Para facilitar la correcta aplicación de los mecanismos impulsores adecuados, debería incentivarse la CCR en la formulación de políticas, los procesos de producción y la dirección de las empresas. Como se ha explicado anteriormente en el informe, la CCR puede facilitar una comprensión completa de las repercusiones y las dependencias y permitir mejorar la adopción de decisiones en aras de la transición hacia sistemas agroalimentarios sostenibles y resilientes. Esto no es así en la actualidad, pese a los progresos que pueden percibirse. Una serie de actores, entre los que se incluyen gobiernos, instituciones académicas, empresas, instituciones financieras y organismos intergubernamentales e internacionales, están probando métodos y marcos innovadores para revelar los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios con el fin de orientar las medidas hacia la sostenibilidad. Estos esfuerzos han impulsado un cambio positivo en los sistemas agroalimentarios, en particular en las empresas, pero aún es necesario seguir desarrollando muchos ámbitos para aprovechar plenamente el potencial de la CCR. Entonces, ¿qué pasos deben darse para integrar la CCR en la adopción de decisiones? Y ¿cuál es la posible función de los distintos actores a la hora de apoyar la creación de un entorno favorable para el uso de la CCR?
Más importante aún, un único grupo de actores no puede lograr una mayor adopción de la CCR, ya que esto requiere contribuciones complementarias de diferentes partes interesadas que influyen en el funcionamiento de las empresas agroalimentarias. Los gobiernos, con sus políticas, fondos, inversiones, leyes y reglamentos, desempeñan una función esencial en la creación de un entorno favorable para ampliar la escala de la CCR con vistas a transformar los sistemas agroalimentarios. Las instituciones de investigación y el mundo académico también son fundamentales, ya que los distintos instrumentos e indicadores que se utilizan en estos estudios deben estar debidamente respaldados por metodologías rigurosas y bases de datos precisas fundamentadas en la investigación. A tal efecto, las organizaciones de investigación pueden ser fundamentales a la hora de integrar la CCR a través de diversos canales, por ejemplo, mediante la elaboración de: i) indicadores (interdisciplinarios), especialmente sociales y humanos, y sus respectivos factores de valoración; ii) mecanismos de contabilidad y modelos de informes que reflejen los principios de la CCR; iii) estudios de casos con los que se informe a las empresas sobre prácticas sostenibles (véase el Recuadro 14, en el que un estudio basado en la CCR muestra el valor de la producción de café climáticamente inteligente en Colombia)17.
Las organizaciones de investigación y los encargados de establecer normas también resultan fundamentales para avanzar en las metodologías y establecer normas para que se recopilen datos y estos se usen en las evaluaciones basadas en la CCR. Esto resulta esencial para garantizar la transparencia de los costos y beneficios reales de los sistemas agroalimentarios. Las aplicaciones de los estudios de CCR serán facilitadas principalmente por empresas de contabilidad y consultores empresariales, que proporcionan asesoramiento y apoyo a los productores y empresas agroalimentarios, así como a otras partes interesadas relevantes, en su transición hacia la sostenibilidad. Las instituciones financieras y las agencias de calificación crediticia podrían resultar cruciales si favorecen la sostenibilidad de la producción, la actividad empresarial y la inversión. En última instancia, son los productores y las empresas —así como las alianzas que creen— los que llevarán a cabo el cambio y aplicarán nuevas normas, en particular, normas voluntarias.
La necesidad de promover la metodología y los datos de la CCR
Para realizar cualquier estudio basado en la CCR, suele precisarse un volumen considerable de datos con los que evaluar los costos y beneficios en su ámbito de aplicación. La meta evidente es que los datos sean aptos para su finalidad, tanto en lo que respecta a su calidad como a que tengan el nivel de detalle necesario para informar debidamente a los encargados de adoptar decisiones. Hasta el momento, la recopilación de datos relacionados con la alimentación y la agricultura se refiere a los flujos y repercusiones visibles, que están ligados fundamentalmente al capital producido y a algunos elementos del capital humano (véase la Figura 1). En general, se carece de datos sobre otros aspectos del capital humano, como las condiciones de trabajo. Lo más difícil es encontrar datos sobre el capital social, como redes sociales y conocimientos culturales. Entre los desafíos que plantea la búsqueda de datos para su uso en estudios basados en la CCR, se encuentra también la manera de cuantificar fácilmente algunas variables, como se explica en la Figura 2.
La ausencia de estos datos a bajo costo es posiblemente el principal obstáculo para ampliar la CCR43, lo cual es especialmente acuciante en los países de ingresos medianos y bajos, donde los datos secundarios son escasos y la recopilación de datos primarios es costosa debido a la escasez de recursos. En vista de la barrera que supone la escasez de datos, la ampliación de la CCR se basará en las siguientes preguntas: ¿Cómo puede reducirse la intensidad de recursos que supone la recopilación de datos? ¿Cómo pueden utilizarse en la CCR las estimaciones de los datos que faltan? ¿Los datos de calidad “insuficiente” pueden incluirse en la CCR y, en última instancia, fundamentar la adopción de decisiones sobre políticas?
Los datos pueden obtenerse de tres fuentes44, 45, a saber: i) datos primarios recopilados específicamente para el estudio basado en la CCR, como encuestas, mediciones físicas y experimentos sobre el terreno; ii) datos secundarios recopilados y publicados originalmente para otros fines o para un estudio diferente, pero que se aproximan a la información requerida46; iii) datos estimados mediante modelos basados en datos primarios y secundarios de contextos diferentes.
Huelga decir que, para colmar la falta de datos, es necesario que el sector público financie la recopilación, la investigación y el análisis de datos. No cabe duda de que las limitaciones relacionadas con la escasez y la mala calidad de los datos plantean un problema sumamente acuciante, sobre todo en los países de ingresos medianos y bajos. Es probable que la falta de datos o los datos de mala calidad causen una gran incertidumbre en los supuestos necesarios para realizar un estudio basado en la CCR. Esta limitación debería abordarse de dos maneras generales.
Desde el punto de vista estratégico, a largo plazo, los datos necesarios para los estudios basados en la CCR deberían incluirse en los censos y encuestas sistemáticos que realizan los organismos estadísticos estatales. Para ello, es preciso desarrollar y poner a prueba un instrumento fácil de utilizar que luego pueda emplearse para establecer un procedimiento estándar de contabilidad con el que puedan generarse datos sobre los beneficios y costos ocultos de los sistemas agroalimentarios, es decir, sobre las repercusiones de estos en el capital social, humano y ambiental (véase el Capítulo 1). Si bien se reconoce que se trata de una tarea ardua, que exige tiempo y recursos, puede resultar sumamente rentable a largo plazo al reducir los recursos financieros y humanos necesarios para recopilar datos y realizar cálculos sobre los costos reales en una fase posterior.
Los gobiernos pueden facilitar el proceso desarrollando mecanismos de presentación de informes y haciéndolos obligatorios. Algunos ejemplos son la taxonomía de la Unión Europea, que establece un sistema común de clasificación de las actividades económicas sostenibles47, y la Directiva de la Unión Europea sobre la presentación de información sobre sostenibilidad por parte de las empresas, que exige a las grandes empresas que cotizan en bolsa que publiquen informes periódicos sobre los riesgos sociales y ambientales a los que se enfrentan y sobre la manera en que sus actividades repercuten en las personas, en particular en los derechos humanos, y en el medio ambiente48.
Sin embargo, debido a la necesidad acuciante de abordar la cuestión de los costos ocultos, los encargados de adoptar decisiones no deberían esperar, sino valerse de lo que se encuentra disponible, siempre que se comprendan bien sus limitaciones. A corto y medio plazo, deberían aprovechar todos los datos secundarios y estimados disponibles. A continuación, pueden emplearse técnicas de elaboración de modelos y análisis de sensibilidad para determinar los puntos de datos que arrojaron resultados que se alejaban notablemente de la media y que deberían ser objeto de una recopilación de datos primarios. El establecimiento de prioridades entre los datos objetivos también puede facilitarse con diversos instrumentos, como los mapas sobre la falta de datos objetivos, que representan visualmente la cantidad y la calidad de los datos objetivos disponibles sobre, por ejemplo, posibles intervenciones de políticas y sus resultados. Estos mapas permiten ver de un vistazo las intervenciones para las que existen datos objetivos sólidos y las que no se han estudiado en absoluto o solo en parte49.
En este sentido, los directorios de datos compartidos en el caso de los datos secundarios y los instrumentos normalizados de recopilación en el caso de los datos primarios pueden reducir enormemente los recursos necesarios para realizar un estudio basado en la CCR46. En Francia, por ejemplo, los esfuerzos del sector público llevaron a la creación de Agribalyse, una base de datos armonizada de análisis del ciclo de vida de 2 500 productos alimenticios, que, a su vez, se ha utilizado para desarrollar sistemas de etiquetado que indican el impacto ambiental49. Estas iniciativas deberían ser un esfuerzo colectivo de la comunidad dedicada a la CCR, ya que permiten subsanar la falta de datos a un costo reducido, lo cual resulta esencial para ampliar los estudios basados en la CCR.
Es importante destacar que los distintos instrumentos e indicadores utilizados en los estudios basados en la CCR tienen que estar respaldados por investigaciones realizadas rigurosamente y bases de datos precisas8. Queda mucho por investigar en materia de CCR para reducir las grandes lagunas que existen actualmente en la disponibilidad de datos. Los instrumentos y modelos desarrollados recientemente por la FAO constituyen un ejemplo de la función que reviste la investigación a la hora de facilitar la integración de la CCR en los sistemas agroalimentarios. Por ejemplo, la herramienta de balance de carbono ex-ante (EX-ACT) de la FAO y sus instrumentos complementarios —el Instrumento de evaluación integrada y computación de la biodiversidad (B-INTACT) y la herramienta de balance de carbono ex-ante para la cadena de valor (EX-ACT VC)— permiten la estimación y el seguimiento coherentes de los efectos directos de las intervenciones agrícolas en las emisiones de GEI y la biodiversidad50. Los instrumentos pueden utilizarse de forma individual o en conjunto, ya sea para centrarse en componentes específicos de proyectos y políticas o para obtener una visión holística de su impacto ambiental. Otro ejemplo es el Modelo de evaluación ambiental de la ganadería mundial (GLEAM), que se basa en el análisis del ciclo de vida (ACV) y puede utilizarse para evaluar hipótesis alternativas inclinadas hacia una producción ganadera más sostenible. Este modelo puede utilizarse para generar hipótesis sobre las posibles repercusiones de las perturbaciones biológicas (provocadas por enfermedades) en la producción ganadera y las emisiones de GEI conexas (Recuadro 21), o para efectuar análisis comparativos de distintos sistemas de producción con arreglo a indicadores de productividad y sostenibilidad (Recuadro 22).
Recuadro 22Emisiones de GEI procedentes de la producción de huevos y leche: datos de dos análisis del ciclo de vida
El GLEAM de la FAO emplea análisis del ciclo de vida para cuantificar las emisiones de GEI generadas a lo largo de las cadenas de suministro pecuarias. Se presentan dos ejemplos para ilustrar la variabilidad de las emisiones según las distintas regiones y sistemas de producción pecuaria.
Ejemplo 1. Comparación entre la producción de huevos intensiva y la extensiva en Asia sudoriental
La intensidad de las emisiones por huevo en un sistema de producción extensiva es mucho menor que en un sistema de producción industrial/intensiva*. Ello se debe, en parte, a que los piensos utilizados en el sistema de producción doméstico/extensivo se producen localmente y consisten principalmente en residuos de cultivo y desperdicios de alimentos. Las emisiones relacionadas con estos residuos ya se asignaron a su finalidad principal (la producción de alimentos), por lo que no se tienen en cuenta. Además, no se producen emisiones por el uso de energía ni en las operaciones realizadas dentro de la explotación ni en las realizadas fuera de ella.
Por el contrario, los sistemas de producción industrial/intensiva generan emisiones de GEI relacionadas con la energía por las actividades de envasado y elaboración. Además, estos sistemas suelen importar piensos que se cultivan en zonas que fueron desbrozadas a tal fin y que emiten GEI derivados de procesos de conversión del uso de la tierra (por ejemplo, la deforestación para cultivar soja). En la Figura A se cuantifican las emisiones de GEI (en equivalente de CO2) por kilogramo de huevos a lo largo de las cadenas de valor de los sistemas de producción extensiva (arriba) e intensiva (abajo) en Asia sudoriental. Como era de esperar, el total de emisiones por kilogramo de huevos es mucho menor en el sistema de producción extensiva. Sin embargo, las emisiones relacionadas con el estiércol son notablemente mayores debido a los tipos de raza y de piensos utilizados.
FigurA A Emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de las cadenas de valor de los sistemas de producción extensiva (arriba) e intensiva (abajo) de huevos en Asia sudoriental
Ejemplo 2. Emisiones de GEI relacionadas con la leche en África oriental y América septentrional
La intensidad de las emisiones de GEI también difiere entre las distintas regiones del mundo. En África oriental, por ejemplo, la mayor parte de las emisiones por unidad de leche están vinculadas a la fermentación entérica, mientras que en América septentrional las emisiones se asocian más a las actividades que se realizan fuera de la explotación y al uso de energía. Sin embargo, dado que las emisiones asociadas a la fermentación entérica son menores en este último continente —debido a una mayor producción por animal y a razas, insumos para piensos y prácticas de gestión distintos—, las emisiones totales por unidad de leche son menores en América septentrional.
Esto puede verse en la Figura B, donde se desglosan las cadenas de valor de la leche en África oriental (arriba) y América septentrional (abajo) y se cuantifican las emisiones de GEI (en equivalente de CO2) asociadas a cada etapa.
FIGURA B Emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a la producción de leche en África oriental (arriba) y América septentrional (abajo)
Los encargados de adoptar decisiones que deseen monetizar las emisiones de GEI de una actividad económica (por ejemplo, la producción de huevos o leche) pueden hacerlo multiplicando las emisiones por el costo social de las emisiones de GEI, que puede variar según el contexto. Sin embargo, es engañoso fijarse únicamente en las emisiones, ya que así se ignoran importantes compensaciones de factores y costos en otras dimensiones, como los costos vinculados al uso de la tierra, la deforestación o a la producción y uso de fertilizantes y plaguicidas.
Estos instrumentos son valiosos a la hora de contabilizar las distintas repercusiones y evaluar hipótesis que puedan integrarse en el análisis de políticas en el contexto de la CCR (véase el Capítulo 3). También contribuyen a subsanar la falta de datos que actualmente obstaculiza la incorporación de la CCR y a poner los hallazgos y datos científicos a disposición de los encargados de formular políticas y otras partes interesadas de forma accesible y comprensible.
El análisis del ciclo de vida, que arroja luz sobre el impacto ambiental de determinadas cadenas de valor o productos individuales, puede ser una aportación valiosa a la CCR y debería utilizarse para ampliar la escala de los estudios basados en ella51. Por ejemplo, se ha empleado el ACV para comparar los costos ambientales de la producción de alimentos de origen animal en la ganadería, la acuicultura y la pesca de captura, y se ha constatado que los métodos de producción de menor impacto eran la pesca de pequeñas especies pelágicas y la acuicultura de moluscos, mientras que los métodos de producción de mayor impacto eran la producción de carne de vacuno y la acuicultura del bagre52. Sin embargo, se ha de tener cautela con la metodología y los estudios actuales del ACV que tienden a favorecer los sistemas agrícolas intensivos que requieren cuantiosos insumos y a representar incorrectamente los sistemas agroecológicos menos intensivos, como la agricultura orgánica53. Además, toda falta de datos objetivos que afecte al ACV en los sistemas agroalimentarios puede trasladarse a las estimaciones de la CCR54. No obstante, el ACV puede emplearse como punto de partida del análisis de la CCR, convirtiendo en términos monetarios las repercusiones que suelen notificarse en unidades físicas (como en el caso de las emisiones de GEI). En el Recuadro 22 se describen dos análisis del ACV utilizados para comparar distintos sistemas de producción de huevos y leche en cuanto a sus emisiones de GEI. Sin embargo, los dos análisis se centran en las emisiones y no tienen en cuenta las demás repercusiones ambientales de la ganadería, por lo que solo pueden ofrecer una representación parcial del impacto ambiental de los sistemas de producción pecuaria. Así pues, los análisis ofrecen aportaciones fundamentales para un análisis exhaustivo basado en la CCR, pero debe complementarse con el análisis de otras repercusiones importantes, como la deforestación, la pérdida de biodiversidad, las fugas de nitrógeno, el cambio del uso de la tierra, el uso del agua y la contaminación.
Por lo tanto, cuando no se disponga de datos para estos análisis sistémicos basados en la CCR, los encargados de formular políticas y las partes interesadas deberían empezar con los datos de los que se dispone en la actualidad. En este sentido, el instrumento GLEAM de la FAO es un paso importante, ya que proporciona a las principales partes interesadas información detallada basada en datos objetivos sobre las repercusiones del sector ganadero en la salud y el medio ambiente (véanse los recuadros 21 y 22). Los resultados del modelo pueden integrarse en estudios de puntos críticos, que ofrecen alternativas a una cuantificación plena cuando esta no puede lograrse debido a la escasez de datos. En un estudio de puntos críticos, la importancia relativa de los distintos indicadores se hace explícita sin cuantificarlos plenamente. Puede utilizarse cuando los datos son escasos, pero también en otros contextos en los que no se pueden cuantificar, por ejemplo, si no existen métodos con los que evaluar, medir o estimar determinadas variables, como las dependencias y repercusiones relacionadas con algunos aspectos del capital social.
En las evaluaciones específicas basadas en la CCR en contextos de escasez de datos, también deberían aprovecharse los instrumentos existentes en el ámbito de la sostenibilidad. Por ejemplo, si bien el marco de las cadenas de valor alimentarias sostenibles de la FAO no está catalogado como marco basado en la CCR, en lo conceptual se corresponde en gran medida con el enfoque basado en la CCR. Se ha utilizado para analizar las cadenas de valor alimentarias en las tres dimensiones de la sostenibilidad: la económica, la social y la ambiental55. Un ejemplo destacado de su uso en la transformación de los sistemas agroalimentarios procede del proyecto FISH4ACP (2020-24), financiado por la Unión Europea, que ofrece un enfoque normalizado riguroso para analizar y desarrollar cadenas de valor en los subsectores de la pesca de captura y la acuicultura. Esta metodología se probó sobre el terreno en 12 países de África, el Caribe y el Pacífico56. La metodología FISH4ACP comienza con un análisis funcional de la estructura y la dinámica de la cadena de valor, en el que se tienen en cuenta todos los elementos, actores y partes interesadas relevantes. A continuación, se lleva a cabo una evaluación de la sostenibilidad a fin de estimar las repercusiones económicas, sociales y ambientales de la cadena de valor y determinar los puntos críticos en materia de sostenibilidad. Posteriormente, se elabora un plan de desarrollo de la cadena de valor dirigido a abordar los puntos críticos determinados57, en particular aspectos como la creación de capacidad, el empoderamiento de las mujeres, la ordenación responsable de las poblaciones de peces, el cumplimiento de la legislación pesquera y la mejora de las condiciones laborales58.
La función complementaria de las normas y los servicios de contabilidad y la necesidad de crear capacidad
Los gobiernos, las instituciones de investigación y otros organismos dedicados al establecimiento de normas para los estudios basados en la CCR desempeñan una función importante a la hora de integrar la CCR combinando necesidades e incentivos. Los gobiernos pueden facilitar la integración de la CCR en los mecanismos existentes y futuros de elaboración de informes sobre la sostenibilidad y las repercusiones, como se menciona en la sección anterior. La reciente aprobación del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal por parte de 196 países supone un paso adelante en la mejora de las obligaciones de presentación de informes sobre los desafíos de sostenibilidad derivados de las actividades empresariales. Por ejemplo, en la Meta 15, los gobiernos se comprometen a exigir a todas las grandes empresas e instituciones financieras que evalúen y divulguen los riesgos, repercusiones y dependencias que tienen respecto de la biodiversidad, mientras que en la Meta 18 se promete una reforma exhaustiva de las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente61.
Sin embargo, para que puedan aplicarse con éxito, estos mecanismos y directivas tienen que estar respaldados por normas e indicadores adecuados. Las normas acordadas internacionalmente, como las de la Organización Internacional de Normalización, permiten, por ejemplo, que las empresas comuniquen de forma transparente a las partes interesadas externas las declaraciones que hacen sobre sus operaciones62. Ejemplos de tales normas serían la manera en que el cambio climático afecta al valor de la empresa y la manera en que las actividades de la empresa contribuyen al cambio climático63.
Otro avance positivo se refiere a las normas para la presentación de informes de sostenibilidad de las empresas elaboradas por el Equipo de Tareas sobre la Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima. Este equipo ha elaborado nuevas recomendaciones dirigidas a las empresas sobre la divulgación de riesgos y oportunidades relacionados con el clima, que han sido adoptadas ampliamente por empresas e inversores y más de 1 700 organizaciones las han hecho suyas desde 202117. Del mismo modo, el Equipo de Tareas sobre la Divulgación de Información Financiera relacionada con la Naturaleza, una nueva iniciativa mundial, está formulando recomendaciones, que se prevé estarán listas para septiembre de 202364. Aunque no se trata de una norma, el Equipo de tareas proporcionará un marco mundial diseñado para fundamentar las normas sobre la gestión de riesgos relacionados con la naturaleza y su divulgación. Por lo tanto, si bien los organismos de establecimiento de normas desempeñan una función fundamental a la hora de elaborar la normativa para diversos aspectos de la CCR, el grado en que los actores de los sistemas agroalimentarios (principalmente los productores y las empresas) pongan en práctica estas normas dependerá de muchos factores, también de su capacidad de aplicarlas. No cabe duda de que es necesario crear capacidad a este respecto, sobre todo en los países de ingresos medianos y bajos. El proceso puede ser facilitado por los gobiernos, que pueden decidir adoptar las normas con carácter obligatorio y podrían desempeñar una función decisiva a la hora de permitir la ejecución de programas de creación de capacidad en un periodo de transición.
La función de los servicios contables complementa el establecimiento de normas. Las empresas de contabilidad y las consultorías empresariales revisten una función importante en la elaboración de instrumentos de evaluación y normas contables para la CCR. Al trabajar en estrecha colaboración con los productores, las empresas y otras partes interesadas del ámbito agroalimentario, las empresas de contabilidad y las consultorías empresariales pueden determinar los obstáculos pertinentes en la aplicación de la CCR y ayudar a las partes interesadas a superarlos. También en este caso se necesitan programas de creación de capacidad y transferencia de conocimientos para adaptar los servicios de contabilidad y las consultorías empresariales a la normativa de la CCR.
Las instituciones financieras pueden facilitar el proceso mediante políticas de préstamo que favorezcan cada vez más a las empresas agroalimentarias sostenibles con el objetivo de las incorporen. En este contexto, la forma en que las agencias de calificación crediticia clasifican a las empresas en función de su solvencia también debe adaptarse a las nuevas realidades; en toda evaluación deben incluirse los costos, beneficios, riesgos y activos desde una perspectiva no financiera. Un ejemplo de cómo podría funcionar esto en la práctica es el Fondo Agri3, dirigido a prestar apoyo a la agricultura sostenible y la conservación de los bosques65. El objetivo del fondo consiste en movilizar hasta 1 000 millones de USD en concepto de financiación pública y privada “brindando instrumentos de mejora del crédito y asistencia técnica que permitan una transición hacia prácticas más sostenibles en las cadenas de valor agrícolas y eviten la deforestación”66. Sin embargo, la posibilidad de ampliar iniciativas similares requiere que se disponga de instrumentos y datos respaldados por una buena investigación para evaluar el desempeño de los posibles beneficiarios.