En este capítulo se presentan una evaluación mundial actualizada de la seguridad alimentaria y la nutrición hasta el año 2023 y un informe sobre los progresos realizados en la consecución de las metas 2.1 y 2.2 de los ODS, consistentes en poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año y erradicar todas las formas de malnutrición para 2030.

En la Sección 2.1 se presenta una evaluación actualizada del estado de la seguridad alimentaria y los progresos realizados en la consecución de la meta relativa al hambre y la inseguridad alimentaria (meta 2.1 de los ODS). Se incluyen estimaciones mundiales, regionales y subregionales actualizadas hasta 2023 de los dos indicadores correspondientes a la meta 2.1 de los ODS: la prevalencia de la subalimentación y la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria. También se proporcionan estimaciones mundiales y regionales actualizadas de la prevalencia de la inseguridad alimentaria desglosadas por sexo y por grado de urbanización. En la Sección 2.2 se presentan estimaciones mejoradas del costo y de la asequibilidad de una dieta saludable en relación con el período comprendido entre 2017 y 2022 mediante el aporte de información sobre el acceso económico a alimentos diversos y nutritivos en todo el mundo. La evaluación de este año refleja los últimos datos sobre los precios de los alimentos publicados por el Programa de Comparación Internacional (PCI) y las mejoras metodológicas introducidas con el fin obtener estimaciones más precisas de la asequibilidad. En la Sección 2.3 se presentan análisis sobre el estado de la nutrición en el mundo y los progresos en relación con las metas mundiales en materia de nutrición, definidas en 2012 por la Asamblea Mundial de la Salud y plasmadas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (meta 2.2 de los ODS). Este año se ofrece información actualizada sobre la lactancia materna exclusiva y la obesidad en adultos. En esta sección también se destacan aspectos relacionados con los avances en los países menos adelantados y la doble carga de la malnutrición.

2.1 Indicadores de la seguridad alimentaria: información actualizada y últimos progresos con vistas a poner fin al hambre y garantizar la seguridad alimentaria

MENSAJES PRINCIPALES
  • Tras dispararse entre 2019 y 2021, el hambre mundial, medida por la prevalencia de la subalimentación, se ha mantenido tres años consecutivos prácticamente en el mismo nivel, y en 2023 seguía afectando al 9,1 % de la población, frente al 7,5 % en 2019.
  • Se calcula que, entre 713 y 757 millones de personas, que suponen respectivamente entre el 8,9 % y el 9,4 % de la población mundial, podrían haber padecido hambre en 2023. Si se considera el valor medio (733 millones), se trata de unos 152 millones de personas más que en 2019.
  • Las tendencias en el plano regional difieren considerablemente. Aunque el hambre sigue aumentando en África, se ha mantenido relativamente sin variaciones en Asia, y en América Latina se registran progresos notables. De 2022 a 2023, el hambre aumentó en Asia occidental, el Caribe y en la mayoría de las subregiones de África.
  • África sigue siendo la región que registra las mayores estimaciones de la proporción de población aquejada de hambre: un 20,4 %, frente a un 8,1 % en Asia, un 6,2 % en América Latina y el Caribe y un 7,3 % en Oceanía. Sin embargo, más de la mitad de la población mundial que padece hambre —unos 385 millones de personas— sigue encontrándose en Asia. En 2023, el hambre afectó también a casi 300 millones de personas en África, a más de 40 millones en América Latina y el Caribe y a más de 3 millones en Oceanía.
  • Está previsto que a finales del decenio 582 millones de personas padezcan subalimentación crónica y más de la mitad de ellas se encuentren en África. Se trata de cerca de 130 millones de personas subalimentadas más que en la situación en que se encontraba la economía mundial antes de la pandemia de la COVID-19.
  • Más allá del hambre, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave sigue por encima de los niveles anteriores a la pandemia, y apenas ha habido variaciones en los últimos cuatro años. Se estima que, en 2023, el 28,9 % de la población mundial (2 330 millones de personas) padecía inseguridad alimentaria moderada o grave, es decir, carecía de acceso sistemático a una alimentación adecuada. Estas estimaciones se refieren a un 10,7 % de la población (864 millones de personas) que padecieron inseguridad alimentaria a nivel grave, lo cual supuso un riesgo importante para su salud y su bienestar.
  • En 2023, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en África (58,0 %) casi duplicaba el promedio mundial, mientras que en Asia, América Latina y el Caribe y Oceanía, la prevalencia se aproximaba a la estimación mundial: 24,8 %, 28,2 % y 26,8 %, respectivamente.
  • La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave persistió prácticamente sin variaciones en África, América septentrional y Europa, y Asia de 2022 a 2023, mientras que en Oceanía empeoró. En cambio, en América Latina se registraron progresos notables.
  • Si bien la inseguridad alimentaria afecta en mayor medida a las mujeres que a los hombres, la brecha de género, que aumentó considerablemente de 2019 a 2021, comenzó a reducirse en 2022 y siguió disminuyendo en 2023. A escala mundial, la diferencia en puntos porcentuales en la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave entre hombres y mujeres disminuyó de 3,6 en 2021 a 2,3 en 2022 y siguió cayendo en 2023 hasta situarse en 1,3.
  • A escala mundial y en todas las regiones excepto en América septentrional y Europa, la prevalencia de la inseguridad alimentaria es sistemáticamente más alta en las zonas rurales que en las urbanas, mientras que la prevalencia en las zonas periurbanas en comparación con las zonas rurales difiere de una región a otra.

Indicador 2.1.1 de los ODS. Prevalencia de la subalimentación

La evaluación del hambre mundial en 2023, medida por la prevalencia de la subalimentación (indicador 2.1.1 de los ODS), revela una constante falta de avance en el cumplimiento del objetivo del Hambre cero. Las presiones inflacionistas, en particular el aumento de los precios relativos de los alimentos, siguen mermando los beneficios económicos en relación con el acceso a los alimentos de muchas personas en muchos países mientras el mundo sigue luchando por recuperarse de la pandemia mundial bajo el influjo de un número creciente de conflictos y fenómenos meteorológicos extremos.

Tras dispararse entre 2019 y 2021, la proporción de la población mundial que padece hambre se ha mantenido prácticamente en el mismo nivel tres años consecutivos, y las últimas estimaciones apuntan a una prevalencia mundial de la subalimentación del 9,1 % en 2023 (Figura 1) (véase el Recuadro 1). Por lo que se refiere a la población, se calcula que aproximadamente entre 713 y 757 millones de personas (8,9 % y 9,4 % de la población mundial, respectivamente) se encontraban subalimentadas en 2023. Si se considera la estimación del valor medio (733 millones), puede que en 2023 hayan padecido hambre unos 152 millones de personas más que en 2019.

FIGURA 1 EL HAMBRE MUNDIAL SE DISPARÓ ENTRE 2019 Y 2021 Y SE HA MANTENIDO EN EL MISMO NIVEL HASTA 2023

NOTAS: Las barras indican los límites inferior y superior del intervalo estimado. * Las previsiones basadas en predicciones inmediatas para 2023 se ilustran con líneas de puntos.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

RECUADRO 1ACTUALIZACIÓN DE LA SERIE DE ESTIMACIONES DE LA PREVALENCIA DE LA SUBALIMENTACIÓN

Como en cada edición de este informe, en lugar de añadir sin más datos nuevos a la serie existente, se ha revisado la serie completa de estimaciones de la prevalencia de la subalimentación desde el año 2000 con el fin de reflejar los datos revisados o adicionales y la información que la FAO ha recibido desde la publicación del año pasado. En algunos casos, la nueva información se refiere a años anteriores, razón por la cual debe revisarse toda la serie y se insta al lector a que no compare las cifras entre distintas ediciones del informe.

En la edición de este año, la principal revisión ha consistido en hacer constar las estimaciones revisadas del grado de desigualdad en el acceso a los alimentos dentro de la población de un mismo país, según se desprende del parámetro del coeficiente de variación debido a los ingresos (Covey) que forma parte de la fórmula de cálculo de la prevalencia de la subalimentación. Desde que se publicó la última edición de este informe, la División de Estadística de la FAO ha tenido acceso a todos los conjuntos de microdatos de 14 encuestas de 13 países, que se han procesado para actualizar el CV|y correspondiente a las siguientes combinaciones de país y año: Armenia (2022), Costa Rica (2019), Côte d’Ivoire (2022), India (2011/12 y 2022/23), Jordania (2017), Kazajstán (2022), Maldivas (2016), Malí (2022), México (2022), Níger (2022), República de Moldova (2022), Senegal (2022) y Timor-Leste (2015).

Los nuevos parámetros de cálculo del CV|y sustituyeron a los valores anteriores para esos países y años, que podían haberse basado en cálculos por interpolación o modelado. A menudo, también es necesario revisar el mismo parámetro en el mismo país para los años anteriores y posteriores con el fin de conciliar los datos antiguos y los nuevos mediante métodos interpolaciones y extrapolaciones coherentes (véase el Anexo 1B).

Además de la revisión de la serie de la prevalencia de la subalimentación en aquellos países sobre los que se dispone de nuevos datos de encuestas y de las correspondientes revisiones de los agregados regionales y mundiales subyacentes, un efecto muy visible de la disponibilidad de datos nuevos procedentes de nueve encuestas realizadas después de 2021 es la reducción de la incertidumbre que rodea a las estimaciones de la prevalencia de la subalimentación para 2022 y 2023. Ello se debe a la introducción en el análisis de datos directos sobre el grado de desigualdad en el acceso a los alimentos en esos países. En ediciones anteriores de este informe, el nivel relativamente más elevado de incertidumbre inducido por la falta de datos nacionales que reflejaran los efectos de la pandemia hizo necesario introducir límites superiores e inferiores en las series de 2020, 2021 y 2022 (véase el Material complementario del Capítulo 2). Si bien nunca desaparecerá la incertidumbre en torno a la situación real en esos años, esperamos que en adelante se siga disponiendo de información más frecuente sobre el consumo de alimentos en más países para que nuestras evaluaciones del estado de la inseguridad alimentaria en el mundo resulten cada vez más fiables.

África es la región que registra la mayor prevalencia de la subalimentación: un 20,4 %, frente a un 8,1 % en Asia, un 6,2 % en América Latina y el Caribe y un 7,3 % en Oceanía (Cuadro 1). Sin embargo, en Asia sigue encontrándose el mayor número: 384,5 millones, equivalentes a más de la mitad de la población mundial que padece hambre. En 2023 podrían haber padecido hambre en África 298,4 millones de personas, frente a 41,0 millones en América Latina y el Caribe y 3,3 millones en Oceanía (Cuadro 2).

CUADRO 1PREVALENCIA DE LA SUBALIMENTACIÓN, 2005-2023

NOTAS: La composición por países de cada agregado regional o subregional puede verse en las Notas sobre las regiones geográficas de los cuadros estadísticos que figuran al final del informe. *Los valores se basan en las estimaciones puntuales; los valores de los límites superior e inferior de los intervalos estimados para los años 2020 a 2023 pueden consultarse en el Material complementario del Capítulo 2.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

CUADRO 2NÚMERO DE PERSONAS SUBALIMENTADAS, 2005-2023

NOTAS: n.n. = no notificado, ya que la prevalencia es inferior al 2,5 %. Los totales regionales pueden ser distintos de la suma de las subregiones debido al redondeo y a valores no notificados. La composición por países de cada agregado regional o subregional puede verse en las Notas sobre las regiones geográficas de los cuadros estadísticos que figuran al final del informe. * Los valores se basan en las estimaciones puntuales; los valores de los límites superior e inferior de los intervalos estimados para los años 2020 a 2024 pueden consultarse en el Material complementario del Capítulo 2.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

Si bien no hubo cambios en la prevalencia del hambre a nivel mundial, sí variaron las tendencias de una región a otra y dentro de cada una. La prevalencia de la subalimentación en África ha aumentado de forma constante entre 2015 y 2023, mientras que en América Latina y el Caribe el hambre ha disminuido desde 2021 y en Asia se ha mantenido relativamente sin variaciones en el mismo período (Cuadro 1, Cuadro 2 y Figura 2).

FIGURA 2 EN ALGUNAS SUBREGIONES DE ASIA Y EN AMÉRICA LATINA SE AVANZÓ EN LA REDUCCIÓN DEL HAMBRE, PERO ESTA SIGUE AUMENTANDO EN ASIA OCCIDENTAL, EL CARIBE Y LA MAYORÍA DE LAS SUBREGIONES DE ÁFRICA

NOTAS: Solo se muestran las regiones para las cuales se disponía de datos correspondientes a todas las subregiones y que presentaban una prevalencia de la subalimentación superior al 2,5 %. Asia oriental no se muestra porque la prevalencia de la subalimentación se ha mantenido sistemáticamente por debajo del 2,5 % desde 2010. * Los valores se basan en los intervalos medios previstos. Los intervalos completos de los valores de 2020 a 2023 pueden consultarse en el Material complementario del Capítulo 2.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

En África se observa un aumento constante del hambre desde 2015. Puede que en 2023 haya pasado hambre más de una persona de cada cinco que habita en África. El hambre aumentó en la mayoría de las subregiones de África de 2022 a 2023, con la excepción de África oriental y África austral. Tras haber aumentado de forma constante desde 2015, la prevalencia de la subalimentación en África oriental disminuyó 1 punto porcentual en 2023 hasta situarse en el 28,6 % (138,5 millones de personas). Aun así, en esta subregión vive casi la mitad de las personas que pasaron hambre en África en 2023. En África austral, la prevalencia de la subalimentación se mantuvo relativamente sin variaciones de 2022 a 2023 tras tres años consecutivos de aumento. En cambio, en África central, la prevalencia de la subalimentación se disparó de 2022 a 2023 al incrementarse en 3,3 puntos porcentuales —el mayor aumento en puntos porcentuales entre todas las subregiones del mundo— hasta alcanzar el 30,8 % (62,2 millones de personas) en 2023. La situación también se deterioró en África occidental, donde la prevalencia de la subalimentación creció abruptamente de 2019 a 2020 y registró un incremento menor en 2021 para volver a aumentar más rápidamente durante dos años consecutivos y alcanzar el 16,0 % (70,4 millones de personas) en 2023. El hambre también aumentó, aunque más lentamente, en la subregión con la prevalencia de la subalimentación más baja del continente, África septentrional, donde en 2023 afectó al 7,8 % de la población (20,7 millones de personas).

La evolución del hambre en Asia reflejó la registrada a nivel mundial: se caracterizó por un acusado aumento de 2019 a 2021, seguido de dos años en los que prácticamente no se produjeron cambios; en 2023 el 8,1 % de la población seguía padeciendo hambre.

En Asia central, tras aumentar del 2,6 % en 2019 al 3,2 % en 2020, la prevalencia de la subalimentación disminuyó ligeramente en los años siguientes hasta situarse en el 3,0 % en 2023. En Asia sudoriental, la prevalencia de la subalimentación aumentó paulatinamente del 5,5 % en 2019 al 6,1 % en 2022 y se mantuvo sin variaciones en 2023. En Asia meridional se observaron progresos alentadores durante dos años consecutivos. Tras un acusado ascenso de 2019 a 2021, la prevalencia de la subalimentación se redujo del 14,5 % en 2021 al 13,9 % en 2023, lo que equivale a 7,7 millones de personas menos aquejadas de hambre. Por el contrario, la situación siguió deteriorándose en Asia occidental, donde el hambre ha ido en aumento desde 2015 hasta alcanzar el 12,4 % en 2023.

En América Latina y el Caribe, si bien los dos años de aumento del hambre a raíz de la pandemia de la COVID-19 reflejaron la tendencia mundial, la recuperación ha sido considerablemente más sólida. Tras pasar del 5,6 % en 2019 al 6,9 % en 2021, la prevalencia de la subalimentación descendió dos años consecutivos hasta llegar al 6,2 % en 2023, descenso que equivale a 4,3 millones de personas en dos años, sobre todo como consecuencia de las mejoras observadas en América del Sur. El progreso es alentador, aunque la prevalencia de la subalimentación sigue muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia.

Al mismo tiempo, se observa una disparidad notable en los progresos correspondientes al ámbito subregional, ya que en el Caribe el hambre afecta a una proporción de la población mucho mayor que además va en aumento. La prevalencia de la subalimentación en el Caribe fue más de tres veces superior a la de América Latina en 2023, y se registró un acusado aumento del 15,4 % en 2021 al 17,2 % en 2023. Estas cifras contrastan con la tendencia registrada en América central, donde la prevalencia de la subalimentación apenas aumentó del 5,6 % en 2019 al 5,9 % en 2022, tras lo cual se observó un leve descenso en 2023. Donde más se ha avanzado ha sido en América del Sur, donde la prevalencia de la subalimentación se redujo dos años consecutivos en un total de 1,3 puntos porcentuales hasta situarse en el 5,2 % en 2023 tras haberse disparado del 4,8 % en 2019 al 6,5 % en 2021 a raíz de la pandemia. Ello supone que el número de personas que padecieron hambre en América del Sur en 2023 se redujo en 5,4 millones con respecto a 2021.

A la hora de considerar estos resultados, también es importante tener en cuenta el deterioro de la situación de la inseguridad alimentaria en los países afectados por crisis humanitarias en evolución, factor que tal vez no se plasme plenamente en las predicciones inmediatas de la prevalencia de la subalimentación para 2023 (véase el Recuadro 2).

RECUADRO 2EL RECRUDECIMIENTO DE LAS CRISIS HUMANITARIAS AUMENTA LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA AGUDA Y PONE EN PELIGRO EL DERECHO A UNA ALIMENTACIÓN ADECUADA EN MUCHOS LUGARES DEL MUNDO

Durante la preparación de esta edición de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, el recrudecimiento de las crisis humanitarias siguió mermando gravemente la seguridad alimentaria y la realización del derecho a una alimentación adecuada en muchos países. Para informar a las instancias decisorias sobre la evolución de esta situación, en el Informe mundial sobre las crisis alimentarias1 se describe con detalle la inseguridad alimentaria aguda que sufre un conjunto de países expuestos actualmente a situaciones de crisis alimentaria. Tanto El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo como el Informe mundial sobre las crisis alimentarias son fruto de una colaboración múltiple que proporciona análisis internacionales de la seguridad alimentaria; no obstante, los lectores deben tener presentes las diferencias de cada informe e cuanto a los objetivos y el alcance geográfico, así como su dependencia de datos y metodologías claramente diferentes para los análisis.

Conviene distinguir que, al informar sobre los indicadores del ODS 2, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo tiene como objetivo general hacer seguimiento periódico de la inseguridad alimentaria crónica —definida como la inseguridad alimentaria que persiste a lo largo del tiempo, en gran medida debido a causas estructurales— en todos los países. Por su parte, el Informe mundial sobre las crisis alimentarias se centra en la inseguridad alimentaria aguda, que se refiere a cualquier manifestación de inseguridad alimentaria en un momento determinado cuya gravedad amenace las vidas humanas o los medios de subsistencia, o ambas cosas, independientemente de las causas, el contexto o la duración. Los análisis de la inseguridad alimentaria aguda presentados en el Informe mundial sobre las crisis alimentarias se basan principalmente en la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases y el Cadre Harmonisé (CIF/CH), y difieren considerablemente de los que sirven de base a los indicadores de los ODS.2 Dado que en situaciones de crisis es esencial actuar en el momento oportuno, las evaluaciones rápidas de la CIF/CH corren a cargo de equipos locales de analistas mediante un proceso consultivo entre los principales asociados del país en materia de seguridad alimentaria, incluidos homólogos gubernamentales, con el objetivo de encontrar convergencias entre todos los datos disponibles, a veces parciales, incluidos los datos de fuentes oficiales y no oficiales recopilados y utilizados comúnmente por la comunidad humanitaria internacional.

Según el Informe mundial sobre las crisis alimentarias de 2024, casi 282 millones de personas hacían frente a niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda en los 59 países o territorios en situación de crisis alimentaria incluidos en el análisis en 2023.* Los cinco países con el mayor número de personas que sufrían niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda eran, en orden descendente, la República Democrática del Congo, Nigeria, el Sudán, el Afganistán y Etiopía, mientras que los países que registraban el mayor porcentaje de población analizada que sufría niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda eran Palestina (Franja de Gaza), Sudán del Sur, el Yemen, la República Árabe Siria y Haití. El 100 % de la población de la Franja de Gaza se enfrentaba a niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda, al igual que más de la mitad de los habitantes de Sudán del Sur, el Yemen y la República Árabe Siria y casi la mitad de la población de Haití.

Según las previsiones, más de 705 000 personas de cinco países o territorios** harían frente en 2023 a niveles de catástrofe (Fase 5 de la CIF/CH) de inseguridad alimentaria aguda, la mayoría de ellas (576 000 personas) en la Franja de Gaza. La Franja de Gaza se convirtió en la crisis alimentaria más grave desde que se realizaron las primeras evaluaciones de la CIF. A finales de 2023, la totalidad de la población de 2,2 millones de personas quedó clasificada en la categoría de personas que se enfrentaban a condiciones de crisis o situaciones peores (Fase 3 de la CIF o superiores), y se calificaba al 80 % de la población de desplazados internos. En un informe especial de la CIF sobre Gaza3 del 18 de marzo de 2024 se advertía de un riesgo inminente de hambruna, con más de una cuarta parte de la población que hacía frente a niveles de catástrofe (Fase 5 de la CIF) de inseguridad alimentaria aguda que, según las previsiones del momento, se extendería hasta poner en peligro a la mitad de la población —1,1 millones de personas— en julio de 2024 si persistían las hostilidades y las restricciones en el acceso a la ayuda humanitaria.

El recrudecimiento del conflicto en el Sudán también dio lugar a niveles extraordinariamente elevados de inseguridad alimentaria aguda con más de 20 millones de personas que hacían frente a condiciones de crisis o situaciones peores (Fase 3 de la CIF o superiores) durante el período de escasez que iba de junio a septiembre de 2023. El Sudán se convirtió así en el país con la mayor crisis de desplazamiento interno del mundo y con el mayor número de personas en el mundo que se encontraban en niveles de emergencia (Fase 4 de la CIF) de inseguridad alimentaria aguda, esto es, 6,3 millones de personas.

La escalada del conflicto, la violencia y los desplazamientos internos también avivaron el empeoramiento de la crisis alimentaria en Haití, donde casi 5 millones de personas, cifra que constituye la mitad de la población, hicieron frente a niveles de crisis de inseguridad alimentaria aguda o situaciones peores (Fase 3 de la CIF o superiores), incluidos 1,8 millones de personas que hicieron frente a niveles de emergencia (Fase 4 de la CIF) durante el período de escasez que iba de marzo a junio de 2023.

Se calcula que en Sudán del Sur 7,8 millones de personas —el 63 % de la población— hacían frente a niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda (Fase 3 de la CIF o superiores) durante la temporada de escasez que iba de abril a julio de 2023, incluidos 2,9 millones en la categoría de emergencia (Fase 4 de la CIF) y 43 000 en la de catástrofe (Fase 5 de la CIF). Casi 13 millones de personas de la República Árabe Siria y 18 millones del Yemen hacían frente a niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda.

Estas son algunas de las crisis humanitarias más graves del mundo que plantean enormes desafíos a la realización del derecho a una alimentación adecuada. Se necesita con urgencia ayuda humanitaria, en particular en forma de agricultura, nutrición y asistencia alimentaria de emergencia, junto con el fin de las hostilidades, el acceso a las poblaciones necesitadas y la reconstrucción de las infraestructuras e instituciones esenciales, que son cruciales para garantizar los medios de vida de la población y el acceso a los productos de primera necesidad. Las semillas de la paz, la seguridad alimentaria y la prosperidad compartida del mañana deben plantarse hoy.

NOTAS: * Los niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda son los que corresponden a la Fase 3 de la CIF (condiciones de crisis) o situaciones peores. Puede obtenerse más información en el Manual de la CIF.4 En el Informe mundial sobre las crisis alimentarias se define la crisis alimentaria como una situación en la que la inseguridad alimentaria aguda exige medidas urgentes para proteger y salvar las vidas y los medios de vida en los planos local o nacional y excede los recursos y capacidades con los que se puede responder a ella a nivel local. ** Burkina Faso, Palestina (Franja de Gaza), Malí, Somalia y Sudán del Sur.

Hacia la erradicación del hambre (meta 2.1 de los ODS): previsiones hasta 2030

Como en ediciones anteriores del presente informe, se emprendieron labores de previsión del número de personas que podrían padecer hambre en 2030 sobre la base de lo que puede deducirse de las previsiones disponibles de variables demográficas, económicas y de la productividad agrícola fundamentales. Las previsiones se obtuvieron mediante la previsión por separado de cada uno de los parámetros en los que se basa el modelo utilizado para estimar la prevalencia de la subalimentación (véase el Material complementario del Capítulo 2).

Las trayectorias se presentan con arreglo a dos situaciones hipotéticas: “perspectivas actuales”, que tiene por objeto plasmar las previsiones actuales de la prevalencia de la subalimentación en 2030 a partir de las perspectivas de la economía mundial presentadas en la edición de abril de 2024 de la base de datos Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional,5 y “previsiones antes de la pandemia de COVID-19”, que se calibran a efectos de reflejar la situación de la economía mundial antes de la pandemia, tal y como se describe en las Perspectivas de la Economía Mundial publicadas en octubre de 2019.6

De la situación actual se desprende que 582 millones de personas, es decir, el 6,8 % de la población mundial, sufrirán subalimentación crónica en 2030, lo que pone de manifiesto el inmenso desafío que supone alcanzar la meta 2 de los ODS (Erradicación del hambre) (Figura 3). Se trata de cerca de 130 millones de personas subalimentadas más que en la situación hipotética de “previsiones antes de la pandemia de la COVID-19”.

FIGURA 3 LAS PREVISIONES DEL NÚMERO DE PERSONAS SUBALIMENTADAS INDICAN QUE EL MUNDO ESTÁ MUY LEJOS DE CUMPLIR EL OBJETIVO DEL HAMBRE CERO PARA 2030

NOTAS: Solo se muestran las regiones para las cuales se disponía de datos correspondientes a todas las subregiones y que presentaban una prevalencia de la subalimentación superior al 2,5 %*. Los valores de 2023 se basan en los intervalos medios previstos.
FUENTE: Elaboración de los autores (FAO).

En la Figura 3 se muestra la manera en que se espera que evolucione la situación en África, Asia, América Latina y el Caribe. Las diferentes trayectorias son evidentes y demuestran que, según las previsiones, prácticamente todos los avances en la lucha contra el hambre se producirán en Asia, que experimentará una firme recuperación en la segunda mitad del decenio, estando previsto que en esta región el número de personas subalimentadas descienda de los 385 millones actuales a 229 millones en 2030, con lo que la prevalencia de la subalimentación se reducirá a casi la mitad (4,8 % para 2030). En América Latina y el Caribe el hambre crónica se reducirá a un ritmo más lento en 8 millones de personas y la prevalencia de la subalimentación se situará por debajo del 5 % para 2030. La situación de estas dos regiones contrasta enormemente con la de África, donde se prevé que 10 millones más de personas (el 18 % de la población) hagan frente al hambre crónica en 2030. Si no se aceleran los esfuerzos y se incrementa la movilización de recursos, dadas las perspectivas actuales, el continente solo logrará estabilizar la situación al elevado nivel de hambre heredado de los últimos años.

Indicador 2.1.2 de los ODS. Prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave entre la población, según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria

La meta 2.1 de los ODS tiene por objeto un mundo sin hambre, pero también va mucho más allá al presentar una visión de un mundo en el que todas las personas tengan acceso a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes durante todo el año. Mediante el indicador 2.1.2 del ODS 2, es decir, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave entre la población según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES), se hace seguimiento de los progresos hacia este objetivo más ambicioso, que en esencia representa la realización del derecho a una alimentación adecuada para todos.

Según las nuevas estimaciones, la prevalencia mundial de la inseguridad alimentaria moderada o grave según la FIES sigue estando muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia de la COVID-19, y apenas se han registrado variaciones en los últimos cuatro años (Figura 4). Desde el acusado aumento de la inseguridad alimentaria que se produjo entre 2019 y 2020 durante la pandemia, los niveles prácticamente no han sufrido variaciones. Se estima que, en 2023, el 28,9 % de la población mundial (2 330 millones de personas) padecía inseguridad alimentaria moderada o grave, es decir, que carecía de acceso regular a una alimentación adecuada. Pese a que la prevalencia permaneció prácticamente sin variaciones entre 2020 y 2023, el número de personas que padecían inseguridad alimentaria moderada o grave en el mundo aumentó en más de 65 millones a medida que la población mundial crecía durante ese período (Cuadro 3 y Cuadro 4).

FIGURA 4 LOS NIVELES DE INSEGURIDAD ALIMENTARIA PERSISTIERON PRÁCTICAMENTE SIN VARIACIONES A ESCALA MUNDIAL DE 2022 A 2023, Y AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE FUE LA ÚNICA REGIÓN EN LA QUE SE REGISTRÓ UNA REDUCCIÓN CONSIDERABLE

NOTAS: Las diferencias en los totales se deben al redondeo a la cifra decimal más próxima. Solo se muestran las regiones para las cuales se disponía de datos correspondientes a todas las subregiones.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

CUADRO 3PREVALENCIA DE LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA DE NIVEL GRAVE ÚNICAMENTE, Y DE NIVEL MODERADO O GRAVE, SEGÚN LA ESCALA DE EXPERIENCIA DE INSEGURIDAD ALIMENTARIA, 2015-2023

NOTA: n. d. = no disponible, ya que solo hay datos disponibles para un número limitado de países que representan menos del 50 % de la población de la región. En las estimaciones para América Latina y el Caribe de 2014 a 2019 figuran países del Caribe cuya población combinada representa solo el 30 % de la población de esa subregión, mientras que en las estimaciones de 2020 a 2023 figuran países del Caribe cuya población combinada representa entre el 60 % y el 65 % de la población de la subregión. Los países incluidos en la estimación de 2023 para la subregión del Caribe son: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Dominica, Granada, Haití, Jamaica, República Dominicana, Saint Kitts y Nevis, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Trinidad y Tabago.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

CUADRO 4NÚMERO DE PERSONAS QUE PADECIERON INSEGURIDAD ALIMENTARIA DE NIVEL GRAVE ÚNICAMENTE, Y DE NIVEL MODERADO O GRAVE, SEGÚN LA ESCALA DE EXPERIENCIA DE INSEGURIDAD ALIMENTARIA, 2015-2023

NOTA: n. d. = no disponible, ya que solo hay datos disponibles para un número limitado de países que representan menos del 50 % de la población de la región. En las estimaciones para América Latina y el Caribe de 2014 a 2019 figuran países del Caribe cuya población combinada representa solo el 30 % de la población de esa subregión, mientras que en las estimaciones de 2020 a 2023 figuran países del Caribe cuya población combinada representa entre el 60 % y el 65 % de la población de la subregión. Los países incluidos en la estimación de 2023 para la subregión del Caribe son: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Dominica, Granada, Haití, Jamaica, República Dominicana, Saint Kitts y Nevis, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Trinidad y Tabago.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

Estas estimaciones se refieren a un 10,7 % de la población (más de 864 millones de personas) que padecían inseguridad alimentaria grave, lo cual supuso que a lo largo del año se les habían acabado a veces los alimentos y que, en el peor de los casos, habían pasado un día entero o más sin comer. La prevalencia de la inseguridad alimentaria grave a escala mundial aumentó del 9,1 % en 2019 al 10,6 % en 2020 y desde entonces se ha resistido al cambio.

Al comparar las situaciones en las distintas regiones del mundo en 2023, África sigue siendo la que registra la mayor proporción de población que padece inseguridad alimentaria. La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en África (58,0 %) casi duplica el promedio mundial, mientras que en Asia, América Latina y el Caribe y Oceanía, la prevalencia se aproxima a la estimación mundial y se sitúa ligeramente por debajo de ella: 24,8 %, 28,2 % y 26,8 %, respectivamente. De 2022 a 2023, la inseguridad alimentaria moderada o grave se mantuvo prácticamente sin variaciones en África y Asia, mientras que empeoró en Oceanía y, en menor medida, en América septentrional y Europa. Por el contrario, se registraron progresos notables en la región de América Latina y el Caribe (Cuadro 3, Cuadro 4 y Figura 4).

En África, el 58,0 % de la población sufría inseguridad alimentaria moderada o grave en 2023, y el 21,6 % hacía frente a inseguridad alimentaria grave, aunque las diferencias entre subregiones eran notables. En África central se registró la mayor prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave (77,7 %, o 157 millones de personas), lo cual la convierte en la subregión del mundo con el nivel más elevado. Le siguen África oriental (64,5 % o 313 millones de personas) y África occidental (61,4 %, o 270 millones de personas). Una cuarta parte de la población de África austral (17,3 millones de personas) y más de un tercio de la población de África septentrional (89,4 millones de personas) padecían inseguridad alimentaria moderada o grave en 2023.

África central es también la subregión con el mayor nivel de inseguridad alimentaria grave de África y del mundo: un 38,0 % en 2023. En África oriental, el 24,2 % de la población sufre inseguridad alimentaria grave, seguida de África occidental (18,8 %), África septentrional (11,9 %) y África austral (10,9 %).

De 2022 a 2023, la proporción de la población que padecía inseguridad alimentaria grave o moderada aumentó al menos levemente en la mayoría de las subregiones de África, especialmente en África austral, donde incrementó en 2,1 puntos porcentuales. Sin embargo, se observaron mejoras en África oriental —una de las subregiones más afectadas— con un descenso de 2,6 puntos porcentuales de 2022 a 2023, lo que equivale a más de 4 millones de personas menos en situación de inseguridad alimentaria grave o moderada en África oriental en un solo año.

Si nos fijamos únicamente en la inseguridad alimentaria grave, la prevalencia se mantuvo relativamente sin variaciones de 2022 a 2023 en África septentrional, África central y África austral, aunque cabe señalar que, debido a la disponibilidad de datos, puede que la tendencia de África septentrional no refleje plenamente los efectos del rápido deterioro de la situación en el Sudán como consecuencia del conflicto que estalló en abril de 2023 (véase el Recuadro 2). La inseguridad alimentaria grave disminuyó ligeramente en África oriental en ese mismo período, en 1,6 puntos porcentuales, mientras que aumentó levemente en África occidental.

Volviendo a Asia, un 24,8 % de la población (1 180 millones de personas) padecía inseguridad alimentaria moderada o grave en 2023, y un 9,8 % (467,3 millones de personas) hacía frente a inseguridad alimentaria grave. La mayoría vive en Asia meridional, donde el 41,1 % de la población (es decir, 833,4 millones de personas) hacía frente a una inseguridad alimentaria moderada o grave, de las cuales cerca de la mitad sufría inseguridad alimentaria grave (387,7 millones de personas, es decir, el 19,1 % de la población de esa subregión). En Asia occidental, el 37,5 % de la población (111,9 millones de personas) padecía inseguridad alimentaria moderada o grave y el 13,3 % (39,7 millones de personas) padecía inseguridad alimentaria grave. La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave fue comparativamente menor en Asia central (16,6 %, o 12,9 millones de personas) y Asia sudoriental (17,1 %, o 117,7 millones de personas), mientras que la más baja se registró en Asia oriental (6,3 %, equivalente a 105,2 millones de personas). La proporción de la población que hacía frente a inseguridad alimentaria grave en estas subregiones también era mucho menor: 3,4 %, 2,9 % y 1,0 % en Asia central, Asia sudoriental y Asia oriental, respectivamente.

Las tendencias en el plano subregional difieren en Asia. En Asia oriental, los niveles de inseguridad alimentaria se mantuvieron prácticamente sin variaciones con respecto a 2021. En Asia meridional y sudoriental, la prevalencia de la inseguridad alimentaria en ambos niveles de gravedad se mantuvo prácticamente igual entre 2022 y 2023. En Asia occidental se observaron indicios de progreso en el mismo período, aunque la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave fue ligeramente superior en 2023 en comparación con 2021. Asia central es la única subregión en la que se han observado progresos constantes desde 2021, con un descenso de la inseguridad alimentaria en ambos niveles de gravedad durante dos años consecutivos; 2,4 millones de personas menos hacían frente a una inseguridad alimentaria moderada o grave en Asia central en 2023 en comparación con 2021, y más de 1 millón de personas menos padecían inseguridad alimentaria grave.

América Latina y el Caribe es la única región que avanzó entre 2022 y 2023 en la consecución de la meta 2.1 de los ODS. La prevalencia de la inseguridad alimentaria en la región disminuyó notablemente por segundo año consecutivo, pasando del 31,4 % en 2022 al 28,2 % en 2023 en el caso de la inseguridad alimentaria moderada o grave, y del 11,0 % al 8,7 % en el caso de la inseguridad alimentaria grave. Ello equivale a casi 20 millones de personas menos que hacen frente a inseguridad alimentaria moderada o grave en 2023 en comparación con 2022, lo que incluye más de 14 millones de personas menos que hacen frente a inseguridad alimentaria grave.

Ahora bien, existen importantes diferencias subregionales. En 2023, la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave o moderada era más del doble en el Caribe (58,8 %) que en América central (28,2 %) y América del Sur (25,1 %). Los cambios fueron apenas perceptibles en América central y en el Caribe entre 2022 y 2023, aunque la inseguridad alimentaria grave aumentó ligeramente en el Caribe desde 2021. Por el contrario, se observaron progresos alentadores en América del Sur, donde la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave descendió por segundo año consecutivo, del 29,6 % en 2022 al 25,1 % en 2023, lo que equivale a 18,7 millones de personas menos que padecían inseguridad alimentaria moderada o grave. La prevalencia de la inseguridad alimentaria grave en América del Sur también disminuyó acusadamente, del 10,4 % en 2022 al 7,2 % en 2023 (equivalente a casi 14 millones de personas menos).

La inseguridad alimentaria parece ir en aumento en Oceanía. La inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó de forma constante del 23,2 % en 2020 al 26,8 % en 2023, con un incremento de 2,7 puntos porcentuales solo en el último año. La prevalencia de la inseguridad alimentaria grave también aumentó ligeramente en el último año, pasando de un 9,3 % en 2022 a un 10,4 % en 2023.

La inseguridad alimentaria empeoró levemente en América septentrional y Europa entre 2022 y 2023, aunque la diferencia se mantiene dentro de los márgenes de error estadístico. La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en 2023 fue del 8,2 % en Europa y del 9,8 % en América septentrional, mientras que el 2,0 % y el 1,0 % de la población, respectivamente, hicieron frente a inseguridad alimentaria en niveles graves.

En la Figura 5 se presenta una comparativa de la escala y las proporciones de la inseguridad alimentaria en todo el mundo y en las distintas regiones. Aunque la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en Asia es aproximadamente la mitad que la de África, Asia representa un mayor porcentaje del número de personas que se encuentran en situación de inseguridad alimentaria en el mundo: 1 180 millones en Asia frente a 847 millones en África. En 2023, la mitad de los 2 330 millones de personas que se encontraban en situación de inseguridad alimentaria en el mundo vivía en Asia, más de un tercio en África, cerca del 8 % (188 millones de personas) en América Latina y el Caribe, y cerca del 4 % (98 millones de personas) en América septentrional y Europa. También se aprecian algunas diferencias en la proporción de la población que padece niveles graves de inseguridad alimentaria. Las personas con inseguridad alimentaria grave representan el mayor porcentaje del número total de personas con inseguridad alimentaria moderada o grave en Asia (alrededor del 40 %), seguida de África (37 %), América Latina y el Caribe (31 %) y América septentrional y Europa (18 %).

FIGURA 5 LA CONCENTRACIÓN Y LA DISTRIBUCIÓN DE LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA POR GRAVEDAD EN 2023 DIFIRIERON AMPLIAMENTE ENTRE LAS DISTINTAS REGIONES DEL MUNDO

NOTA: Solo se muestran las regiones para las cuales se disponía de datos correspondientes a todas las subregiones.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

Diferencias en la inseguridad alimentaria entre zonas rurales, periurbanas y urbanas y entre hombres y mujeres

Uno de los principios rectores de la visión expuesta en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible consiste en velar por no dejar a nadie atrás. Contar con información más detallada sobre la inseguridad alimentaria de distintos grupos de población contribuye al seguimiento de los progresos en la plasmación de esta visión. En este sentido, los datos de la FIES recopilados por la FAO pueden utilizarse para generar información desglosada pertinente sobre la inseguridad alimentaria de grupos de población específicos. En primer lugar, como los datos están georreferenciados, también pueden analizarse las diferencias entre las personas que viven en zonas rurales, periurbanas y urbanas. En segundo lugar, como los datos proceden de las personas, es posible examinar las diferencias en cuanto a gravedad de la inseguridad alimentaria entre hombres y mujeres.

La FAO tuvo a su disposición los datos georreferenciados de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria para la edición de 2023 de este informe, cuando se pudo presentar por primera vez una comparativa de la inseguridad alimentaria en las poblaciones rurales, periurbanas y urbanas a nivel mundial, regional y subregional.b La FAO utiliza la clasificación del grado de urbanización (DEGURBA), norma internacional que permite distinguir entre las poblaciones que viven en: 1) zonas rurales, 2) pueblos y zonas de densidad intermedia (zonas periurbanas), y 3) ciudades (zonas urbanas), en función de la densidad y el tamaño de la población, de forma comparable a escala mundial.c, 7

Al igual que en 2022, los resultados correspondientes a 2023 muestran una pauta a la baja de la inseguridad alimentaria acompañada de un grado en aumento de urbanización a escala mundial (Figura 6).d La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave fue del 31,9 % en las zonas rurales frente al 29,9 % en las zonas periurbanas y el 25,5 % en las zonas urbanas. En todo el mundo y en todas las regiones excepto en América septentrional y Europa, la prevalencia de la inseguridad alimentaria en ambos niveles de gravedad es sistemáticamente mayor en las zonas rurales que en las urbanas. Sin embargo, la prevalencia en las zonas periurbanas frente a la de las zonas rurales difiere de una región a otra. En África y Asia, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave es igual en las zonas periurbanas que en las rurales, y en Asia, la inseguridad alimentaria prevalece ligeramente más en las zonas periurbanas. América septentrional y Europa, que se consideran de manera conjunta en este análisis, es la única región en la que los habitantes de zonas urbanas padecen más inseguridad alimentaria que los de zonas rurales.

FIGURA 6 A NIVEL MUNDIAL Y EN LA MAYORÍA DE LAS REGIONES, LA PREVALENCIA DE LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA ES MÁS ELEVADA EN LAS ZONAS RURALES QUE EN LAS URBANAS

NOTA: Solo se muestran las regiones para las cuales se disponía de datos correspondientes a todas las subregiones.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

Una comparación de la situación de los hombres y las mujeres en cuanto a la inseguridad alimentaria muestra que la prevalencia de esta ha seguido siendo sistemáticamente más alta entre las mujeres que entre los hombres a escala mundial y en todas las regiones desde la primera vez que se dispuso de datos, en 2015. La brecha de género se amplió considerablemente en todo el mundo y en todas las regiones, excepto en África, entre 2019 y 2021 con posterioridad a la pandemia de la COVID-19, en gran parte debido a las repercusión desproporcionada en el empleo y los ingresos de las mujeres y a su mayor carga de cuidados no remunerados de niños no escolarizados y familiares enfermos.8-10 A escala mundial, la brecha de género en materia de inseguridad alimentaria moderada o grave pasó de una diferencia de 1,4 puntos porcentuales entre hombres y mujeres en 2019 a 3,6 puntos porcentuales en 2021; en el caso de la inseguridad alimentaria grave, pasó de una diferencia de 0,6 puntos porcentuales a 2,3 puntos porcentuales en el mismo período (Figura 7).e

FIGURA 7 LA BRECHA DE GÉNERO SE REDUJO EN LA MAYORÍA DE LAS REGIONES DURANTE DOS AÑOS CONSECUTIVOS, PERO LA PREVALENCIA DE LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA HA SEGUIDO SIENDO SISTEMÁTICAMENTE MAYOR ENTRE LAS MUJERES QUE ENTRE LOS HOMBRES, A ESCALA MUNDIAL Y EN TODAS LAS REGIONES

NOTA: Solo se muestran las regiones para las cuales se disponía de datos correspondientes a todas las subregiones.
FUENTE: FAO. 2024. FAOSTAT: Conjunto de indicadores de la seguridad alimentaria. [Consultado el 24 de julio de 2024]. https://www.fao.org/faostat/es/#data/FS. Licencia: CC-BY-4.0.

La brecha de género se redujo acusadamente en 2022 a medida que la pandemia y sus efectos desestabilizadores sin precedentes cedían y, según los nuevos datos, siguió reduciéndose en 2023. A escala mundial, la diferencia en puntos porcentuales en la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave entre hombres y mujeres disminuyó a 2,3 en 2022 y siguió cayendo en 2023 hasta situarse en 1,3. En cuanto a la inseguridad alimentaria grave, la brecha se redujo a 1 punto porcentual en 2022 y se mantuvo más o menos igual en 2023.

No obstante, conviene señalar que la reducción de la brecha de género se debe en parte a la disminución de la inseguridad alimentaria entre las mujeres en paralelo al aumento de los niveles entre los hombres durante dos años consecutivos en Asia y América septentrional y Europa, lo que marca la tendencia mundial.

Las diferencias entre hombres y mujeres han ido disminuyendo en los dos últimos años en la mayoría de las regiones. La brecha de género respecto de la inseguridad alimentaria moderada o grave se aproximaba en 2023 a 1 punto porcentual en todas las regiones excepto en América Latina y el Caribe, donde era de 5,2 puntos porcentuales: el 30,3 % de las mujeres sufrían inseguridad alimentaria moderada o grave, frente al 25,1 % de los hombres. En el caso de la inseguridad alimentaria grave, la diferencia era de 1,4 puntos porcentuales en América Latina y el Caribe, frente a aproximadamente 1 punto porcentual o menos en las demás regiones.

Las investigaciones realizadas a partir de datos de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria recopilados por la FAO han demostrado que las mujeres se ven más afectadas por la inseguridad alimentaria incluso cuando se tienen en cuenta los ingresos, el nivel de estudio y los factores demográficos, lo que sugiere que las normas de género imperantes y el acceso limitado de las mujeres a los recursos son factores clave.10

Gracias a ese análisis, que parte de los datos recopilados mediante la escala de experiencia de inseguridad alimentaria, se pone de manifiesto la importancia de recopilar datos sobre seguridad alimentaria en el contexto de estudios pensados para proporcionar información desglosada sobre la inseguridad alimentaria de los distintos grupos de población de interés. Del mismo modo, cuando los datos de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria se recopilan en un mismo estudio junto con otra información pertinente, los resultados también pueden arrojar luz sobre las posibles causas y consecuencias de la inseguridad alimentaria. Por ejemplo, en anteriores ediciones de este informe se han presentado análisis de la relación entre la inseguridad alimentaria y distintas formas de malnutrición11 y distintas dietas.12 Existen múltiples vías por las que la experiencia de la inseguridad alimentaria puede propiciar diversas formas de malnutrición, pero las principales pasan por la dieta.11 Por este motivo, es importante comprender mejor cómo la inseguridad alimentaria, incluidos los niveles de gravedad moderados, puede ir ligada a la dieta. Sin embargo, la recopilación de datos sobre el consumo de alimentos con fines de comparación de las dietas de distintos países y culturas es un desafío abrumador, y en la actualidad se están emprendiendo varias iniciativas al respecto. Una de esas iniciativas consiste en recopilar datos sobre dietas en muchas de las mismas encuestas que recopilan datos de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria, lo que brinda una oportunidad extraordinaria de examinar la relación entre la inseguridad alimentaria y la dieta (Recuadro 3).

RECUADRO 3¿GUARDA RELACIÓN LA GRAVEDAD DE LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA CON LAS PROPIEDADES DE UNA DIETA SALUDABLE? DATOS PRELIMINARES DE 28 PAÍSES

Para conseguir una dieta saludable es necesario consumir una diversidad de alimentos que proporcionen suficientes nutrientes y compuestos bioactivos importantes para la salud, una ingesta equilibrada de macronutrientes y cantidades moderadas de alimentos y bebidas que aumentan el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles (ENT) relacionadas con la alimentación, incluidos los que tienen un elevado contenido de grasas no saludables, azúcares libres o sal o los que contienen edulcorantes no azucarados, que a menudo están muy procesados.13-19 Si bien los conceptos de seguridad alimentaria y dieta saludable van íntimamente ligados, esa relación no es sencilla.

Aunque parezca lógico quienes padecen inseguridad alimentaria tienen menos probabilidades de llevar una dieta saludable, esta relación no es sencilla debido a un sinfín de factores que difieren en función del contexto, como los relacionados con los entornos alimentarios, el comportamiento de los consumidores y el costo y la asequibilidad de una dieta saludable. Por ejemplo, en algunos contextos se ha constatado que la inseguridad alimentaria guarda relación con un menor consumo de todo tipo de alimentos y con una mayor proporción de energía alimentaria procedente de alimentos básicos, mientras que en otros se ha constatado que va ligada a un menor consumo de alimentos nutritivos y a un mayor consumo de alimentos hipercalóricos con un alto contenido de grasas poco saludables, azúcares y sal.20 Por lo tanto, la inseguridad alimentaria puede incidir en la dieta de diferentes maneras que podrían contribuir a diversas formas de malnutrición, incluida la desnutrición (retraso en el crecimiento, emaciación y carencias de micronutrientes), aunque también al sobrepeso y la obesidad., 11, 21 Sin embargo, debido a que la mayoría de los estudios recopilan datos sobre la inseguridad alimentaria y la ingesta dietética a partir de distintas muestras, modalidades de recopilación de datos y enfoques de análisis que dificultan la comparación de los resultados, ha sido difícil analizar la relación entre la gravedad de la inseguridad alimentaria y la salubridad de las dietas en los distintos países.

La FAO lleva cada año desde 2014 recopilando datos sobre seguridad alimentaria utilizando la escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES) a través de la encuesta mundial de Gallup©. Desde 2021, mediante la encuesta mundial de Gallup© también se recopilan datos nuevos sobre la calidad de la dieta en un número cada vez mayor de países utilizando el Cuestionario de la Calidad Alimentaria (DQQ), lo que ofrece la oportunidad de analizar la relación entre la inseguridad alimentaria y las propiedades de una dieta saludable de forma comparable de un país a otro. El DQQ y otros sistemas novedosos de medición de las dietas se desarrollaron en el marco del Proyecto Global de la Calidad Alimentaria, iniciativa de colaboración entre Gallup©, la Universidad de Harvard y la Alianza Mundial para la Mejora de la Nutrición.22

Un indicador reconocido que puede derivarse de los datos del DQQ es la proporción de mujeres de entre 15 y 49 años que han alcanzado la “diversidad alimentaria mínima en mujeres”, es decir, que han consumido alimentos de al menos cinco de los diez grupos de alimentos (lo que indica un nivel aceptable mínimo de diversidad alimentaria).23

Los datos recopilados mediante el DQQ también contemplan una medición novedosa que pretende reflejar el principio dietético de la moderación, concretamente a través del indicador “NCD-Risk” (riesgo de enfermedad no transmisible).* Además, el DQQ permite analizar el consumo de grupos de alimentos específicos —como el consumo nulo de alimentos hortícolas o frutícolas y de alimentos de origen animal—, así como medir el consumo de grupos de alimentos relacionados con un menor riesgo de contraer enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación, esto es, el indicador “NCD-Protect” (protección ante las enfermedades no transmisibles).*

Tanto el módulo de encuesta de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria como el DQQ se incorporaron en la encuesta mundial de Gallup©, y ambos tipos de datos procedían de los mismos encuestados de 15 años o más de 28 países en 2021 y 2022.** Los datos agrupados de estos 28 países se utilizaron para examinar la relación*** entre la gravedad de la inseguridad alimentaria sobre la base de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria y la observancia de las propiedades de una dieta saludable conforme a la diversidad alimentaria mínima en mujeres y los nuevos sistemas de medición derivados del DQQ.

La mayor gravedad de la inseguridad alimentaria se vinculaba a una menor diversidad de la alimentación entre las mujeres de 15 a 49 años de estos 28 países (Figura A). Menos del 50 % de las mujeres en situación de inseguridad alimentaria grave lograban la diversidad alimentaria mínima en mujeres, mientras que más del 77 % que se encontraban en situación de seguridad alimentaria o inseguridad alimentaria leve registraban la diversidad alimentaria mínima en mujeres. Esta correlación se confirmaba tras analizar el nivel de ingresos, la educación, el sexo, la residencia en un entorno urbano o rural y el país de residencia de las encuestadas.

Figura A Porcentaje de la población de mujeres de 15 a 49 años de 28 países que logra la diversidad alimentaria mínima en mujeres, por situación en cuanto a la seguridad alimentaria

FUENTE: Elaboración de los autores (FAO) a partir de datos de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria recopilados por la FAO y datos del Cuestionario de la Calidad Alimentaria recopilados en el marco del Proyecto Global de la Calidad Alimentaria, en ambos casos a través de la encuesta mundial de Gallup© de 2021 y 2022.

Si se ampliaba el análisis a la totalidad de la población adulta (tanto hombres como mujeres) de los 28 países y se analizaban las mismas características de los encuestados mencionadas antes,*** una mayor inseguridad alimentaria iba ligada a menores probabilidades de consumir alimentos de origen animal y a mayores probabilidades de consumir alimentos hortícolas o frutícolas. También iba ligada a menores probabilidades de consumir una dieta que protegiera contra las enfermedades no transmisibles (según el indicador de protección ante estas enfermedades), así como a menores probabilidades de consumir alimentos vinculados a un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles (según el indicador de riesgo de estas enfermedades). Es decir, cuanto mayor inseguridad alimentaria padecían los hombres y las mujeres, menos grupos de alimentos saludables y no saludables consumían. Si se mira de forma aislada, la constatación de que una mayor inseguridad alimentaria va ligada a un menor consumo de grupos de alimentos poco saludables tal vez dé la impresión de que la inseguridad alimentaria va ligada a una mejor observancia de la moderación en la dieta. Sin embargo, en esta muestra de datos agrupados de 28 países, de los cuales 21 eran países de ingresos bajos o medianos bajos, la mayor gravedad de la inseguridad alimentaria sugería una falta general de acceso a todos los grupos de alimentos, tanto saludables como no saludables, o de su disponibilidad.

Algunos organismos de las Naciones Unidas ya recopilan de forma sistemática datos tanto de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria como de la diversidad alimentaria mínima en mujeres en las mismas encuestas. Desde 2022, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) recopila datos de la diversidad alimentaria mínima en mujeres a través de encuestas realizadas en varios países, como Cabo Verde, el Camerún, Nepal y Türkiye, en el marco de la elaboración de informes sobre los proyectos. Además, se utilizan datos de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria en el marco del Programa de presentación de informes institucionales de evaluación del impacto con el fin de medir las repercusiones atribuibles a los proyectos de inversión del FIDA en cada período de reposición.

Dietas saludables y ODS

Garantizar una alimentación saludable es esencial para la consecución del ODS 2, además de requisito previo para lograr otros muchos objetivos. Sin embargo, en la actualidad la dieta no aparece reflejada en ninguno de los indicadores del ODS 2 mediante los que se supervisan la prevalencia de la subalimentación (hambre), la inseguridad alimentaria moderada o grave según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria grave o los cuatro indicadores del estado nutricional (retraso en el crecimiento, emaciación y sobrepeso entre los niños menores de cinco años y anemia entre las mujeres de 15 a 49 años).24 Por lo tanto, la ausencia de un indicador de la calidad de la dieta en el marco de los indicadores de los ODS representa una deficiencia en el seguimiento de los progresos a favor de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Para abordar esta cuestión, un grupo de Estados Miembros (Bangladesh, el Brasil, Malawi y Suiza), con apoyo de la FAO, el FIDA, el UNICEF, el PMA y la OMS, han recomendado que la “prevalencia de la diversidad mínima de la dieta” (entre mujeres y niños) se incluya como indicador del ODS 2 a través del examen exhaustivo de 2025. La inclusión de un indicador sobre la dieta ayudaría a subsanar esta importante deficiencia en el tramo final hasta 2030 y contribuiría a fundamentar las medidas necesarias no solo para el logro del Hambre cero, sino también para garantizar la buena nutrición, la salud y el desarrollo de las poblaciones, de lo cual dependen todos los ODS.

NOTAS: * Los indicadores se derivan del porcentaje de encuestados que alcanzan un determinado valor de las puntuaciones. ** Los 28 países incluían 16 países de África, siete de Asia, tres de América Latina y uno de América septentrional y otro de Europa. De ellos, 21 son países de ingresos bajos o medianos bajos y siete son países de ingresos medianos altos o altos. Los datos procedentes del DQQ y de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria se recopilaron a través de la encuesta mundial de Gallup© en 19 países en 2021 y en 10 países en 2022. Uno de los países fue encuestado dos veces en años distintos. *** En este recuadro, la relación se estudia a partir de modelos tanto de correlación como de regresión; mediante estos últimos también se analiza el efecto de otras variables. La relación no implica necesariamente causalidad. Véase la nota metodológica sobre el análisis en el Material complementario del Capítulo 2.

La falta de mejoras en la seguridad alimentaria y la desigualdad de los progresos por lo que se refiere al acceso económico a dietas saludables ponen en entredicho las posibilidades de alcanzar el Hambre cero en el mundo cuando quedan seis años para que venza el plazo de 2030. Es preciso acelerar la transformación de nuestros sistemas agroalimentarios en virtud de una mayor resiliencia ante los principales factores determinantes y abordando las desigualdades a fin de garantizar la asequibilidad y la disponibilidad de dietas saludables para todos.

back to top