportunidad de organizarse, es un ejemplo efectivo de espíritu de empresa impulsado por mujeres en el sector de la acuicultura. La FAO promovió este estudio de casos en apoyo de un taller de formación sobre desarrollo de la cadena de valor acuícola y participación en ella; presentando las actividades y la organización del Club, puso de manifiesto la manera en que ese tipo de asociaciones puede empoderar económicamente a las mujeres y propiciar el desarrollo comunitario y la obtención de resultados empresariales excepcionales. Los conocimientos y aptitudes de las mujeres fueron esenciales tanto para establecer una base sólida a efectos de realizar eficazmente diversas tareas como para obtener excelentes productos elaborados a partir de materias primas de gran calidad. Desde el punto de vista empresarial persiguieron la eficiencia y la rentabilidad haciendo uso de sus habilidades culinarias para obtener productos con valor añadido a partir de pescado de acuicultura y diversificar su oferta a la vez que reducían el desperdicio de alimentos. De ese modo se empoderó a las mujeres, que elevaron su capacidad de liderazgo aportando ingresos adicionales a las familias al tiempo que contribuyeron al desarrollo de una empresa acuícola en el sector local y a la igualdad de género a más largo plazo.
PROYECTO DE ALGAS MARINAS EN KENYA: APOYO A LA PRÁCTICA DE LA MARICULTURA EN KENYA CONFORME A UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO (TCP/KEN/3502) - GRUPOS DE AUTOAYUDA
En 2015 la solicitud de asistencia técnica de la FAO formulada por el Gobierno de Kenya desembocó en un proyecto dirigido a empoderar a pequeños productores y capacitarlos en la producción de algas marinas, mejillones, ostras, cangrejos y chanos. Mujeres para las Algas Marinas en Kibuyuni es uno de los cinco grupos beneficiarios del proyecto de la FAO, que facilitó la construcción de cobertizos de secado con soportes elevados en los que podía extenderse el material cultivado para que se secara en condiciones seguras. El objetivo consistía en promover la reducción de las pérdidas posteriores a la cosecha y mejorar la calidad del cultivo al objeto de obtener precios de mercado más altos. El proyecto también vinculaba una empresa internacional que compraba las algas marinas secas con Mujeres para las Algas Marinas en Kibuyuni, que al término del ciclo del proyecto contaba con 52 miembros y estaba inscrita ante el Gobierno de Kenya como grupo de autoayuda.
La historia de Tima Mwalimu Jasho, productora de algas marinas que utilizó parte de sus ahorros para construir una casa de un dormitorio que tiene en alquiler, resuena con fuerza después de que la venta de 41 toneladas de algas marinas haya generado más de 13 000 USD tras una actividad de la FAO de formación en cultivo de algas marinas en Kenya. Ha afirmado que “hemos vivido en la pobreza sin darnos cuenta de que estábamos sentados sobre algo que podía favorecer nuestro futuro”.
Los miembros del grupo han aumentado los beneficios percibidos del cultivo de algas marinas gracias a la capacitación impartida en el marco del proyecto en materia de mejores prácticas de dirección de empresas y de adición de valor. El grupo suministra a los compradores algas marinas crudas y obtiene ingresos adicionales de una amplia gama de productos con valor añadido como zumos, galletas, tortas, ensaladas de verduras, pastillas de jabón, jabón líquido y otros artículos de cosmética. Gracias a los ingresos generados por la venta de las algas marinas crudas y los productos con valor añadido ha mejorado gradualmente el nivel de vida de las comunidades, y la mayoría de los beneficiarios son mujeres, que han traído alimentos al hogar, construido casas nuevas, educado a sus hijos y adquirido mejores materiales de construcción para su vivienda.
Aunque el proyecto finalizó en 2017, los beneficios siguen percibiéndose. La iniciativa piloto fue un éxito para Mujeres para las Algas Marinas en Kibuyuni, que desde entonces ha pasado de ser un grupo de autoayuda a convertirse en cooperativa inscrita como cooperativa de ahorro y crédito con el nombre de Asociación de Productores de Algas Marinas de Kibuyuni.
La discriminación de género no solo repercute directamente en las mujeres, sino que también penaliza considerablemente al sector de la pesca y la acuicultura en forma de pérdidas de productividad, ineficiencias y pérdidas de oportunidades de innovación y espíritu de empresa entre las mujeres.
El logro de la igualdad de género reviste aún mayor urgencia en el contexto de la pandemia de la COVID-19, que ha resultado vector e indicador de desigualdades al exacerbar la discriminación que ya existía en el sector. A medida que las escuelas se cerraban y los sistemas de asistencia sanitaria se sobrecargaban para contener la pandemia, se intensificó el reparto, determinado por el género, de las labores domésticas y de cuidados no remuneradas, conforme al cual correspondían a las mujeres y las niñas funciones de cuidadoras. La situación se complica aún más por el hecho de que las mujeres y las niñas han visto limitado su acceso a servicios de atención sanitaria y salud sexual y reproductiva. Además, en todo el mundo se ha observado un aumento de la violencia doméstica y de género y de los abusos y la explotación sexuales. Las mujeres conforman una población vulnerable en situación de riesgo como consecuencia de su participación tradicional y predominante en actividades posteriores a la captura, incluidas actividades posteriores como la elaboración de productos acuáticos11 y la venta, el almacenamiento, el embalaje y la comercialización de pescado fresco. Su vulnerabilidad se agudiza a raíz de la necesidad de seguir llevando a cabo sus actividades a fin de mantener sus ingresos y alimentar a su familia (Misk y Gee, 2020).
Transversalización de la perspectiva de género en la pesca y la acuicultura
En la Política de igualdad de género de la FAO se fija el objetivo claro de “conseguir la igualdad entre mujeres y hombres en la agricultura y el desarrollo rural sostenibles con miras a la eliminación del hambre y la pobreza” (FAO, 2015). La igualdad de género puede definirse sencillamente como el estado en el que las mujeres y los hombres gozan de los mismos derechos, oportunidades y beneficios en la vida civil y política, y el instrumento de transversalización del género de la FAO puede contribuir a su logro. Para ello es preciso evaluar las consecuencias para las mujeres y los hombres de cualquier actividad planificada, inclusive las leyes, políticas o programas, en todos los sectores y a todos los niveles. Ello sirve para hacer que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, así como de los hombres, sean un elemento integrante de la elaboración, la aplicación, la supervisión y la evaluación de las políticas y los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, a fin de que las mujeres y los hombres se beneficien por igual y se impida que se perpetúe la desigualdad. El objetivo final es lograr la igualdad entre los géneros. Así aparece consagrado en el ODS 5, Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas, a la vez objetivo independiente expreso y cuestión transversal, así como motor del desarrollo sostenible en todas sus dimensiones que tiene en cuenta el género. Por ese motivo se afirma repetidamente que, a falta de una incorporación sistemática de la perspectiva de género en la consecución y el seguimiento de los ODS, los progresos se estancarán irremediablemente y no se cumplirá la Agenda 2030 (ONU-Mujeres, 2021).
En las Directrices PPE se describe un compromiso claro con la equidad y la igualdad de género para sentar un precedente como primer instrumento en materia de pesca que se ocupa directamente del género (GAF, 2018). En 2018 la Declaración de Santiago de Compostela por la igualdad de oportunidades en el sector pesquero y acuícola supuso un llamamiento claro a mejorar la situación de las mujeres que se dedicaban a la pesca y la acuicultura velando por la igualdad de oportunidades de las mujeres (Venugopalan, 2018). Al año siguiente, la FAO acogió el Simposio Internacional sobre Sostenibilidad de la Pesca (FAO, 2019), que puso de manifiesto la función de la mujer en todo el sector y subrayó la necesidad de mejorar y reconocer plenamente esta función y dar prioridad al logro de la igualdad de género. En el año 2021 se emitió una declaración fundamental: la Declaración de 2021 del Comité de Pesca en favor de la pesca y la acuicultura sostenibles (véase la sección “Oportunidades de la ordenación de la pesca y la acuicultura en el ámbito de la ciencia”; FAO, 2021b).
En la Declaración del Comité de Pesca se reconoce la función esencial de las mujeres como agentes destacados en el sector de la pesca y la acuicultura en pro de la consecución de los ODS. Se expresa la firme voluntad de los Miembros de la FAO de garantizar “el empoderamiento de las mujeres velando por que puedan acceder sin limitaciones al sector de la pesca y la acuicultura y tengan igualdad de oportunidades en él aplicando políticas con una perspectiva de género”. La Declaración de Shanghái, aprobada por los participantes en la Conferencia Mundial sobre la Acuicultura Milenio +20, promueve la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer en el desarrollo de la acuicultura. Actualmente se elaboran las Directrices para la acuicultura sostenible a fin de orientar a los Miembros de la FAO y todas las partes interesadas en cuanto al diálogo, los procesos normativos y las medidas en aras de la obtención de un desarrollo de la acuicultura sostenible y equitativo. La igualdad de género y el empoderamiento de la mujer aparecen a título tanto de módulo temático como de tema transversal en atención a la necesidad de abordar específicamente estas cuestiones fundamentales y de incorporarlas en todas las dimensiones de la acuicultura (FAO, 2022).
Enfoques transformadores en materia de género
Se han formulado enfoques transformadores en materia de género como instrumento que permite revelar las causas subyacentes y la medida de la desigualdad y la discriminación de género y, a continuación, abordar estas causas subyacentes corrigiendo los desequilibrios de poder en los planos individual y social. Estos enfoques son un instrumento poderoso de empoderamiento de las mujeres y las niñas y de incorporación de cambios radicales en las comunidades pesqueras y acuícolas. Sin embargo, ha de subrayarse que estos cambios tienen lugar lentamente y solo con la implicación y la contribución de los hombres y de la totalidad de la familia y la comunidad. Este enfoque presenta una manera de avanzar que puede adaptarse, y se ha adaptado, a contextos pesqueros y acuícolas para que el sector pueda alcanzar plenamente su potencial mediante el logro de la igualdad de género.
Las mujeres como agentes del cambio
La labor de la FAO de transversalización de la perspectiva de género en la pesca y la acuicultura sigue los métodos de los enfoques transformadores en materia de género y es consonante con los cuatro objetivos previstos en la Estrategia de la FAO sobre cuestiones de género (FAO, 2020m):
- Las mujeres y los hombres deben gozar de igualdad de representación y de participación en el poder de decisión en las instituciones y organizaciones rurales a efectos de determinar los marcos jurídicos, las políticas y los programas pertinentes.
- Las mujeres y los hombres gozan de igualdad de derechos, acceso y control respecto de los recursos naturales y productivos para contribuir a la agricultura y el desarrollo rural sostenibles y beneficiarse de ellos.
- Las mujeres y los hombres gozan de igualdad de derechos y acceso respecto de los servicios, los mercados y el trabajo decente y de igualdad en el control de los ingresos y beneficios conexos.
- La carga de trabajo de las mujeres se reduce mediante la ampliación de su acceso a tecnologías, prácticas e infraestructura y la promoción de una distribución equitativa de las responsabilidades, incluso en los hogares.
Esta labor va dirigida a fomentar el potencial y la capacidad de las mujeres de las comunidades pesqueras y acuícolas de todo el mundo al tiempo que se reconoce su función como destacadas agentes del cambio en aras de la transformación azul12. En palabras del Director General de la FAO:
Las mujeres y las niñas pueden cumplir un papel crucial en la respuesta a la pandemia de la COVID-19, en particular por lo que se refiere a la transformación de nuestros sistemas agroalimentarios. Todos debemos aunar fuerzas para propiciar los cambios necesarios a fin de empoderar a las mujeres y las niñas, en particular las de las zonas rurales (FAO, 2021u).