- ➔ Un novedoso análisis de la CCR en 154 países proporciona estimaciones preliminares de los “costos ocultos cuantificados” de los sistemas agroalimentarios. Al hacer referencia a ellos como “cuantificados”, se reconocen las deficiencias de datos en numerosos países que impiden la estimación de todos los costos ocultos como, por ejemplo, los asociados a la exposición a plaguicidas y la degradación de la tierra.
- ➔ El análisis concluye que los costos ocultos cuantificados a nivel mundial (ambientales, sociales y sanitarios) de los sistemas agroalimentarios ascendieron a aproximadamente 12,7 billones de dólares en paridad de poder adquisitivo (PPA) en 2020, lo que equivale a casi el 10 % del producto interno bruto mundial en términos de PPA (PIB PPA).
- ➔ Incluso teniendo en cuenta la incertidumbre, hay un 95 % de posibilidades de que los costos ocultos cuantificados a nivel mundial alcancen o superen los 10 billones de dólares PPA de 2020, lo que pone de relieve la necesidad innegablemente urgente de tener en cuenta estos costos a la hora de adoptar decisiones para transformar los sistemas agroalimentarios.
- ➔ A nivel mundial, el 73 % de los costos ocultos cuantificados en 2020 estaban asociados a hábitos alimenticios que desembocaban en obesidad y enfermedades no transmisibles (ENT), causantes de pérdidas de productividad de la mano de obra.
- ➔ Los costos ocultos ambientales cuantificados de la agricultura, que representan más del 20 % de los costos ocultos cuantificados, equivalen a casi un tercio del valor añadido agrícola.
- ➔ Desde el punto de vista social, se calcula que los ingresos de la población moderadamente pobre que trabaja en los sistemas agroalimentarios deben aumentar, de media, un 57 % en los países de ingresos bajos y un 27 % en los países de ingresos medianos bajos, para garantizar que se sitúen por encima del umbral de pobreza moderada, a fin de reducir la inseguridad alimentaria y la subalimentación.
- ➔ Concluir que los hábitos alimenticios poco saludables son los que más contribuyen a los costos ocultos mundiales no debería desviar la atención de los costos ocultos ambientales y sociales, sino subrayar la importancia de reorientar las ayudas para transformar los sistemas agroalimentarios a fin de que ofrezcan a todas las personas una alimentación saludable y sostenible desde el punto de vista ambiental.
- ➔ Los costos ocultos cuantificados suponen una carga mayor en relación con los ingresos nacionales en los países de ingresos bajos, donde equivalen, de media, al 27 % del PIB (en gran parte debido a la pobreza y la subalimentación), en comparación con el 11 % en los países de ingresos medianos y el 8 % en los países de ingresos altos. Abordar la pobreza y la subalimentación sigue siendo una prioridad en los países de ingresos bajos.
- ➔ Estos resultados preliminares indican que existe una variación considerable de un país a otro en la importancia relativa de los costos ocultos ambientales, sociales y sanitarios, lo que subraya la necesidad de elaborar estimaciones nacionales de los costos ocultos y mejorarlas con información específica de cada país, a fin de que puedan constituir una aportación útil en los procesos de adopción de decisiones y formulación de políticas.
Como se indicó en el Capítulo 1, las causas de la insostenibilidad de los sistemas agroalimentarios radican en los costos que se ocultan tras los precios y que los actores de los sistemas agroalimentarios no contabilizan. Estos costos ocultos —por ejemplo, la contaminación del agua, la pérdida de biodiversidad y las ENT— se derivan de externalidades negativas y otras ineficacias del mercado (o sus efectos indirectos), así como de ineficacias de las políticas y las instituciones. Para lograr la transición de los sistemas agroalimentarios hacia la sostenibilidad, es esencial medir y estimar esos costos ocultos en las dimensiones ambiental, social y sanitaria.
Por el contrario, los costos económicos derivados del capital producido sí suelen incluirse en las evaluaciones económicas, por lo que ya son visibles. Para poder incluir los costos ocultos en las estimaciones contables es necesario adoptar un enfoque integral que capte la complejidad y la interdependencia de los actores, las actividades y las repercusiones de los sistemas agroalime y otros aspectos del análisis para el presente informe. En enltarios. En el Capítulo 1 se presenta la CCR como un enfoque que sirve para determinar dichos costos ocultos. Sin embargo, este tipo de enfoque suele enfrentarse a deficiencias de datos, limitaciones metodológicas y obstáculos institucionales. Además, tampoco se dispone de suficientes parámetros e indicadores comunes que permitan efectuar comparaciones y agrupaciones de datos en diferentes dimensiones y escalas geográficas (local, nacional, regional y mundial).
Para contrarrestar estas dificultades, en el Capítulo 1 se propone un proceso de dos fases mediante el cual analizar y cuantificar los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios en los distintos tipos de capital (véase la Figura 3). El presente capítulo sirve como punto de partida para la primera fase de este proceso de dos fases, mediante la cuantificación preliminar a nivel nacional de los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios en 154 países. Se recurre a diversas bases de datos de carácter nacional, como la Base de datos estadísticos sustantivos de la FAO (FAOSTAT), los indicadores del desarrollo mundial del Banco Mundial, la base de datos sobre la carga mundial de morbilidad y la base de datos “Ecosystem Services Valuation” (Estimación de los servicios ecosistémicos)c.
Para realizar una cuantificación es necesario combinar modelos de repercusiones con estimaciones monetarias que permitan estimar (monetizar) los costos ocultos. De esta manera, los resultados pueden agruparse y compararse en diferentes dimensiones y escalas geográficas, así como utilizarse como base para el diálogo con los encargados de adoptar decisiones. En este ejercicio, se tienen en cuenta en la mayor medida posible tanto los costos como los beneficios ocultos. En aras de la simplicidad, se entiende por “costos ocultos” los costos ocultos netos en una determinada dimensión, y los beneficios ocultos se expresan como costos ocultos negativos. Un ejemplo de costo oculto negativo en la dimensión del cambio climático sería la conversión de pastizales o tierras de cultivo de un agricultor a tierras forestales: si bien se reducen las emisiones de GEI, el agricultor no recibe ninguna compensación por ello.
Conviene señalar que, si bien las estimaciones presentadas en este capítulo revisten importancia de cara a generar diálogos a nivel nacional, no son más que un primer paso para facilitar el proceso de dos fases. Estas estimaciones preliminares de los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios nacionales son solo un posible punto de partida para la primera fase, cuyo objetivo consiste en comprender el panorama general del funcionamiento de los sistemas agroalimentarios y los desafíos a los que se enfrentan. Es recomendable comprender ese funcionamiento antes de pasar a la segunda fase, dedicada a un análisis nacional (y subnacional) más profundo. En función del contexto, las evaluaciones de la segunda fase pueden realizarse sin una cuantificación inicial de los costos ocultos en cada uno de los tipos de capital a nivel nacional. No obstante, esa cuantificación crea una oportunidad sin precedentes para apoyar a los encargados de adoptar decisiones en todo el mundo en la determinación de los desafíos (ocultos) generales a los que se enfrentan sus sistemas e iniciar un proceso para construir una visión conjunta en favor de la transformación de los sistemas agroalimentarios.
A pesar del valor de la monetización a la hora de revelar la magnitud relativa de los costos ocultos en los diferentes resultados de los sistemas agroalimentarios y de expresar los (límites superiores de los) beneficios derivados de la mejora de esos mismos resultadosd —por ejemplo, la reducción del hambre, la malnutrición, la obesidad, el desperdicio de alimentos, las emisiones de GEI y la pérdida de biodiversidad—, la valoración monetaria también plantea múltiples desafíos y limitaciones. En primer lugar, algunos aspectos del bienestar humano o del capital natural son intangibles, no tienen precio o son irremplazables, por lo que es imposible o inconveniente asignarles un valor monetario. Cabe citar como ejemplos la identidad cultural, el ocio y las relaciones sociales. Además, determinar el valor monetario de la pérdida de una vida humana plantea un dilema moral. En cambio, parece más razonable estimar la pérdida de productividad y de ingresos derivada de una enfermedad o de la disminución de la esperanza de vida, determinando así el “componente económico” —y únicamente el componente económico— de los resultados en materia de salud, entre otros.3
En cuanto al valor intangible de los alimentos, como la identidad cultural asociada a los sistemas agroalimentarios, en el informe se reconoce que esos beneficios son importantes, aunque no se moneticen. El valor de los sistemas agroalimentarios para la sociedad probablemente supere con creces el que se mide como su valor añadido al PIB. No obstante, la pregunta es la siguiente: ¿cómo transformamos los sistemas agroalimentarios para que aporten un valor todavía mayor a la sociedad? La dificultad reside, por lo tanto, en cómo transformar los sistemas agroalimentarios de forma que se mitiguen los costos ocultos y se aumenten los beneficios cuantificables. Contabilizar las repercusiones ocultas de estos sistemas constituye un primer paso crucial.
Partiendo de esta premisa, en este capítulo se ofrece una primera estimación de los costos ocultos (ambientales, sociales y sanitarios) de los sistemas agroalimentarios nacionales de 154 países. Además, se explica en qué medida las estimaciones aquí presentadas suponen una mejora con respecto a los estudios existentes, al tiempo que se reconoce que las estimaciones actuales son aún preliminares y parciales, en el sentido de que no reflejan todas las repercusiones e interdependencias de los sistemas agroalimentarios. Más bien proporcionan una imagen indicativa e ilustrativa de la magnitud y la distribución de los costos ocultos a nivel mundial, nacional y de ingresos, y brindan, por lo tanto, un posible punto de partida para el diálogo con los encargados de adoptar decisiones. En aras de la transparencia, los costos ocultos estimados en este documento se denominan “costos ocultos cuantificados” con vistas a reconocer las limitaciones de datos existentes.
Una metodología mejorada para estimar los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios
Los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios afectan al bienestar de las generaciones actuales y futuras, y a menudo recaen sobre quienes no se benefician de las actividades económicas causantes de dichos costos. Si se adopta un enfoque basado en la CCR, es posible que esos costos ocultos se hagan visibles y se acelere la transformación y mejora de los sistemas agroalimentarios.
Existen estudios anteriores que han intentado estimar los costos ocultos a nivel mundial a partir de valores procedentes de la literatura existente. Sin embargo, combinar estimaciones de distintos estudios con supuestos y metodologías subyacentes muy diferentes —desde distintos supuestos de trayectorias futuras hasta distintas tasas de descuento, valores de servicios ecosistémicos, costos de enfermedades y medidas de bienestar— va en detrimento del rigor y la coherencia en términos económicos, y solo proporciona estimaciones a nivel mundial, lo que impide comparar las economías nacionales.
En la edición de este año de El estado mundial de la agricultura y la alimentación se propone una metodología mejorada para estimar los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios, sobre la base de un modelo desarrollado por Steven Lord, del Environmental Change Institute (Instituto sobre el cambio del medio ambiente) de la Universidad de Oxford para la Comisión de Economía de los Sistemas Agroalimentarios (FSEC)e, 1. El modelo se emparejó con FAOSTAT y otras fuentes mundiales que contienen datos relativos a numerosos países y períodos de tiempo sobre, por ejemplo, las emisiones de GEI y nitrógeno, el uso de la tierra, la carga de morbilidad derivada de los hábitos alimenticios y la pobreza. De este modo, con el modelo se estiman los costos ocultos anuales de los sistemas agroalimentarios nacionales en diversas dimensiones en un total de 154 países.
Las estimaciones correspondientes a las diferentes categorías de costos ocultos se basan en un conjunto común de tasas de crecimiento nacional, costos de la carga de morbilidad, condiciones económicas y demográficas en el futuro y valores de los servicios ecosistémicos. Esto mejora la coherencia y la capacidad de realizar un análisis de sensibilidad de los costos con diferentes tasas de descuento y costos de enfermedad. Los costos ocultos se presentan como una medida monetaria de las pérdidas atribuibles a la disminución de la productividad o a los daños ambientales que son comparables con el PIB PPA, que se basa en las transacciones del mercado. Dado que la elaboración de modelos se realiza a escala nacional, es posible agrupar los resultados a nivel mundial, regional y de ingresos.
Ahora bien, para estimar los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios hay que partir de varios supuestos y tomar decisiones que pueden afectar a los resultados y a su interpretación. Antes de analizar la magnitud del problema, es necesario exponer los principales supuestos que se han de tener en cuenta para estimar los costos ocultos y garantizar la comparabilidad entre categorías de costos y países. En la siguiente sección se aborda esta cuestión, seguida de un análisis sobre las diferencias —y la ampliación— de las estimaciones presentadas en este informe con respecto a esfuerzos anteriores para estimar los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios.
Definición del alcance del análisis
El primer supuesto hace referencia a qué partes de los sistemas agroalimentarios y sus repercusiones se incluyen en el análisis y cómo entran en juego los distintos actores económicos, ya sea imponiendo costos a la sociedad o asumiéndolos. En la Figura 5, se ilustra el alcance de los sistemas agroalimentarios abarcados por el análisis, así como los costos ocultos considerados. Para la definición de “sistemas agroalimentarios” se utiliza la proporcionada por la FAO (2021)5 (véase el Glosario), con la excepción de que aquí se incluyen las cadenas de suministro de insumos (no alimentarios), como los fertilizantes. Estos últimos se incluyen en la medida en que producen externalidades ambientales.
Figura 5 Alcance del análisis: etapas y trayectorias de los sistemas agroalimentarios a lo largo de las cuales se manifiestan los costos ocultos
![FUENTE: Lord, S. 2023. Hidden costs of agrifood systems and recent trends from 2016 to 2023. Documento de antecedentes para El estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2023. Estudio técnico de la FAO n.º 31 sobre Economía del Desarrollo Agrícola. Roma, FAO.](../img/CC7724ES_SOFA_fig5.jpg)
FUENTE: Lord, S. 2023. Hidden costs of agrifood systems and recent trends from 2016 to 2023. Documento de antecedentes para El estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2023. Estudio técnico de la FAO n.º 31 sobre Economía del Desarrollo Agrícola. Roma, FAO.
En la figura se define el alcance temático del estudio con la línea continua de color rojo. Además de las cadenas de suministro de insumos agrícolas, incluye las fases de producción primaria, procesamiento, comercio al por menor, consumo y desperdicio de alimentos. Los segmentos finales de las cadenas de suministro no alimentarias de la producción primaria (recuadro gris) no se incluyen en esta definición de sistemas agroalimentarios ni, por lo tanto, en el análisis. La elaboración de productos forestales y no alimentarios se contabiliza en otros sectores de la economía, como indica la flecha verde.
La actividad forestal (recuadro verde oscuro) es también un sector de producción primaria que se incluye dentro de los sistemas agroalimentarios y que aporta productos forestales tanto madereros como no madereros. No obstante, queda fuera del alcance de este análisis, ya que no se disponía de estimaciones de los costos ocultos asociados a las actividades económicas relacionadas con la silvicultura, como la tala de árboles o la recolección de productos no madereros. Si bien se trata de una limitación, no es de gran importancia, ya que, en la mayoría de los casos, los cambios en el capital natural asociado a los bosques están relacionados con el cambio del uso de la tierra, que sí se incluye en el análisis. Así pues, en el análisis, la deforestación —es decir, la conversión de los bosques en tierras para otros usos6, como los pastizales— se contabiliza como un costo oculto y la forestación, como un beneficio oculto. No se tiene en cuenta la transición entre bosques sin ordenación y bosques bajo ordenación, ya que estos no se clasifican por separado en los datos por satélite sobre el uso de la tierra. Esto significa, por ejemplo, que la degradación de los bosques — esto es, la reducción a largo plazo de la oferta general de beneficios procedentes de los bosques— asociada a las actividades humanas no se tiene en cuenta, aunque probablemente esté aumentando y sea una fuente importante de emisiones (véase el Recuadro 5).
Recuadro 5Detener la degradación de los bosques es crucial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero es difícil de cuantificar
La degradación de los bosques reduce el suministro de bienes y servicios forestales, los valores de la biodiversidad, la productividad y la salud. También puede resultar perjudicial para otros usos de la tierra (por ejemplo, al causar una pérdida de la calidad hídrica aguas abajo y afectar a la recarga de las aguas subterráneas) y ser fuente de emisiones de GEI. En consecuencia, detener la degradación forestal constituye un aspecto crucial a la hora de revertir los factores que impulsan el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la degradación de la tierra, la desertificación y las amenazas a la salud humana6.
En un estudio reciente se estimó que, entre 2003 y 2019, la degradación representó un 44 % de las pérdidas de carbono forestal en el Amazonas brasileño, en comparación con el 56 % derivado de la deforestación7. Las actividades humanas, como la explotación maderera, los incendios, la minería y la extracción de petróleo —muchas de ellas llevadas a cabo de forma ilegal— son motores cada vez más importantes de la degradación forestal y, en consecuencia, de las emisiones en la región. A ellas se suman las perturbaciones naturales y los efectos indirectos de la deforestación. Otro estudio analizó los factores que impulsan de la degradación forestal en los países en desarrollo y determinó que la extracción y tala de madera era uno de los principales motores de la degradación en Asia y América Latina, responsable de más del 70 % de toda la degradación forestal. En África, por el contrario, la recolección de leña y la producción de carbón vegetal son las principales fuentes de degradación, mientras que en Asia y América Latina su importancia es entre baja y moderada8.
Evitar la degradación forestal es, por tanto, importante para reducir las emisiones de GEI y preservar los bienes vitales y los servicios ecosistémicos. No obstante, y pese a su importancia, se infravalora en las evaluaciones económicas, en parte porque no se dispone de una definición de “degradación forestal” ampliamente consensuada y los datos son escasos6. Se necesitan más datos para llevar a cabo una evaluación completa de los costos y beneficios de las políticas y medidas de restauración. La Evaluación de los recursos forestales mundiales representa un primer paso hacia ese objetivo, ya que en ella se pide a los países que indiquen la definición de degradación forestal que utilizan para evaluar el alcance y la gravedad de la degradación de sus bosques9. Incorporar este ejercicio de contabilidad y poner las estimaciones a disposición del público será el siguiente paso para garantizar que la degradación forestal se incluya en futuros análisis exhaustivos de contabilidad de costos reales, como el realizado en el marco del presente informe.
Dicho esto, el análisis comprende costos derivados de las emisiones de GEI, las emisiones de nitrógeno, el uso de agua azul, las transiciones en el uso de la tierra y la pobreza, así como las pérdidas de productividad derivadas de los hábitos alimenticios y la subalimentación. Debido a las deficiencias de datos, no se tienen en cuenta ni la exposición a los plaguicidas ni la degradación de la tierra. Conviene señalar que los costos ocultos difieren de los costos de reducción; estos últimos se refieren a los costos en los que se incurre para evitar o reducir los costos ocultos, mientras que los costos ocultos estiman los costos de la inacción. A pesar de que tanto los costos ocultos como los de reducción son necesarios para tomar decisiones fundamentadas dirigidas a transformar los sistemas agroalimentarios, ante la dificultad de prever medidas de reducción para un gran número de países y calcular su costo de forma comparable y coherente, en este análisis únicamente se incluyen los primeros de forma parcial.
Los costos ocultos cuantificados que se presentan en este informe se generan como consecuencia de las actividades de los sistemas agroalimentarios a lo largo de tres trayectorias principales, que en la Figura 5 se señalan con diferentes colores:
- Ambiental (recuadro verde): como resultado de i) los GEI emitidos a lo largo de toda la cadena de valor alimentaria por la producción de alimentos y fertilizantes y el uso de energía, que contribuyen a un clima cambiante y, en consecuencia, a las pérdidas agrícolas; ii) las emisiones de nitrógeno derivadas de la producción primaria y de las aguas negras; iii) el uso de agua azul, que provoca escasez de agua y, a su vez, pérdidas agrícolas y de productividad de la mano de obra por la subalimentación resultante; y iv) el cambio del uso de la tierra a nivel de las explotaciones, que provoca la degradación y destrucción de los ecosistemas y, por tanto, la pérdida de servicios ecosistémicos.
- Social (recuadro naranja): asociada a i) la ineficacia distributiva del suministro de alimentos disponibles, que provoca subalimentación en la población del país en cuestión (según la definición proporcionada en FAO et al. [2022])10, lo que conlleva pérdidas de productividad de la mano de obra según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)11; y ii) la pobreza moderada entre los trabajadores del sector agroalimentario debida a la ineficacia distributiva en los sistemas agroalimentarios. Tal y como se explicó en el Capítulo 1, la ineficacia distributiva refleja una situación en la que las políticas públicas no logran garantizar un nivel mínimo de ingresos decentes a pesar de la disponibilidad de recursos para hacerlo. Puede interpretarse como el precio que la sociedad pagaría por la eliminación de los daños económicos de la pobreza, suponiendo que dicho pago fuera rentable hasta alcanzar el umbral internacional de pobreza moderada.
- Sanitaria (recuadro azul): como resultado del consumo de dietas poco saludables, que suelen incluir un bajo contenido de frutas, verduras, frutos secos, cereales integrales, calcio y grasas protectoras, y un alto contenido de sodio, bebidas azucaradas, grasas saturadas y carne elaboradaf. Este tipo de dietas se asocian con la obesidad y las ENT, lo que conlleva pérdidas de productividad y repercute negativamente en la economía1. El consumo de dietas poco saludables puede obedecer a un limitado acceso económico o físico a alimentos nutritivos diversos. Por ejemplo, según estimaciones de 2019, aproximadamente 3 000 millones de personas no tenían acceso a una alimentación saludable y hasta 1 000 millones de personas corrían el riesgo de perder ese acceso si se produjese una alteración de sus ingresos reales12, 13. También puede influir en el consumo una gran variedad de factores de índole personal (por ejemplo, preferencias, conocimientos y motivaciones), social (por ejemplo, tradiciones, normas y presiones sociales) y comercial (por ejemplo, promoción, colocación y publicidad de alimentos, y factores culturales)10.
Es importante distinguir entre trayectorias y repercusiones. Las trayectorias reflejan los factores que provocan las repercusiones y, por lo tanto, ofrecen puntos de partida para adoptar medidas que aborden dichas repercusiones. A modo de ejemplo, un costo oculto puede generarse a través de una trayectoria ambiental, pero sus consecuencias negativas se manifiestan incluso más allá del medio ambiente. La contaminación del agua puede servir de ejemplo: repercute negativamente en el medio ambiente debido a la pérdida de servicios ecosistémicos que provoca, pero también en la salud debido a la carga de morbilidad derivada de la ingesta de agua contaminada. No obstante, estas dos repercusiones negativas se consideran costos ocultos ambientales porque las dos se generan a lo largo de una trayectoria ambiental y, por lo tanto, el punto de partida para hacerles frente sigue estando dentro del ámbito medioambientalg.
Por esta razón, los hábitos alimenticios poco saludables y la subalimentación se consideran costos ocultos sanitarios y sociales, respectivamente, a pesar de que ambos están relacionados con las dietas y el consumo de alimentos. A los efectos de este análisis, se entiende por hábitos alimenticios poco saludables la combinación de alimentos asociada a un aumento de la obesidad y las ENT14. Las dietas que no proporcionan el aporte calórico mínimo y dan lugar a una malnutrición energético-proteica se reflejan, en cambio, en los costos ocultos derivados de la subalimentaciónh. Ambas situaciones provocan pérdidas de productividad que afectan a las economías de los países, pero los factores que las impulsan difieren significativamente. La subalimentación obedece a una privación extrema que limita el acceso incluso a una dieta suficiente en cuanto a energía básica debido a la ineficacia distributiva. En cambio, los costos ocultos generados por los hábitos alimenticios poco saludables obedecen al consumo de demasiadas calorías —o en proporciones incorrectas—, un comportamiento impulsado por una combinación de factores de índole económica, social, cultural y personal. Por este motivo, los costos ocultos derivados de los hábitos alimenticios poco saludables están vinculados a la dimensión de la salud, mientras que los de la subalimentación corresponden a la dimensión social, junto con la pobreza, que también es resultado de la ineficacia distributiva. Por ejemplo, en un análisis reciente de 136 países se pone de manifiesto que es posible hacer frente a la subalimentación mediante políticas de distribución de los ingresos, ya que el costo de una dieta suficiente en cuanto a energía es muy inferior al promedio de ingresos per cápita disponibles para alimentos en casi todos los países13. Sin embargo, para hacer frente a los hábitos alimenticios poco saludables es necesario adoptar una serie de medidas que faciliten la transformación de los sistemas agroalimentarios.
También cabe destacar que se excluyen los costos directos, como los costos de tratamiento, ya sean causados por hábitos alimenticios poco saludables o por la subalimentación. Estos suelen ser intercambios económicos visibles dentro de la economía y, por lo tanto, no se consideran un costo oculto.
En resumen, las actividades de los sistemas agroalimentarios conllevan unos costos ocultos que suponen una carga para las economías de los países y que pueden compararse con el PIB. Estos costos ocultos se evalúan como pérdidas agrícolas, pérdidas de productividad y pérdidas de servicios ecosistémicos a lo largo de tres trayectorias diferentes. Los costos ocultos a lo largo de la cadena de valor alimentaria se refieren tanto a la ineficacia de la atribución física como a la ineficacia de la distribución financiera. El primer caso se manifiesta, por ejemplo, donde se presentan las repercusiones ambientales (Figura 5, en verde) a lo largo de una cadena de valor, mientras que el segundo caso corresponde a la disminución de los ingresos hasta el umbral de pobreza moderada de los trabajadores del sector agroalimentario, a pesar de los considerables beneficios que obtienen en los segmentos finales del sector los mayoristas, elaboradores y minoristas de productos alimentarios. En la misma línea está la ineficacia distributiva que desemboca en la carencia calórica de las personas subalimentadas, a pesar de los grandes excedentes de calorías disponibles a nivel mundial (Figura 5, en naranja). Como ya se ha señalado, algunas partes importantes de estos costos ocultos no se plasman en el análisis debido a las limitaciones de datos. Las consecuencias que esto acarrea para la interpretación de los resultados se presentan y analizan más adelante en el capítulo.
Hay que subrayar que los costos ocultos cuantificados aquí solo representan una parte de la historia, por lo que los costos ocultos generales tenderán a subestimarse. Por ejemplo, los costos ocultos generados por el consumo de alimentos únicamente se reflejan en los hábitos alimenticios poco saludables. En otras palabras, el análisis únicamente contempla la carga de morbilidad derivada del consumo de dietas no saludables. Los costos ocultos generados, por ejemplo, por las enfermedades zoonóticas o el consumo de alimentos nocivos (alimentos que contienen peligros microbiológicos, químicos o físicos que causan enfermedades o incluso la muerte) no se contemplan debido a la falta de un conjunto de cifras armonizadas a nivel mundial con los datos nacionales. Sin embargo, estos costos pueden ser significativos. Un estudio reciente revela que las pérdidas de productividad ocasionadas por alimentos nocivos en los países de ingresos medianos y bajos podrían ascender a 95 200 millones de USD. Cabe la posibilidad de que esa cifra se haya subestimado porque no incluye las pérdidas ocasionadas por las interrupciones de las cadenas de suministro de alimentos motivadas por un peligro para la inocuidad alimentaria, cuando se detectan15.
También es probable que en este informe se infravaloren los costos ocultos sociales, o los costos experimentados por el capital social, que se expresan en la diferencia de ingresos de la población moderadamente pobre más las pérdidas de productividad derivadas de la carga de morbilidad causada por la subalimentación. Por ejemplo, no se tienen en cuenta los costos ocultos generados por los defectos congénitos, la mortalidad infantil, el bajo peso al nacer y la morbilidad por enfermedades infecciosas provocadas por la desnutrición —a pesar de representar una pérdida clara para la sociedad— ya que son difíciles de encajar en un marco económico centrado en los flujos económicos. Estos costos ocultos no cuantificados pueden ser sustanciales, especialmente en países de ingresos bajos y en algunos de ingresos medianos bajos, pero solo se manifiestan en los flujos económicos una vez que los niños han crecido. En el Recuadro 6 se describen algunos de estos importantes supuestos, como los relativos a las mediciones del bienestar, el descuento y otros aspectos del análisis para el presente informe. En el Anexo 1 se ofrece una descripción más exhaustiva del modelo, las fuentes de datos y los supuestos empleados en este análisis.
Recuadro 6¿Qué hay detrás de las cifras de este informe?
Para calcular los costos ocultos mundiales y nacionales de los sistemas agroalimentarios es necesario partir de supuestos claros, sobre todo en lo que respecta a las hipótesis, el descuento para contabilizar los costos que asumirán las generaciones futuras, la medición del bienestar en términos monetarios de un año de referencia para efectuar comparaciones y agrupaciones, los datos y los factores de valoración.
El descuento ayuda a contabilizar los costos ocultos que asumirán las generaciones futuras. El modelo empleado en la estimación de los costos ocultos del presente informe —conocido como modelo SPIQ-FS16— parte de la hipótesis de una trayectoria socioeconómica sin cambios (también conocida como segunda trayectoria socioeconómica compartida [TSC2])17. Para comparar los distintos costos ocultos, los datos se convierten a una medida monetaria común de la pérdida de bienestar de la sociedad ocasionada por pérdidas de productividad. Los valores monetarios se miden en el PIB PPA para el año 2020, lo que facilita la comparabilidad y la agrupación de resultados entre categorías de costos y economías. Esto mejora la capacidad de examinar las compensaciones entre categorías de costos, como los costos ambientales y sanitarios.
Otro supuesto esencial tiene que ver con qué factores de valoración utilizar, por ejemplo, cómo monetizar las repercusiones de las actividades de los sistemas agroalimentarios. La diferencia entre el precio de mercado y el precio “teórico” es importante. Los precios de mercado se basan en actividades económicas e intercambios visibles, mientras que los precios “teóricos” reflejan la variación en el valor de una actividad económica asociada a una unidad más de un recurso. En el presente informe, los precios “teóricos” se utilizan para la estimación marginal de los costos ocultos, como la contaminación del agua, las emisiones de nitrógeno, la obesidad y la malnutrición. A continuación, se comparan con el PIB nacional.
A la hora de estimar una dimensión como los daños sociales, que afectan a quien asume el costo, se partirá de supuestos diferentes en función del estudio. En este caso, los costos ocultos sociales se expresan como una combinación de las repercusiones en la productividad de las jornadas de trabajo perdidas asociadas a la subalimentación y las transferencias financieras que serían necesarias para evitar la pobreza moderada de las personas que trabajan en el sector agroalimentario. La justificación está en que se trata de cifras que guardan relación con los flujos económicos cuantificados en función del PIB. Una alternativa que utiliza la FOLU (2019)18 consiste en medir las repercusiones de la desnutrición como variable de sustitución por la pérdida de años de vida ajustados en función de la discapacidad (AVAD) a nivel mundial en relación con el retraso del crecimiento infantil y multiplicarla por el promedio del PIB per cápita mundial, que es una forma indirecta de atribuir un valor a las pérdidas de productividad.
La principal limitación en este análisis se encuentra en la posibilidad de que los datos de algunos países, regiones y tipos de costos sean incompletos o inciertos. Especialmente, en el caso de las estimaciones de los servicios ecosistémicos y el cálculo de los costos del nitrógeno, que entrañan una gran incertidumbre, así como en el caso de las consecuencias económicas de la reducción de los flujos ambientales, para los que la falta de datos mundiales limita la estimación de los costos del uso del agua azul. En algunos casos, tampoco se dispone de modelos sobre cuestiones como la erosión del suelo y la RAM, lo que resta exhaustividad con respecto a los costos considerados en el análisis.
Finalmente, los supuestos utilizados en los análisis basados en la CCR, como los relativos al bienestar, las tasas de descuento y el año de referencia, junto con el uso de diferentes fuentes de datos, se traducirán inevitablemente en una variación fundamental en las estimaciones de los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios. Ahora bien, el modelo utilizado para el presente informe se basa en supuestos compartidos sobre las tasas de crecimiento nacional, los costos de la carga de morbilidad, las condiciones económicas y demográficas futuras y los valores de los servicios ecosistémicos, gracias a lo cual se consigue una mayor coherencia y la posibilidad de realizar análisis de sensibilidad con diferentes tasas de descuento y costos de enfermedad. Además, los datos de costos históricos utilizados en el modelo permiten expresar la incertidumbre inherente a los costos ocultos como distribuciones de probabilidad y reflejar la gama de posibles valores y resultados.
En términos generales, el trabajo realizado para este informe debe considerarse parte de un proceso más amplio, por lo que las estimaciones presentadas deben entenderse como preliminares y sirven sobre todo para contribuir a la primera fase de la evaluación de dos fases propuesta. Aun siendo preliminares e incompletas, deberían ayudar a entablar un diálogo con los encargados de adoptar decisiones sobre la magnitud de los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios y su relación con las prioridades de los países.
Comparación de las estimaciones más recientes con estudios anteriores de los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios
Se han realizado diversos intentos de estimar los costos ocultos asociados a los sistemas agroalimentarios mundiales. En un estudio del Banco Mundial realizado en 2019, antes mencionado, se concluyó que los costos ocultos de las enfermedades transmitidas por los alimentos (por alimentos nocivos) en los países de ingresos bajos y medianos ascendían a 95 200 millones de USD15. En otro estudio destacable de Springmann (2020)19, elaborado como documento de antecedentes para FAO et al. (2020)14, se estimaron los costos ocultos relacionados con la salud y el clima correspondientes a los años 2030 y 2050. Para el estudio se utilizaron los hábitos alimenticios como criterio de cálculo y se consideraron cuatro hábitos alimenticios saludables alternativos para cuantificar en qué medida se reducirían los costos ocultos en comparación con los hábitos alimenticios actuales. Sin embargo, en ninguno de los dos estudios se abarcan todas las dimensiones de los costos ocultos (ambiental, social y sanitaria). En el de Springmann (2020), por ejemplo, a pesar de contemplar 157 países, se excluyó la dimensión social, así como importantes costos ocultos ambientales y sanitarios.
Hasta la fecha, solo otros dos estudios han intentado estimar los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios mundiales de una forma más exhaustiva y por eso constituyen el eje central de esta sección, a saber, el de la Food and Land Use Coalition (Coalición por la Alimentación y el Uso de la Tierra) (FOLU, por sus siglas en inglés) (2019)18 y el de Hendriks et al. (2023)20. En el Cuadro 1 se comparan los dos estudios pertinentes con la metodología utilizada para elaborar el presente informe. Se detallan las diferentes categorías de costos y la manera en que se estimaron, se presentan los costos ocultos cuantificados totales obtenidos y se indica si se especificó una medida de bienestar y una previsión de futuro. Al destacar qué costos ocultos se cuantifican en los estudios, el cuadro también sirve para aportar transparencia con respecto a qué costos se excluyen de los análisis.
CUADRO 1COMPARACIÓN DE LOS ESTUDIOS EXISTENTES SOBRE LOS COSTOS OCULTOS MUNDIALES DE LOS SISTEMAS AGROALIMENTARIOS
![FUENTES: Adaptado de Lord, S. 2023. Hidden costs of agrifood systems and recent trends from 2016 to 2023. Documento de antecedentes para El estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2023. Estudio técnico de la FAO n.º31 sobre Economía del Desarrollo Agrícola. Roma, FAO; FOLU. 2019. Growing Better: Ten Critical Transitions to Transform Food and Land Use. Annex B: Technical Annex. Londres. https://www.foodandlandusecoalition.org/wp-content/uploads/2019/09/FOLU-GrowingBetter-TechnicalAnnex.pdf; Hendriks, S.; de Groot Ruiz, A.; Acosta, M. H., Baumers, H., Galgani, P., Mason-D’Croz, D., Godde, C. et al. 2023. The True Cost of Food: “A Preliminary Assessment”. En: J. von Braun, K. Afsana, L. O. Fresco y M. H. A. Hassan, coords. Science and Innovations for Food Systems Transformation, págs. 581-601. Springer, Cham (Alemania). https://doi.org/10.1007/978-3-031-15703-5_32.](../img/CC7724ES_SOFA_tab1.jpg)
![FUENTES: Adaptado de Lord, S. 2023. Hidden costs of agrifood systems and recent trends from 2016 to 2023. Documento de antecedentes para El estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2023. Estudio técnico de la FAO n.º31 sobre Economía del Desarrollo Agrícola. Roma, FAO; FOLU. 2019. Growing Better: Ten Critical Transitions to Transform Food and Land Use. Annex B: Technical Annex. Londres. https://www.foodandlandusecoalition.org/wp-content/uploads/2019/09/FOLU-GrowingBetter-TechnicalAnnex.pdf; Hendriks, S.; de Groot Ruiz, A.; Acosta, M. H., Baumers, H., Galgani, P., Mason-D’Croz, D., Godde, C. et al. 2023. The True Cost of Food: “A Preliminary Assessment”. En: J. von Braun, K. Afsana, L. O. Fresco y M. H. A. Hassan, coords. Science and Innovations for Food Systems Transformation, págs. 581-601. Springer, Cham (Alemania). https://doi.org/10.1007/978-3-031-15703-5_32.](../img/CC7724ES_SOFA_tab1a.jpg)
FUENTES: Adaptado de Lord, S. 2023. Hidden costs of agrifood systems and recent trends from 2016 to 2023. Documento de antecedentes para El estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2023. Estudio técnico de la FAO n.º31 sobre Economía del Desarrollo Agrícola. Roma, FAO; FOLU. 2019. Growing Better: Ten Critical Transitions to Transform Food and Land Use. Annex B: Technical Annex. Londres. https://www.foodandlandusecoalition.org/wp-content/uploads/2019/09/FOLU-GrowingBetter-TechnicalAnnex.pdf; Hendriks, S.; de Groot Ruiz, A.; Acosta, M. H., Baumers, H., Galgani, P., Mason-D’Croz, D., Godde, C. et al. 2023. The True Cost of Food: “A Preliminary Assessment”. En: J. von Braun, K. Afsana, L. O. Fresco y M. H. A. Hassan, coords. Science and Innovations for Food Systems Transformation, págs. 581-601. Springer, Cham (Alemania). https://doi.org/10.1007/978-3-031-15703-5_32.
Si bien la comparación entre los tres estudios no es del todo sencilla, en el Cuadro 1 se ilustra cómo difieren estos en términos de alcance, métodos, supuestos y, por último, resultados. Si se observa únicamente la estimación final de los costos ocultos cuantificados totales de los sistemas agroalimentarios, podría parecer que para este informe y el de la FOLU (2019) se adoptó una metodología similar, a la vista de la similitud de sus resultados (de en torno a los 12 billones de USD), cuando, en realidad, sus diferencias son notables.
Para empezar, en el presente informe se reconoce el gran nivel de incertidumbre de las estimaciones que se presentan —es decir, la posible variación de los costos ocultos estimados— y por eso se proporciona un intervalo de valores para esa incertidumbre, algo que no se hace en el estudio de la FOLU (2019). En concreto, se plantea un modelo de incertidumbre en los costos ambientales externos, la pobreza y las pérdidas de productividad que se derivan de los hábitos alimenticios y la subalimentación. De los tres estudios, el de la FOLU (2019) representa la evaluación más completa en lo que respecta a las dimensiones objeto de estudio. No obstante, esa amplitud de cobertura se consigue a expensas del rigor económico: el estudio se basa en la combinación de estimaciones de distintos estudios con supuestos y metodologías subyacentes muy diferentes. También se basa en promedios mundiales de costos con variaciones regionales significativas o efectos marginales. Además, incluye alrededor de 2 billones de USD en estimaciones de daños no marginales para los polinizadores y la RAM, que no son adecuados para el análisis contrafactual (de hipótesis) necesario para la consiguiente adopción de decisiones (que se examina en el Capítulo 3)i. Por último, la FOLU atribuye todos los costos de la obesidad y una estimación sustancial de la brecha de pobreza rural a los sistemas agroalimentarios sin tener en cuenta cómo se ven afectados estos por factores externos, como el estatus socioeconómico y los factores metabólicos en las tasas de obesidad actuales, o el papel de otros sectores de la economía a la hora de incidir en la pobreza. En cambio, en este informe se atribuye únicamente la mitad de los costos de la obesidad a los sistemas agroalimentarios, se utiliza un umbral de pobreza más bajo y se atribuyen las brechas de pobreza que asumen las personas empleadas en el sector agroalimentario (no necesariamente rural).
En el estudio de Hendricks et al. (2023) se presenta la estimación más elevada de los costos ocultos —unos 19 billones de USD— y un intervalo de incertidumbre aún mayor. Si bien el planteamiento de este estudio es más específico que el de la FOLU, sus estimaciones siguen siendo a nivel mundial y no tienen en cuenta importantes costos ocultos como los asociados a la pobreza y la subalimentación. La monetización de los costos ocultos ambientales se basa en los factores de estimación de los costos de restauración y compensación presentados en Galgani et al. (2021)21, mientras que la pérdida de vidas humanas y la pérdida de salud se estiman utilizando una única mediana y un promedio de valor global, respectivamente. A diferencia de su homólogo, en el estudio también se tiene en cuenta la mortalidad, lo que explicaría además que su valoración de los costos sanitarios sea superior a la estimada en el presente informe. De hecho, en este informe únicamente se consideran las pérdidas de productividad asociadas a la pérdida de mano de obra y los cuidados informales y se ajustan al PIB PPAj.
La metodología empleada en el presente informe supone una mejora con respecto a los otros dos estudios en otros aspectos. Una de las ventajas más importantes es el hecho de que se proporciona una medida monetaria común que puede compararse con el PIB PPA y, por lo tanto, con las transacciones comerciales. Otra ventaja clave es que se emplea una tasa de descuento que presupone el mantenimiento de una situación sin cambios en el futuro a grandes rasgos equivalente a la segunda trayectoria socioeconómica compartida17, como forma de contabilizar los costos ocultos que afectarán a las generaciones futuras. También se proporcionan estimaciones más recientes, y a escala nacional en lugar de mundial, sin dejar de lado la transparencia sobre la incertidumbre de los costos ocultos estimados. Se recurre a un enfoque de daños marginales para valorar las pérdidas de productividad y los daños ambientales, ajustándose a las variaciones nacionales de precios e ingresos.
En lo que respecta a los consumidores, en el análisis realizado para este informe se contabilizan a través de las pérdidas de productividad derivadas de los hábitos alimenticios que contribuyen a la obesidad y a las ENT. Los costos directos, como los costos de tratamiento, quedan así excluidos, ya que o bien son intercambios económicos visibles dentro de la economía y, por lo tanto, no se consideran un costo oculto, o bien no se dispone de estimaciones de la ineficiencia en términos de PIB asociada a estos costos directos. Otras repercusiones, como la liberación de GEI y las emisiones de nitrógeno, también generan pérdidas de productividad a través de un clima cambiante y de la exposición humana a la contaminación del aire, respectivamente. Sin embargo, en el análisis se excluyen las pérdidas económicas de los consumidores provocadas por los alimentos que se desperdician, así como las pérdidas económicas de los productores provocadas por el uso excesivo de nitrógenok.
En resumen, los tres estudios plantean perspectivas diferentes en torno a los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios. Cada uno tiene sus aspectos positivos y negativos y ninguno refleja todos los matices e incertidumbres que conlleva la estimación de los costos ocultos; es más, en ninguno se tienen en cuenta todos los costos ocultos. Sin embargo, todos corroboran la hipótesis de que la magnitud de los costos ocultos es considerable en relación con el valor de los productos alimentarios objeto de transacción en los mercados. Se trata de una importante conclusión que puede servir para concienciar sobre los daños asociados a nuestros sistemas agroalimentarios a nivel mundial; no obstante, se queda corta a la hora de proporcionar orientación sobre las medidas que deben adoptarse a nivel regional, nacional y subnacional.
En este sentido, el presente informe supone una mejora, ya que evalúa los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios a nivel nacional utilizando costos ocultos marginales que se ajustan a las medidas económicas empleadas, al uso de una tasa de descuento social común y a la separación de los costos ocultos y los costos de reducción. A continuación, en este capítulo se describe con más detalle el alcance de los resultados aquí presentados y cuáles son los límites supuestos de los sistemas agroalimentarios.