Más de 733 millones de personas, que suponen casi el 10% de la población mundial, viven en países con niveles altos y críticos de estrés hídrico, a saber, el 70% y el 100%, respectivamente. Entre 2018 y 2020, el número de personas que vivía en zonas con una escasez crítica de agua aumentó del 6% al 7%, si bien en las zonas de alta escasez de agua, las cifras se redujeron del 4% al 2% (Figura S.7). Unos 1 200 millones de personas viven en zonas en las que condiciones graves de déficit y escasez de agua dificultan la agricultura y en las que son muy frecuentes las sequías en las tierras de cultivo de secano y zonas de pastoreo o el estrés hídrico es alto en las zonas de regadío.
El aumento de las poblaciones conlleva una reducción de los recursos naturales disponibles por habitante. En África subsahariana, la disponibilidad de agua per cápita disminuyó un 40% durante el último decenio y la superficie agrícola se redujo de 0,80 a 0,64 hectáreas per cápita entre 2000 y 2017. África septentrional, África meridional y África occidental disponen de menos de 1 700 m3 per cápita cada una, lo que se considera un nivel que pone en peligro la capacidad de un país para satisfacer la demanda de agua del sector alimentario y otros sectores.
Además, más de 286 cuencas fluviales y unos 600 acuíferos cruzan fronteras internacionales. Sin embargo, más del 60% de las cuencas fluviales transfronterizas y un porcentaje mucho mayor de acuíferos compartidos siguen careciendo de mecanismos para la gestión transfronteriza conjunta y adaptativa con miras a abordar la asignación de recursos y la lucha contra la contaminación de las aguas. Es esencial fortalecer la cooperación en materia de aguas transfronterizas para alcanzar las metas de los ODS relacionadas con el agua y los ODS en general.