Pesquerías marinas
Situación de los recursos
Desde 1971, la FAO ha publicado análisis periódicos de la situación de las poblaciones de peces (Gulland, 1971), que incluían un resumen e información actualizada de la clasificación mostrada en versiones anteriores del presente informe (FAO, 2020). En aras de la uniformidad y la posibilidad de compararlos a lo largo del tiempo, estos análisis se basaron en una lista fija de poblaciones (445 poblaciones agrupadas que representan aproximadamente el 72 % de la producción pesquera marina mundial) y un proceso y una metodología claros a los que apenas se han hecho pequeños ajustes desde el comienzo de la serie (FAO, 2011a).
Estos análisis indican que la proporción de poblaciones de peces que se encuentran dentro de los niveles biológicamente sostenibles disminuyó al 62,3 % en 2021, esto es, un 2,3 % menos que en 2019 (Figura 18). Esta proporción ascendía al 90 % en 1974. En cambio, el porcentaje de poblaciones explotadas a niveles insostenibles ha ido aumentando desde mediados del decenio de 1970, pasando del 10 % en 1974 al 37,7 % en 2021. En este cálculo se da el mismo trato a todas las poblaciones de peces independientemente de la abundancia y de las capturas. Al ponderarse teniendo en cuenta sus niveles de producción, las poblaciones biológicamente sostenibles representaron el 76,9 % de los desembarques en 2021 de poblaciones evaluadas a las que la FAO somete a seguimiento.
FIGURA 18Tendencias mundiales de la situación de las poblaciones de peces marinos a nivel mundial, 1974-2021
Las poblaciones biológicamente sostenibles están formadas por las poblaciones clasificadas como explotadas a un nivel de sostenibilidad máximog e infraexplotadash y representan, respectivamente, el 50,5 % y el 11,8 % del número total de poblaciones evaluadas en 2021. Las poblaciones infraexplotadas mantuvieron una tendencia a la baja durante el período 1974-2018 y se recuperaron ligeramente durante el período 2019-2021, posiblemente debido a los efectos de la pandemia causada por el coronavirus (COVID-19) en la región de Asia y el Pacífico. Por otro lado, las poblaciones de peces explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo descendieron entre 1974 y 1989 y, a continuación, aumentaron hasta alcanzar el 57,3 % en 2019, reduciéndose de nuevo en 2021 hasta el 50,5 %.
En 2021, entre las 15 principales zonas pesqueras de la FAO examinadas (Figura 19), el Pacífico centro-oriental (zona 77), el Atlántico nororiental (zona 27), el Pacífico nororiental (zona 67) y el Pacífico suroccidental (zona 81) tenían el porcentaje más alto de poblaciones pescadas a niveles sostenibles (84-76 %). Por el contrario, las cuatro siguientes mostraron las puntuaciones más bajas: Atlántico Centro Oriental (área 34) 48,7 %; Pacífico Noroeste (área 61) 44,0 %; Mediterráneo y Mar Negro (área 37) 37,5 %; y finalmente el Pacífico Sudeste (área 87), donde sólo el 33,3 % de las poblaciones se pescaban a niveles sostenibles en 2021. Otras zonas tenían niveles biológicamente sostenibles que oscilaban entre el 59 % y el 66 %.
FIGURA 19Porcentajes de poblaciones de peces biológicamente sostenibles e insostenibles por área de pesca principal de la FAO, 2021
Los desembarques de especies acuáticasi muestran grandes variaciones entre las diferentes áreas de pesca (Figura 20), por lo que la importancia de cada área para la sostenibilidad de la pesca mundial depende de su contribución proporcional a los desembarques mundiales. El patrón temporal de los desembarques de un área suele revelar información sobre su productividad ecológica, la fase de desarrollo pesquero, y la ordenación y el estado de las poblaciones de peces. En general, si se excluyen las áreas del Ártico y la Antártida, donde se registran escasos desembarques, pueden observarse tres grupos de patrones (Figura 20): i) áreas en las que se ha registrado una tendencia de aumento continuado de los desembarques desde 1950; ii) áreas en que los desembarques oscilaron alrededor de un valor global estable desde 1990, debido al predominio de especies pelágicas poco longevas; y iii) áreas con una tendencia general de disminución de los desembarques después de haber alcanzado valores máximos históricos.
FIGURA 20Los tres patrones temporales de los desembarques PESQUEROS, 1950-2021
En áreas donde la intervención de ordenación es débil, una tendencia al alza de los desembarques (primer grupo) señala un crecimiento de la actividad pesquera creciente, lo cual indica una posible sobreexplotación y un control limitado. A pesar de esto, la sostenibilidad de los recursos puede que no esté deteriorándose necesariamente. Por otro lado, una tendencia decreciente de los desembarques (tercer grupo) suele indicar que o bien existe un deterioro de la sostenibilidad de las poblaciones de peces, o bien que se están cumpliendo las medidas que limitan la pesca, pero no se observan signos de recuperación importantes. De conformidad con los resultados de los análisis presentados en este informe, el primer y tercer grupo de áreas registran los porcentajes más bajos de poblaciones explotadas a niveles biológicamente sostenibles (60 %), mientras que el segundo grupo registra el porcentaje más elevado (68%). Normalmente, el tercer grupo de áreas se situaría entre los otros dos en términos de sostenibilidad de los recursos, pero las condiciones en el Pacífico centro-occidental, que se encuentra en el tercer grupo, parecen haberse deteriorado más que en otros lugares en los últimos años, haciendo que la diferencia entre el primer y el tercer grupo sea insignificante. Es probable que el nivel más alto de sostenibilidad observado en el segundo grupo de áreas sea el resultado del pleno desarrollo de la pesca, una ordenación adecuada y una regulación eficaz de la actividad pesquera. No obstante, otros aspectos, como el tipo de recursos, los cambios ambientales y los factores sociales, también pueden influir en las tendencias de los desembarques.
Estado y tendencias por especies principales
Las especies que registraron los 10 mayores desembarques en 2021 fueron la anchoveta (Engraulis ringens), el colín de Alaska (Gadus chalcogrammus), el listado (Katsuwonus pelamis), el estornino del Pacífico (Scomber japonicus), el rabil (Thunnus albacares), el arenque del Atlántico (Clupea harengus), la sardina europea (Sardina pilchardus), la bacaladilla (Micromesistius poutassou), la sardina sudamericana (Sardinops sagax) y el bacalao del Atlántico (Gadus morhua). De media, el 78,9 % de estas poblaciones se explotaron dentro de los niveles biológicamente sostenibles en 2021, un porcentaje notablemente más elevado que la media mundial del 62,3 %. Esto demuestra, además, que las poblaciones más abundantes se gestionan mejor y que la ordenación eficaz de la pesca genera resultados positivos. No obstante, algunas poblaciones de estornino del Pacífico, sardina sudamericana y colín de Alaska estaban sobreexplotadasj.
Dentro de las siete principales especies comerciales de atún, se evaluó la ordenación de 23 poblaciones (seis de atún blanco, cuatro de patudo, cuatro de atún rojo[Atlántico, Pacífico y Sur], cinco de listado y cuatro de rabil) por organización regional de ordenación pesquera (OROP) del atún, y todos los países miembros de estas participaron en el proceso de examen científico. Las principales especies comerciales de atún representaron 4,95 millones de capturas en 2021, un 10 % menos en comparación con 2019. El 57 % de las capturas correspondieron al listado, seguido del rabil (31 %), el patudo (7 %) y el atún blanco (4 %). El atún rojo representó solo un 1 % de las capturas mundiales.
A nivel mundial, el 87 % de las poblaciones de túnidos se explotan de manera sostenible y el 13 % se considera que están sobreexplotadask. En lo que respecta a las capturas de atún, el 99 % de las capturas totales procede de poblaciones de atunes saludables en términos de abundancia (el resto procede de poblaciones de atún rojo sobreexplotadas y una de atún blanco). Las OROP del atún han realizado un esfuerzo concertado a escala mundial por utilizar evaluaciones de estrategias de ordenación para prestar asesoramiento con vistas a restaurar y mantener las poblaciones a niveles de biomasa por encima del RMS, obteniendo resultados positivos.
Las principales poblaciones de atunes de las siete especies de atún señaladas más arriba se conoce con un nivel de incertidumbre de moderado a bajo. Sin embargo, las poblaciones de otras especies de atunes y especies afines siguen en su mayoría sin evaluarse o se han evaluado con un alto grado de incertidumbre. Esta situación plantea un desafío importante, pues se estima que las especies de atunes y las especies afines representan al menos el 15 % del total de las capturas de la pesca en pequeña escala mundial (FAO, Universidad de Duke y WorldFish, 2023a). Por otra parte, la demanda de atún en el mercado se mantiene elevada, y sigue siendo considerable el exceso de capacidad de su flota pesquera. Es necesario realizar una ordenación eficaz —en particular mejorando la presentación de informes y el acceso a los datos y aplicando normas de control de las capturas u otras medidas eficaces de control de la presión pesquera en todas las poblaciones de atunes— a fin de mantener un nivel sostenible de las poblaciones y, en concreto, reponer las poblaciones sobreexplotadas. Además, se precisan más esfuerzos importantes en materia de ordenación de la pesca de especies de atunes y especies parecidas a los atunes distintas de las principales especies comerciales.
Estado y tendencias por áreas de pesca principales de la FAO
Océano Atlántico (áreas 21, 27, 31, 34, 41 y 47) y Mediterráneo y Mar Negro (área 37)
En el Atlántico noroccidental (área 21) se produjeron una media de 1,7 millones de toneladas de animales acuáticos al año (equivalente en peso vivo) durante el período 2017-2021, y prosiguió una tendencia a la baja observada desde que se registró el valor máximo de 4,6 millones de toneladas a finales del decenio de 1960 (Figura 20). El bacalao del Atlántico (Gadus morhua), la merluza norteamericana (Merluccius bilinearis), la locha blanca (Urophycis tenuis) y el eglefino (Melanogrammus aeglefinus) no han mostrado una buena recuperación, dado que los desembarques se han mantenido en alrededor de 0,1 millones de toneladas desde finales de la década de 1990, menos de un 5 % de su valor máximo histórico de 2,1 millones de toneladas registrado en 1965 (desde 2019 han descendido un 30 %). Es probable que los cambios en la productividad provocados por el medio ambiente se encuentren detrás de los deficientes resultados de recuperación de poblaciones como el bacalao del Atlántico, la platija americana (Hippoglossoides platessoides), la solla roja (Pseudopleuronectes americanus) y la limanda (Limanda ferruginea). Aunque puede que los desembarques sean muy bajos y parezca que no se esté produciendo sobrepesca, algunas de estas poblaciones siguen sin recuperarse. En general, las poblaciones de invertebrados se hallan en mejor estado que las de peces de aleta. También de manera general, el 64,3 % de las poblaciones del Atlántico noroccidental evaluadas fueron explotadas dentro de los niveles biológicamente sostenibles en 2021, es decir, un 4,8 % más que en 2019.
El Atlántico nororiental (área 27) constituyó la cuarta área más productiva en 2021, con desembarques totales de 7,9 millones de toneladas, un descenso de aproximadamente 0,4 millones de toneladas en comparación con 2019 (y 1,4 millones de toneladas con respecto a 2017). Los desembarques de esta área alcanzaron un máximo de 13 millones de toneladas en 1976 y después descendieron para recuperarse ligeramente en la década de 1990. En general, han ido descendiendo desde que los recursos pesqueros experimentaron una presión pesquera extrema a finales de los 70 y principios de los 80 (Figura 20). Desde entonces, los países han gestionado mejor la presión pesquera para recuperar las poblaciones sobreexplotadas. En los años 2000 se informó sobre la recuperación de la caballa del Atlántico (Scomber scombrus), el rodaballo (Scophthalmus maximus), la solla europea (Pleuronectes platessa), el lenguado común (Solea solea), el bacalao polar (Boreogadus saida) y el bacalao del Atlántico (Gadus morhua), y lo mismo ocurrió con el merlán (Merlangius merlangus) y el lenguado común (Solea solea) a finales de la década de 2010. Algunas poblaciones como el bacalao del Atlántico procedente del Mar del Norte, el merlán del mar de Irlanda y el mar Céltico, y la gallineta nórdica (Sebastes mentella) se encuentran sobreexplotadas o siguen en recuperación. En el Atlántico nororiental, el 79,4 % de las poblaciones evaluadas se explotaron dentro de los niveles biológicamente sostenibles en 2021, una mejora significativa desde la última evaluación, lo cual sitúa actualmente a esta región como la segunda mejor explotada a nivel mundial.
Los desembarques totales en el Atlántico centro-occidental (área 31) alcanzaron un valor máximo de 2,5 millones de toneladas en 1984, luego bajaron gradualmente hasta alcanzar un valor mínimo de 1,2 millones de toneladas en 2014 y repuntaron hasta 1,6 millones de toneladas en 2016. Posteriormente, descendieron gradualmente hasta alcanzar 1,2 millones de toneladas en 2021. Las pequeñas especies pelágicas representan en torno al 37 % de los desembarques totales, de los cuales la especie principal, es decir, la lacha escamuda (Brevoortia patronus), está infraexplotada y la sardinela atlántica (Sardinella aurita) probablemente se explota a un nivel de sostenibilidad máximo. Se considera que los peces pelágicos medianos como el carite lucio (Scomberomorus cavalla) y el carite atlántico (Scomberomorus maculatus) se explotan a un nivel de sostenibilidad máximo, mientras que la serra (Scomberomorus brasiliensis) probablemente esté sobreexplotada. Pargos y meros figuran entre las especies de mayor valor y que son objeto de una pesca intensiva en la región, pero, a pesar de la reducción del esfuerzo pesquero realizada a través de las medidas adoptadas en materia de ordenación, varias poblaciones, especialmente de meros, siguen sobreexplotadas. Las poblaciones de especies de invertebrados de alto valor como los peneidos del Golfo de México y a lo largo de la plataforma de Guayanas-Brasil en el noreste de América del Sur están en su mayoría infraexplotadas o explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo. Las poblaciones de otras especies muy apreciadas de invertebrados de los arrecifes de coral, como la langosta común del Caribe (Panulirus argus), se consideran explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo o sobreexplotadas en función de la ubicación, mientras que varias poblaciones de caracol reina (Lobatus gigas) en el mar Caribe están sobreexplotadas y se han aplicado prohibiciones de pesca para limitar la mortalidad debida a la pesca. En general, se estimó que el 58 % de las poblaciones de esta región fueron explotadas dentro de los niveles biológicamente sostenibles en 2021, lo que supone un descenso del 4,2 % con respecto a 2019.
El Atlántico centro-oriental (área 34) se caracteriza por una gran biodiversidad. Los recursos explotados incluyen diferentes grupos con características bioecológicas e una importancia socioeconómica distintas. Estos recursos son especies pelágicas costeras y de mar abierto y peces demersales costeros y de aguas profundas. La cantidad de desembarques procedentes del área 34 alcanzó los 5,3 millones de toneladas en 2021, con una tendencia al alza observada desde la década de 1950. Durante el último decenio, la media anual de desembarques se situó en torno a 4,8 millones de toneladas. Los recursos pelágicos costeros son los más abundantes y en 2021 constituyeron aproximadamente el 50 % de los desembarques, con la sardina, la sardinela, el jurel y el sábalo africano como especies predominantes. La sardina, que representó el 30 % de los desembarques totales en 2021 (y en torno al 50 % de los desembarques en la parte norte de esta área), se encuentra sobreexplotada. Las poblaciones de sardinela atlántica (Sardinella aurita) están sobreexplotadas, al igual que las de machuelo (Sardinella maderensis), excepto las poblaciones centrales (zonas costeras de Nigeria y el Camerún), que se consideran explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo. El jurel está menos amenazado y solo se encuentra sobreexplotado en la zona meridional. El sábalo africano se encuentra sobreexplotado en la zona norte y explotado a un nivel de sostenibilidad máximo en el sur. Los recursos demersales incluyen los peces, los crustáceos y los cefalópodos. En el caso de los peces, las evaluaciones realizadas muestran una sobreexplotación de la locha blanca, los peces planos, la corvina bobo (Pseudotolithus elongatus) y los barbudos (el barbudo enano africano o Galeoides decadactylus). En general, se estimó que el 48,7 % de las poblaciones evaluadas en el Atlántico centro-oriental se encontraba dentro de niveles biológicamente sostenibles en 2021. Esto representa un empeoramiento drástico de la estimación en los últimos años (un 60 % de las poblaciones eran sostenibles en 2019).
Los desembarques totales realizados en el Mediterráneo y el Mar Negro (área 37) alcanzaron aproximadamente los 2 millones de toneladas a mediados de la década de 1980, pero descendieron gradualmente a lo largo de los decenios, hasta llegar a un mínimo de 1,1 millones de toneladas en 2014. Posteriormente, se produjo una modesta recuperación de la producción, con desembarques declarados de 1,4 millones de toneladas en 2019, volviendo a aproximadamente 1,2 millones de toneladas en 2020 y 1,1 millones de toneladas en 2021, en parte debido a las restricciones a la pesca y el comercio impuestas por la pandemia de la COVID-19. Las especies principales en términos de volumen de los desembarques son los pequeños peces pelágicos y la chirla. Un examen de las tendencias de los desembarques de recursos clave revela fluctuaciones significativas de las poblaciones de pequeños peces pelágicos y algunas poblaciones demersales, con tendencias a la baja en, por ejemplo, la merluza europea (Merluccius merluccius), el plegonero (Merlangius merlangus) y el pulpo común (Octopus vulgaris), y tendencias al alza en, por ejemplo, la gamba de altura (Parapenaeus longirostris), la sepia común (Sepia officinalis) y el salmonete de fango (Mullus barbatus). Varias poblaciones importantes desde el punto de vista comercial se encuentran más allá de los niveles biológicamente sostenibles, entre ellas poblaciones de merluza europea y determinadas poblaciones de salmonete de fango y sardina europea (Sardina pilchardus). En 2021, el 37,5 % de las poblaciones del Mediterráneo y el Mar Negro se explotaron dentro de los niveles biológicamente sostenibles, una mejora del 0,8 % en comparación con 2019l; esto puede indicar que la situación de degradación registrada durante decenios se está deteniendo.
En el Atlántico sudoccidental (área 41), la producción total de la pesca de captura osciló entre 1,5 y 2,6 millones de toneladas, tras un período inicial de crecimiento que finalizó a mediados de la década de 1980. En 2021, los desembarques totales ascendieron a aproximadamente 2,0 millones de toneladas, marcando un aumento del 17 % en comparación con 2019 (Figura 20). Históricamente, la especie con los mayores desembarques declarados es la pota argentina (Illex argentinus), que representa entre el 10 % y el 45 % de los desembarques totales de la región. Los desembarques de esta especie alcanzaron las 447 000 toneladas en 2021, lo cual representa un aumento del 216 % en comparación con 2019, convirtiéndola en la especie más importante de la región en términos de volumen. Otras especies desembarcadas son la merluza argentina (Merluccius hubbsi) y el camarón langostín argentino (Pleoticus muelleri), con desembarques declarados en 2021 cercanos a las 415 000 y las 225 000 toneladas, respectivamente, unas cifras similares a las registradas en 2019. Las poblaciones tanto de pota argentina como de camarón langostín argentino se encontraban en niveles biológicamente sostenibles y se confirmó que una de las poblaciones de merluza había vuelto a registrar niveles biológicamente sostenibles. Las poblaciones de calamar patagónico (Doryteuthis gahi) también se encontraban en niveles biológicamente sostenibles y mostraron un incremento de los desembarques de aproximadamente un 18 % en comparación con 2019; como resultado de ello, se convirtió en la cuarta pesquería más importante de la región, con desembarques por un valor aproximado de 100 000 toneladas. En total, el 58,8 % de las poblaciones evaluadas en el Atlántico sudoccidental se encontraba en niveles biológicamente sostenibles en 2021, marcando un alentador aumento del 19 % en comparación con 2017, esto es, una tendencia mejorada a pesar del pequeño descenso registrado en los últimos años.
Los desembarques en el Atlántico sudoriental (área 47) han mostrado una tendencia a la baja en la producción de la pesca de captura desde finales de la década de 1970, pasando de un total de 3,3 millones de toneladas a 1,5 millones de toneladas en 2021 (Figura 20). En evaluaciones recientes de poblaciones de merluzas (Merluccius capensis y Merluccius paradoxus) en Sudáfrica, se ha observado un incremento constante de la biomasa de población reproductora y se estima que se encuentran en niveles por encima del RMS. En Namibia, en los recursos de merluza predomina la especie Merluccius capensis, que actualmente se encuentra sobreexplotada, mientras que las poblaciones de gerión de Guinea (Chaceon maritae) se encuentran en niveles biológicamente sostenibles. En Sudáfrica, la abundancia relativa y las capturas de pequeñas especies pelágicas —sardina (Sardinops sagax) y anchoa (Engraulis capensis)— siguen siendo bajas a pesar de la rigurosa ordenación y el seguimiento continuado. La pesquería de langostas Jasus de la costa oeste en Sudáfrica está experimentando sobrepesca y actualmente se encuentra a un 1,3 % de los niveles anteriores a 1910. En Namibia, las poblaciones de gerión de Guinea (Chaceon maritae) se encuentran en niveles biológicamente sostenibles. Los jureles sustentan grandes pesquerías en la región y sus poblaciones se han recuperado hasta alcanzar niveles biológicamente sostenibles a raíz de un reclutamiento adecuado y de estrictas medidas de ordenación. Las evaluaciones de las poblaciones de rape diablo (Lophius vomenirus) sugieren que están explotadas de manera sostenible en las aguas de Namibia y Sudáfrica. Las poblaciones de sardina del África austral siguen estando muy degradadas, lo que requiere que tanto Namibia (Sardinops ocellatus) como Sudáfrica (Sardinops sagax) adopten medidas especiales de conservación. Las poblaciones de sardinela (Sardinella aurita y Sardinella maderensis), de gran importancia en Angola y en cierta manera en Namibia, se mantuvieron en niveles biológicamente sostenibles. La mayoría de los peces importantes a nivel local que se capturan con línea en Sudáfrica están explotados de manera sostenible o están en recuperación. La sierra (Thyrsites atun), el medregal rabo amarillo (Seriola lalandi) y el dentón carpintero (Argyrozona argyrozona) están explotados de manera sostenible, pero algunas poblaciones importantes como Argyrosomus inodorus siguen estando sobreexplotadas. Los datos actualizados sobre la oreja de mar (Haliotis midae) no revelan signos de recuperación de los recursos y las poblaciones siguen descendiendo, debido a su pesca ilegal. En general, el 59,5 % de las poblaciones del Atlántico sudoriental evaluadas fueron explotadas dentro de los niveles biológicamente sostenibles en 2021, lo que supone un 5,2 % menos que en 2019.
Océano Índico (áreas 51 y 57)
Los desembarques totales registrados en el océano Índico occidental (área 51) siguieron aumentando y alcanzaron 5,1 y 5,4 millones de toneladas en 2020 y 2021, respectivamente (Figura 20). Los atunes y especies afines siguieron contribuyendo en mayor medida, seguidos de las pequeñas especies pelágicas y peces de arrecifes (principalmente asociados a los arrecifes) mixtos. Los peneidos y los moluscos cefalópodos contribuyeron de manera similar a los desembarques totales, a niveles relativamente bajos. Los peces pelágicos contribuyeron a alrededor del 56 % de los desembarques totales. Las poblaciones de atunes y camarones —importantes generadores de ingresos en divisas— o bien están explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo o bien están sobreexplotadas en la región. La Comisión del Atún para el Océano Índico actualiza periódicamente el estado de los atunes y especies afines, mientras que la Comisión de Pesca para el Océano Índico Sudoccidental trata de evaluar las demás poblaciones regionales de alta mar importantes empleando métodos aplicables en los casos en que hay una carencia de datos. En la evaluación de 2021 se estimó que el 62,5 % de las poblaciones evaluadas en el océano Índico occidental se explotaba dentro de los niveles biológicamente sostenibles, mientras que el 37,5 % se encontraba sobreexplotado.
Los desembarques procedentes del océano Índico oriental (área 57) han mostrado una tendencia ascendente coherente durante los últimos decenios, aumentando hasta superar los 7 millones de toneladas en 2017 antes de estabilizarse en torno a los 6 millones de toneladas en los últimos años. Lamentablemente, la disponibilidad de datos exhaustivos sobre el estado de las poblaciones sigue siendo notablemente escasa, y la información disponible se refiere principalmente a poblaciones costeras seleccionadas en regiones específicas. El sábalo hilsa, el carite estriado Indo-Pacífico y el jurel muestran tendencias ascendentes en términos de producción. Sobre todo las poblaciones de pequeños peces pelágicos, entre ellas la sardinela, la anchoa y la sardinela aceitera, muestran fluctuaciones marcadas en relación con la producción causadas probablemente por cambios en la presión pesquera y las condiciones ambientales. Entre las poblaciones consideradas dentro de los niveles de sostenibilidad figuran el sábalo hilsa, la caballa de la India, la anchoa, el langostino jumbo, el calamar y la sepia. Las poblaciones de sábalo toli, sardinela aceitera y sardinela se consideran sobreexplotadas. La evaluación actual indica que se estima que el 63,5 % de las poblaciones evaluadas se encuentra dentro de los niveles biológicamente sostenibles, un descenso del 1,8 % con respecto a 2019.
Océano Pacífico (áreas 61, 67, 71, 77, 81 y 87)
El Pacífico noroccidental (área 61) registra la producción pesquera más elevada de todas las áreas de pesca principales de la FAO, con 19,3 millones de toneladas de animales acuáticos, y el 23,8 % de la producción de la pesca marina mundial en 2021. De las 17 especies analizadas, la más productiva en 2021 fue el colín de Alaska, que registró 2 millones de toneladas. Históricamente, esta especie siempre ha sido la más productiva en el área 61, alcanzando un máximo histórico en 1986 hasta alcanzar los 5,1 millones de toneladas. La segunda especie más productiva en 2021 fue el estornino del Pacífico (Scomber japonicus) con 1,2 millones de toneladas. A esta le siguió la sardina sudamericana (Sardinox sagax) con 1,03 millones de toneladas, indicada anteriormente como sardina japonesa (Sardinops melanostictus), otra especie productiva desde el punto de vista histórico con un nivel de desembarque máximo de 5,4 millones de toneladas en 1988. A estas especies les siguieron de cerca el pez sable (Trichiurus lepturus) con 1 millón de toneladas y la anchoíta japonesa (Engraulis japonicus) con 0,9 millones de toneladas. De las especies analizadas, el pez sable y la anchoíta japonesa registraban el mayor incremento en los desembarques desde 1990. En general, en 2021, alrededor del 44 % de las especies evaluadas se encontraban dentro de niveles de biológicamente sostenibles, una reducción del 11 % en el estado de sostenibilidad en comparación con 2019.
Los desembarques procedentes del Pacífico nororiental (área 67) permanecieron bastante estables durante el período 2013-2021, en torno a los 3,0 millones de toneladas al año (Figura 20). El colín de Alaska seguía siendo la especie más abundante, pues suponía cerca del 51 % de los desembarques totales. La contribución a los desembarques de la merluza del Pacífico norte (Merluccius productus), el bacalao del Pacífico (Gadus microcephalus) y los lenguados también fue importante. La mayoría de las poblaciones de esta región se encuentran dentro de los niveles biológicamente sostenibles y están adecuadamente gestionadas. Esto se debe al asesoramiento basado en la ciencia de la Comisión de Pesca del Pacífico Norte y el Consejo de Ordenación Pesquera del Pacífico norte de los Estados Unidos de América para establecer las capturas totales permisibles muy por debajo del potencial de rendimiento máximo sostenible (RMS) en el colín a fin de lograr los objetivos de RMS en todas las especies capturadas en la pesquería de arrastre de poblaciones mixtas, además de una buena gobernanza, lo cual ha ayudado a reducir la presión pesquera. No obstante, algunas poblaciones de salmón del Pacífico en estados meridionales (Columbia Británica en el Canadá y los estados de Washington, Oregón y California en los Estados Unidos de América) se encontraban sobreexplotadas en 2021, y algunas poblaciones de arenque del Pacífico, centolla y rocote ojo amarillo siguen recuperándose de la sobrepesca. Los fracasos de reclutamiento del cangrejo de la nieve del mar de Bering como consecuencia del cambio climático constituyen motivo de preocupación en relación con posibles cambios a largo plazo en estas zonas. En general, el 76,5 % de las poblaciones evaluadas en el Pacífico nororiental se encontraban dentro de los niveles biológicamente sostenibles en 2021; aunque dicho porcentaje sitúa a esta área en tercera posición con respecto a las áreas que cuentan con un seguimiento más adecuado a nivel mundial, la región experimentó una caída importante del 9,6 % en comparación con la evaluación de 2019 relacionada con el descenso del reclutamiento en algunas poblaciones, posiblemente debido al cambio climático.
El Pacífico centro-occidental (área 71) se alzó como la segunda zona con mayor número de desembarques a escala mundial —13,4 millones de toneladas (aproximadamente el 17 % de los desembarques mundiales en zonas marinas)— en 2021. Se desembarcaron numerosas especies de peces, pero los desembarques no siempre se categorizaron atendiendo a especies concretas, sino que se registraron en multitud de categorías genéricas como “peces marinos no especificados en otra parte” y “tiburones, rayas, mantas, etc.”. Estas categorías constituyeron el 57 % de los desembarques totales de la región en 2021. Los atunes y especies afines revistieron importancia, pues su contribución se situó alrededor del 26 % de los desembarques totales. Las pequeñas especies pelágicas como las sardinas, las anchoas y las macarelas también fueron relevantes (13,7 %). De las poblaciones evaluadas, se estimó que el 65,2 % se encontraba dentro de los niveles biológicamente sostenibles, mientras que el 35 % no lo estaba. No obstante, estos resultados deberían tratarse con precaución dadas las incertidumbres en los datos de la región.
Los desembarques registrados en el Pacífico centro-oriental (área 77) han fluctuado a lo largo de los últimos decenios entre 1,5 y 2,0 millones de toneladas; en 2021, se situaron en 1,7 millones de toneladas. Los desembarques de esta región están constituidos en su mayoría por peces pelágicos pequeños y medianos, calamares y camarones, que son susceptibles de manera inherente a variaciones interanuales en las condiciones oceanográficas y pueden presentar oscilaciones en los desembarques a pesar de registrar tasas de explotación sostenibles. Las estimaciones sugieren que aproximadamente el 84,2 % de las poblaciones en el Pacífico centro-oriental se están explotando dentro de los nievles biológicamente sostenibles. Este es el porcentaje de sostenibilidad más elevado de todas las áreas de pesca, a pesar del ligero descenso registrado en comparación con 2019. En particular, las poblaciones de sardina monterrey (Sardinops caeruleus), anchoa de California (Engraulis mordax), anchoveta chuchueco (Cetengraulis mysticetus), machuelo hebra pinchagua (Opisthonema libertate) y jibia gigante (Dosidicus gigas) están gestionadas actualmente dentro de los niveles biológicamente sostenibles. Sin embargo, los recursos costeros de especies de alto valor, entre ellas los meros, los pargos y los camarones, siguen sobreexplotados. Lamentablemente, el estado de estas poblaciones sigue siendo sumamente incierto debido a los escasos datos disponibles.
La producción de la pesca de captura en el Pacífico sudoccidental (área 81) en 2021 se situó en torno a las 390 000 toneladas (Figura 20) de especies altamente diversificadas. Las principales especies fueron la cola de rata azul, los escómbridos pelágicos y los calamares, que representaron en torno al 47 % de los desembarques totales en 2021. La polaca austral, la sierra y el congribadejo rosado también son importantes en la región. Uno de los factores principales que ha contribuido a la reducción de los desembarques desde principios de la década de 1990 es la reducción de los límites de las capturas para garantizar la sostenibilidad. Unas pocas poblaciones se consideran infraexplotadas. En general, el 75,9 % de las poblaciones de peces evaluadas en el Atlántico sudoccidental se encontraban dentro de los niveles biológicamente sostenibles en 2021, una situación estable con respecto a 2019.
Los desembarques registrados en el Pacífico sudoriental (área 87) alcanzaron los 10 millones de toneladas en 2021, es decir, en torno al 12,5 % de los desembarques mundiales, constituyendo así la tercera área marina de mayor producción de pesca de captura. La clara tendencia a la baja de los desembarques desde principios de la década de 1990 hasta el año 2016 se ha revertido, principalmente debido a los incrementos de los desembarques de anchoveta (Engraulis ringens) (Figura 20). Las dos especies más productivas fueron la anchoveta y la jibia gigante (Dosidicus gigas), cuyos desembarques ascendieron a casi 5,9 millones de toneladas y casi 1 millón de toneladas, respectivamente. Aunque la población de anchoveta se considera dentro de los niveles biológicamente sostenibles, probablemente debido a una ordenación de la pesca eficaz y condiciones ambientales favorables, la población de jibia gigante muestra signos de sobreexplotación. La población de sardina araucana (Strangomera bentincki) también se estima que está dentro de los niveles biológicamente sostenibles. Por el contrario, actualmente se estima que las poblaciones de sardina sudamericana (Sardinops sagax), Merluza del Pacífico sur (Merluccius gayi), merluza austral (Merluccius australis) y austromerluza negra (Dissostichus eleginoides) se explotan a niveles insostenibles. Sin embargo, las poblaciones de estornino del Pacífico (Scomber japonicus) se han recuperado hasta alcanzar niveles sostenibles en la región. Aunque la mayoría de las capturas de esta región (aproximadamente el 83 %, debido a la anchoveta) procede de poblaciones que se encuentran en niveles sostenibles, en general, solo el 33,3 % de las poblaciones evaluadas en la región se encontraban dentro de los niveles biológicamente sostenibles en 2021, un porcentaje similar al de 2019.
Conclusiones
Aunque en varias regiones existen informes de evaluación oficiales completos sobre las principales poblaciones explotadas, lo cual permite realizar una estimación eficaz de su estado, en muchas otras regiones no es así. A menudo, el conocimiento de la estructura de la población de la mayoría de las especies es insuficiente para permitir evaluaciones oficiales de las poblaciones. Este efecto es más marcado en regiones donde predominan las pesquerías en pequeña escala con múltiples especies y donde se emplean varias artes de pesca, cuyos datos son limitados (en cantidad y calidad) y donde el conocimiento de la estructura de las poblaciones es escaso en la mayoría de las especies capturadas. Por esa razón, buena parte de las poblaciones que abarca el presente examen se evalúan empleando tendencias de capturas y datos complementarios o conocimientos de expertos, en oposición a evaluaciones analíticas de las poblaciones o datos independientes de la pesca.
La evaluación mundial de la FAO se basa principalmente en evaluaciones “tradicionales” de poblaciones basadas completamente en datos estadísticos, pero también en evaluaciones con datos limitados o métodos de obtención de datos de expertos (FAO, 2011a). Una de las razones de las posibles diferencias entre el enfoque de la FAO y, por ejemplo, la perspectiva global sobre la pesca en el mundo de Worm (Worm et al., 2009) es que se emplean poblaciones diferentes para estimar los porcentajes de la sobrepesca mundial en los distintos estudios. Otro posible factor importante es que la metodología de la FAO tiende a agrupar poblaciones en unidades más amplias en comparación con el enfoque de Worm et al. No obstante, independientemente de estas consideraciones, en la evaluación de la FAO sobre los recursos pesqueros marinos, el porcentaje de poblaciones de peces explotadas dentro de los niveles biológicamente sostenibles descendió hasta el 62,3 % en 2021, manteniendo una tendencia a la baja general de entre un 0,5 % y un 1 % al año aproximadamente durante los últimos decenios.
La FAO está trabajando para lograr una mejora importante en la metodología y los procesos empleados para informar sobre el estado de explotación de los recursos pesqueros (véase el Recuadro 28, pág. 172), y esta labor mejorará la calidad, la fiabilidad y la transparencia de los indicadores mundiales presentados por la FAO.
Perspectivas de alcanzar la meta de los ODS relativa a la pesca
La FAO tiene la misión en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (específicamente el ODS 14) de realizar el seguimiento del progreso a nivel mundial en la utilización sostenible de los recursos pesqueros (meta 14.4). En 2021, el 62,3 % de las poblaciones de peces objeto de pesca marina en todo el mundo se explotó dentro de los niveles biológicamente sostenibles. La tendencia descendente continua del porcentaje de poblaciones explotadas de manera sostenible (ver Figura 18, pág. 45) es motivo de alarma en la comunidad internacional y entre las partes interesadas pertinentes, pues se necesitan iniciativas de ordenación y planes de restauración concretos y urgentes para lograr una pesca sostenible. Sin embargo, también existen signos positivos en algunas regiones del mundo (como el Atlántico norte y el Pacífico nororiental y sudoriental), que han mejorado el porcentaje de poblaciones explotadas de manera sostenible. Esto está directamente relacionado con una evaluación y ordenación más adecuadas que, a su vez, producen estimaciones mejoradas de la pesca sostenible (Hilborn et al., 2020). En otras partes del mundo el cambio está llegando, pero lamentablemente a un ritmo más lento que el plazo para lograr los ODS.
La sobrepesca —actividad pesquera que provoca la reducción de la abundancia de poblaciones hasta situarla por debajo del nivel que puede producir el rendimiento máximo sostenible (RMS)— no solo repercute negativamente en la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas, sino que también reduce la producción pesquera, lo que posteriormente acarrea consecuencias negativas de orden social y económico. Recuperar las poblaciones sobreexplotadas hasta llegar a la biomasa que les permita lograr el RMS podría aumentar la producción pesquera en 16,5 millones de toneladas y la renta anual en 32 000 millones de USD (Ye et al., 2013). En un estudio más reciente, se estima que la ordenación pesquera deficiente provoca pérdidas de ingresos superiores a 83 000 millones de USD al año (Banco Mundial, 2017). Asimismo, aumentaría significativamente la contribución de la pesca marina a la seguridad alimentaria, la nutrición, la economía y el bienestar de las comunidades costeras.
El ODS 14 (Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible) establece la meta 14.4 sobre poner fin a la sobrepesca para 2020. Lamentablemente, la pesca mundial se ha alejado de esta meta y la sobrepesca ha aumentado del 35,4 % en 2019 al 37,7 % en 2021. No obstante, este panorama mundial oculta diferencias regionales y dentro de cada país. En un estudio (Hilborn et al., 2020) se muestra que las poblaciones gestionadas de manera intensiva han registrado, en promedio, un incremento de la abundancia o esta ha alcanzado los niveles objetivo propuestos; en cambio, las regiones con una ordenación pesquera menos avanzada presentan tasas de captura mucho más elevadas y una menor abundancia con respecto a los niveles establecidos como objetivo. Esto destaca la necesidad urgente de replicar y readaptar las políticas y reglamentos satisfactorios en las pesquerías donde no se aplica una ordenación sostenible y crear mecanismos innovadores que promuevan la ordenación eficaz de la pesca para la utilización sostenible de los recursos marinos en todo el mundo, en consonancia con el objetivo de la transformación azul de la FAO de garantizar que se lleve a cabo una ordenación eficaz del 100 % de la pesca y el programa para la transformación azul (FAO, 2022a).
Pesca continental
La pesca continental contribuye a más del 12 % de los desembarques de pescado a nivel mundial. Su contribución puede resultar especialmente importante en los países en desarrollo sin litoral y los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos (PBIDA). De hecho, el 21 % (2,4 millones de toneladas en 2021) de las capturas de peces continentales a nivel mundial procede de PBIDA, lo cual hace a este tipo de pesca particularmente importante para la subsistencia de las personas en esos países —en lo que respecta a su seguridad alimentaria y la mitigación de la pobreza. Cerca del 70 % de todos los pescadores de subsistencia practican la pesca continental, a menudo junto con otras actividades o como actividad complementaria durante épocas de baja demanda de mano de obra.
La pesca continental está extendida y posee una diversidad significativa. Además de los grandes lagos, los embalses, los ríos y las llanuras inundables, la pesca se lleva a cabo en pantanos, cursos de agua y estanques, lagos artificiales, canales, zanjas y campos de arroz. La pesca en estas masas de agua suele ser principalmente en pequeña escala, pues el 99 % de la producción total de las capturas continentales procede de la pesca en pequeña escala. Estas pesquerías se pueden caracterizar además por la diversidad de pescadores, prácticas de pesca, acuerdos de ordenación y cadenas de valor asociadas.
La producción de la pesca continental se concentra más en los países con masas de agua o cuencas fluviales importantes. En Asia se encuentran los cuatro productores principales de pescado continental (India, China, Bangladesh y Myanmar) y representan cerca de dos tercios de la producción de la pesca continental mundial. Las llanuras inundables tropicales asociadas a los lagos y las cuencas fluviales albergan algunas de las mayores pesquerías continentales del mundo, las cuales contribuyen de manera importante a los medios de vida, la seguridad alimentaria y la nutrición. En esos entornos dinámicos, la variabilidad interanual en las inundaciones puede tener un efecto más significativo en la supervivencia y las tasas de crecimiento que el tamaño y la productividad de las poblaciones. Esto puede provocar cambios en la productividad y la composición de las especies en los desembarques.
La distribución y naturaleza de la pesca continental son distintas de las de la pesca marina. Debido a la naturaleza de los hábitats acuáticos continentales, numerosas poblaciones de peces continentales tienen ciclos de vida que les permiten experimentar elevados niveles de mortalidad asociados a entornos dinámicos e impredecibles y recuperarse de ellos. Dado el amplio número de personas que participan, la presión pesquera puede ser elevada; sin embargo, los factores ambientales desempeñan una función todavía más importante en la productividad y la resiliencia de estas pesquerías. La situación es distinta en los lagos o cursos de agua templados o del Ártico, donde las poblaciones de peces más aisladas pueden ser vulnerables a la sobrepesca; pero incluso en estos entornos, existen otros cambios, —por ejemplo, en la conectividad, la calidad del agua y la situación de los lugares de desove— que tienen un papel relevante en el estado y la salud de las poblaciones de peces.
La pesca en aguas continentales también es diversa. Aunque en algunos casos la actividad pesquera se lleva a cabo durante todo el año, en otros esta tiene carácter estacional u ocasional y se practica para complementar otras actividades de generación de ingresos o cuando existe una escasa demanda de mano de obra. A pesar de que se reconocen las actividades y las contribuciones a los medios de vida, gran parte de la pesca en masas de agua estacionales, pequeños cursos de agua y otros humedales marginales sigue cuantificándose y notificándose de manera escasa, en particular las actividades posteriores a la captura. Aunque las contribuciones de la pesca continental a la reducción de la pobreza pueden ser significativas para numerosos países y comunidades, su naturaleza en pequeña escala, dispersa y frecuentemente remota hace que resulte difícil evaluarlas de manera exhaustiva.
El estado de la pesca de captura continental y su contribución a la seguridad alimentaria, los medios de vida y las economías dependen en última instancia de los entornos acuáticos continentales. Estos entornos suelen fluctuar y las comunidades se adaptan a estos cambios naturales y convierten las variaciones estacionales e interanuales resultantes en fortaleza. No obstante, dichos cambios también se encuentran entre los más rápidos a nivel mundial, lo cual plantea desafíos únicos. Pueden ser el resultado de las demandas contrapuestas del uso del agua por la agricultura, la industria, el consumo humano o las actividades recreativas, que se dan a diferentes escalas. La naturaleza en pequeña escala y dispersa de numerosas pesquerías continentales —cada una de las cuales se puede ver afectada por una combinación de factores localizados— da lugar a desafíos específicos; como consecuencia de ello, las estadísticas de producción nacionales agrupadas (cuando existen) tienden a no proporcionar un indicador fiable para evaluar el estado de la pesca continental. Muchos de los medios de vida y beneficios económicos de la pesca continental no se reflejan en el seguimiento periódico. Asimismo, las actividades pesqueras de subsistencia, recreativas y ocasionales y los intercambios informales pueden representar importantes contribuciones para los hogares y las comunidades que pueden ser difíciles de cuantificar. En la evaluación de las amenazas mundiales se destaca dónde puede haber presiones que puedan afectar a estas contribuciones. La evaluación de las amenazas puede proporcionar, por tanto, la base para evaluar cómo los cambios en los entornos acuáticos continentales pueden afectar a los beneficios y oportunidades proporcionados por la pesca continental.
Estos desafíos requieren un enfoque que pueda colocar el estado de la pesca continental en el contexto de un cambio más amplio. Esto y los vínculos entre los entornos continentales acuáticos han dado lugar a la adopción de la cuenca fluvial o cuenca de captación como escala apropiada respecto de la cual evaluar las amenazas, de forma que se puedan determinar las implicaciones de las modificaciones en el uso de la tierra, la igualdad del agua y el desarrollo de infraestructura, así como el cambio climático. Esto ha constituido la base de un enfoque para crear un mapa de amenazas mundiales para la pesca continental elaborado por la FAO en colaboración con la Encuesta geológica de los Estados Unidos de América.
El enfoque analizó 20 tipos de amenazas de origen humano para crear indicadores de la amenaza agregada para las poblaciones de peces continentales (Stokes et al., 2021). Para realizar un seguimiento de la pesca continental en pequeña escala dispersa, estacional y ocasional, el enfoque combina información de múltiples fuentes, en particular el uso de indicadores sustitutivos para proporcionar evaluaciones reproducibles transparentes de las amenazas a la pesca continental. Los resultados más recientes sugieren que de las principales cuencas incluidas en la evaluación como importantes para la pesca continental, el 47 % de ellas se estima que se encuentra en una situación de “presión baja”, el 40 % en una situación de “presión media” y el 13 % en una situación de “presión alta” (Figura 21). Los criterios que describen las categorías de presión se basan en una escala numérica de 1 a 10 en la que “presión baja” se refiere a aquella con una puntuación de 1 a 3, “presión media” de 4 a 7 y “presión alta” de 8 a 10. Los resultados pueden ayudar a fundamentar el establecimiento de prioridades en las intervenciones en el contexto de la gestión integrada de recursos hídricos.
FIGURA 21Estado de las principales pesquerías continentales
- gPoblaciones con una abundancia correspondiente o cercana al rendimiento máximo sostenible (RMS). La FAO define a una población de peces como explotada a un nivel de sostenibilidad máximo cuando su biomasa se encuentra por encima del 80 %, pero por debajo del 120 % del nivel establecido como objetivo, es decir, entre 0,8 B/BRMS y 1,2 B/BRMS (BRMS se refiere a biomasa correspondiente al rendimiento máximo sostenible).
- hPoblaciones con una abundancia por encima del nivel correspondiente al RMS. La FAO define a una población de peces como infraexplotada cuando su biomasa se encuentra por encima del 120 % del nivel establecido como objetivo (B/BRMS > 1,2).
- iEl término “desembarque” en esta sección sobre la pesca marina hace referencia a la producción derivada de la pesca de captura de animales acuáticos en zonas marinas.
- jEl término “sobreexplotado” se refiere a las poblaciones con una abundancia inferior al nivel que puede producir el RMS. La FAO define a una población de peces como sobreexplotada cuando su biomasa se encuentra por debajo del 80 % del nivel establecido como objetivo (B/BRMS < 0,8).
- kLa Fundación Internacional para la Sostenibilidad de los Productos Marinos (ISSF) (2023), que emplea una definición diferente de la proporción de poblaciones que se consideran explotadas de manera sostenible, informa de que el 61 % de las poblaciones de atunes están explotadas de manera sostenible, el 17 % se encuentran sobreexplotadas y el 22 % está en una fase intermedia. También según la ISSF (2023), el 85 % de las capturas totales de atún proceden de poblaciones de peces saludables.
- lCon la principal finalidad de prestar apoyo a la ordenación pesquera, la Comisión General de Pesca del Mediterráneo (CGPM) proporciona una evaluación regional paralela del estado de las poblaciones comerciales prioritarias en el Mediterráneo y el Mar Negro; la edición más reciente se publicó en 2023 sobre la base del año de referencia 2021. Esta evaluación se basa en valoraciones científicas de análisis de unidades de gestión (una combinación de especies prioritarias y subzonas geográficas de interés) que abarcan el 50 % de las capturas.